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Por Alexis Salinas

Puebla, México, 07 de febrero de 2021 [01:34 GMT-5] (Neotraba)

Desde su nacimiento por allá del año de 1952, en la Universidad de Manchester, el videojuego va de la mano de la tecnología. Dentro de su laboratorio de computación, Cristopher Strachey programaría un juego de Damas Inglesas y, sin querer, daría comienzo a lo que hoy en día representa el mercado del entretenimiento más grande, superando incluso al de la música y el cine.

Sin embargo, no todo es fácil para el videojuego. Durante la década de los ’80, se enfrentó a una crisis devastadora debido a la sobre comercialización de consolas caseras y la baja calidad de juegos creados; culminó con el famoso entierro de cartuchos de E.T. El Extraterrestre.

Cartuchos enterrados de E.T. Foto de Taylorhatmaker.
Cartuchos enterrados de E.T. Foto de Taylorhatmaker.

Cuando tenía 3 años, el 6 de enero de 1999, los Reyes Magos me trajeron mi primera consola de juegos: una Nintendo 64 –llamada así porque tenía un procesador de 64 bits– con un cartucho de Super Mario 64. Mi pequeña cabeza de 3 años no podía creer que Mario Bros estuviera en 3D, que podía saltar y, si se ponía una gorra con alitas, volar. El objetivo del juego era el mismo que el de aquel Super Mario Bros: salvar a la princesa Peach de las garras del malvado Bowser, mientras manejamos a Mario a través de numerosos mundos.

Mario 64 fue el pionero. Por ejemplo, sentó las bases de cómo podrían ser las cámaras para los juegos en tercera persona; un concepto tan extraño en ese entonces, incluso hay una tortuga llamada Lakitu siguiéndote con una cámara dentro del juego, pues debían darle sentido dentro del juego mismo.

Consola Nintendo 64 con cartucho de Mario 64. Foto de jjrocas
Consola Nintendo 64 con cartucho de Mario 64. Foto de jjrocas.

Hace dos semanas terminé de jugar Outer Wilds, un juego lanzado en 2019 para PC, Xbox One y PlayStation 4 donde se puede explorar un pequeño sistema solar de apenas unos cuantos kilómetros y en el cual nos encontramos atrapados en un bucle de tiempo. Armados con una nave espacial, una cámara y un traductor de un lenguaje ancestral, nuestro personaje tiene la tarea de encontrar el origen –y quizá la causa– de la extinción de una civilización extraterrestre. Considerado por muchos críticos como el mejor juego del 2019, Outer Wilds representa una obra maestra tanto en la jugabilidad como en la forma en la que nos cuenta su historia. Ambas conviven y se abrazan mutuamente, volviéndolo una experiencia única.


Poder explicar en unas pocas palabras lo transmitido por un videojuego es complejo, y es aún más difícil defenderlo cuando se le pone contra las cuerdas. El simple hecho de pertenecer al campo de lo digital aleja de muchas personas.

Por otro lado, los prejuicios generados en torno a ellos los dejó con una mancha visible al público en general. Violentos, adictivos, satánicos, tóxicos etc. Después de eso, está el costo de entrada para jugar algo, sumamente alto comparándolo con otros medios masivos de entretenimiento. Un mes de Netflix cuesta $139 y sólo se requiere una televisión o un dispositivo móvil; para jugar el videojuego más reciente se necesitaría una consola de aproximadamente $15,000 y dicho juego, cuyo costo suele tener un precio base de $1,600.

Entonces, ¿por qué jugar videojuegos? Sería muy apocalíptico inaugurar una columna de videojuegos predicando sus problemas sin tratar de ofrecer algo de luz al final del camino.

Los videojuegos evolucionaron mucho desde su nacimiento mismo, tienen alrededor de 70 años de historia y de historias. En todo este tiempo se han programado miles de microcosmos que sólo pueden enriquecernos y aportarnos experiencias únicas de una manera única de experimentarlas. Comunidades enteras se forman alrededor de juegos con sus propios sistemas, economías, culturas e inclusive lenguajes.

El medio del videojuego se encuentra en constante cambio, evoluciona de la mano de la tecnología. A pesar de ello, con la ayuda de una multitud de disciplinas artísticas, podemos plasmar y luego mirar hacia un horizonte de mundos en donde se reflejan las emociones e inquietudes más humanas que existen y experimentarlos de primera mano.


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