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Por Carlos Sánchez

Hermosillo, Sonora, 20 de febrero de 2021 [00:01 GMT-5] (Neotraba)

¿Qué mira, cuando mira? El extravío demencial. El dolor en las manos de tanto no alcanzar el mundo y la paz. ¿Qué busca, cuando busca? ¿Hacia dónde ve? ¿Qué obsesión le carcome las entrañas para que el cuerpo manifieste el desasosiego?

Nadia Rodríguez es bailarina. Clotilde López, ídem. Y pinta. Al alimón, Nadia y Clotilde, fundan la creación, en equipo, como debieran ser las acciones en este instante sobre este mundo. La compartición de ideas, la capacidad de los abrazos, los oídos puestos.

Hay una naranja que es un planeta distante y aparece en diversas propuestas. La naranja: metáfora vital.

Clotilde propone, Nadia accede, y en ese acuerdo previo desarrollan el proyecto fotográfico y audiovisual. La consigna es decir el tema que más desgarra: la desaparición forzada de Salvador López, desde el diecinueve de agosto de 2019.

Se lo llevaron y un tizón en el vientre mantiene la llama encendida de sus familiares, la adoración del arrullo, el nombre de Salvador que es Chava, una y otra vez, en las voces que imploran su regreso.

¿Qué hace un ave en derredor del cuerpo de Nadia? ¿Qué nos dice a quienes observamos? El misticismo que guarda la fe, el pronunciamiento alado que también es mirada y tiene indicios de esperanza: la serenidad se desprende hacia el pico, hacia las plumas.

Negro es el color de la desolación, paradójicamente la búsqueda más implacable, desde la energía de ese vuelo del cual esperamos, porque deseamos, noticias de los nuestros, los que están sin estar.

Que vuelvan ya.

Foto de Clotilde López.
Foto de Clotilde López.

Un grito

Que transmite energía. Que nos convoca a la reflexión. La exclamación de que algo ocurre en la vida de quien camina por la acera de enfrente. Un grito desde el sueño. Al lado de una barca que también es desolación.

Un grito desde la estética. El cuerpo que habla, que dice, que siente. Nadia Rodríguez expone sus reacciones que obedecen a los impulsos de su propia historia, amalgama de los acontecimientos biográficos, o lo que desde la expectación también construye.

Aquí la prevención de las manos, la alerta de algo que nos quiere decir, que puede ser el dolor o lo irremediable. Quizá la esperanza de la búsqueda de sus dedos entre la incertidumbre del viento.

¿Qué dicen los colores, el volumen, los semitonos de esa luz que se cuela por la ventana? Nos dicen armonía, o desconsuelo, la textura del paso de los días en los que la espera nos carcome porque él no regresa. No obstante, en el pincel de Clotilde López, construye permanencia, búsqueda, el nombre de Salvador que es el Chava.

Por eso, el decir con el deseo de encontrar. Mientras tanto, una paloma blanca abre sus alas por encima de nuestras miradas. Un ave negra nos vigila a ras de tierra. Somos la bruma de nuestros recuerdos. La desolación con cierta dosis de esperanza.


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