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Por Óscar Alarcón

Puebla, México, 23 de abril de 2022 [13:15 GMT-5] (Neotraba)

Entrevista a Fernando Revilla. Director General de SM México

Es un lugar común mencionar que la pandemia por COVID-19 cambió nuestra realidad. Lo que no es un lugar común es obtener procesos y resultados que nos ayuden a enfrentar a la nueva realidad, que parece estar cada vez más cerca. Fernando Revilla es Director General de SM, una editorial distinguida por vencer los retos de un mundo editorial que parece ser más competitivo todos los días. El reto post pandemia para las editoriales es mantenerse cercanas a los lectores, fomentar la escritura y entender que el mundo ya no es el mismo que conocíamos en 2020.

Óscar Alarcón. ¿Cuál crees que es el reto más grande al que SM se ha enfrentado durante esta pandemia?

Fernando Revilla. Es una pregunta muy difícil. SM tiene alrededor de 80 años de historia –más de 20 en México– y estos años de pandemia creo que no sólo para la editorial sino –vamos a llamarlo así– todo el establishment educativo ha sido golpeado por una realidad que se veía venir. La pandemia aceleró muchos procesos y el mundo educativo fue golpeado, es como un despertar al decir: “Aquí hay que innovar y hay que innovar todos: editoriales, docentes, escuelas”. Los mismos padres de familia también tienen que cambiar el chip con todo esto.

Ha sido duro porque está moviéndose el piso debajo de nuestros pies a una velocidad increíble y nos está obligando a un proceso muy bonito –si lo ves así– que es el de reinventarse.

Te diría que el golpe ha sido duro en términos económicos, en términos del impacto que ha tenido la educación en el mundo, la cantidad de pérdida en el aprendizaje que han tenido los chicos quienes, al final, son los más afectados.

ÓA. La pandemia hace que evolucionemos seis años con la tecnología para dar clases desde casa, pero la post pandemia parece que nos regresa dos años. Ya que teníamos un ritmo con los webinars, lecturas electrónicas; una vez que parece que se está terminando la pandemia, la gente se está olvidando de todos los mecanismos que se implementaron durante el confinamiento: las presentaciones virtuales de libros, las charlas a través de Zoom. ¿Cómo adaptarse a ello?

FR. Me alegra que lo plantees así porque al final del día esto es como un péndulo: estar con todo muy represado, en términos de integración de elemento digitales a la educación, lo hacía muy lento.

Vemos que está cambiando el mundo: que si el Uber por aquí, que puedes pedir el super on line, tantos avances y la educación se le imponían muchos frenos, pero lo fundamental es que la educación es muy compleja. No sé si te pasa cuando conversas con amigos: es muy fácil opinar de educación, como que todo mundo se siente autorizado a hablar de ello: “Los docentes son esto, son lo otro”. Y la educación es muy compleja.

Lo que yo creo es que el péndulo se movió y se fue hacia un extremo por la pandemia. Y ese extremo es ese: que los profesores, de la noche a la mañana, tuvieron que cambiar. Lo grande de esto fue que demostraron que pueden cambiar, con esta motivación. No estoy aplaudiendo la pandemia, pero si ha tenido algo positivo fue que los profesores dijeron “¿Cómo le hago?” y ahí es donde entra el uso exagerado e indiscriminado de la tecnología.

Lo que estamos viendo ahora es lo que estás diciendo: volvemos, de nuevo, y el péndulo regresa porque nos damos cuenta de que lo digital no lo es todo. Y no lo puede ser todo: los chicos necesitan el contacto físico. Necesitan el recreo, aprender a negociar con el profesor, pasar vergüenza, defenderse en el recreo: cómo le hago para que no me elijan al último en el equipo, cómo negocio con la profesora para que no me ponga 5 y sí 5.8 para que pase.

Todas esas habilidades y destrezas son fundamentales. Vemos ese retorno porque, como decíamos antes, hay un rezago educativo. Algunos expertos dicen que se han perdido los dos años de pandemia. O sea, niños de 13 años que leen siguiendo la lectura con el dedo sobre la hoja porque están acostumbrados a la pantalla. Es triste.

Creo que al final ese péndulo tomará un punto medio donde no deberíamos volver a atrás, en términos de usar la tecnología embebida en todas las clases –y perdón que me vaya por una tangente, pero creo que te va a gustar–: cuando la escuela ve algo que no entiende, lo que hace es que lo encapsula. En mi época teníamos las clases de mecanografía, de repente, entran las computadoras y ¿qué es lo que hacen las escuelas? La encapsulan en un aula para la computación. No la embeben en las demás materias, no veías biología con algo de tecnología.

La tecnología trasciende la clase de tecnología propiamente dicha, y está embebida en el resto de las clases. Creo que eso es fundamental y se irá decantando cuál es el mejor modelo que, además, como te imaginarás, no habrá submodelos porque hay niños que aprenden mejor de una forma, otros de otra. Escuelas que se enfocarán mucho más a lo presencial y otras mucho más a lo digital. Vamos a ir viendo cómo decanta esto, pero el avance ha sido innegable y creo que el establishment educativo está aprendiendo mucho de este proceso.

ÓA. La perspectiva que nos compartes parte de lo lúdico, hemos aprendido que la escuela no está peleada con el juego. Quisiera que nos platicaras sobre esto: si SM –o desde tu perspectiva personal– tiene que ver con la educación y lo lúdico.

FR. Definitivamente. Aunque voy a decir algo que quizá no te guste tanto: también en esto nos vamos a los extremos. Desde hace muchos años me encantan los juegos de video, creo que se puede aprender mucho, no lo hemos sabido hacer bien porque creo que, de cierta forma, pensamos que los niños son tontos. Yo sé que esto puede sonar mal, pero hacemos juegos y el niño los ve y dice: “A mí no me engañas, me estás poniendo a multiplicar, esto no es un juego”. Y entonces se van a jugar Fortnite, Minecraft, eso es un juego.

El mundo educativo debe aprender mucho de los procesos de los juegos, del aprendizaje basado en juego, de lo que se llama gamificación, que es meter los elementos de juegos dentro de los procesos de aprendizajes. Podemos aprender mucho y aplicarlo en educación.

Hay una tendencia que puede ser un poquito controversial –a ver qué opinas tú–: es que todo tiene que ser adaptativo, todo tiene que ser fácil para el niño, todo tiene que ser basado en juego, etcétera. La tesis que defiendo es que la escuela tiene que cambiar, pero los niños también tienen que aprender resiliencia, es decir, deben de aprender. Las tablas de multiplicar –y que me perdonen– son de memoria.

Les puedes poner juegos para que se las aprendan, pero hay ciertas bases que son fundamentales: la capital de Francia, París; eso se lo puedes contar de mil formas, pero el caso es que hay cosas que se tienen que saber sí por sí.

El niño tiene que aprender –esto va a sonar mal– a sufrir porque es parte del proceso de aprendizaje, es parte del proceso de crecer: “Me reprobó la maestra, ¿qué voy a hacer?, lo sufro”. Y de ese sufrimiento sale un proceso humano: la resiliencia, es decir, el carácter que te va forjando en estas cosas.

Mi tesis es que hay elementos de juegos, hay juegos que te sirven para muchas cosas. En SM tenemos, por ejemplo, Loran, que es una plataforma de lectura la cual tiene unos procesos de gamificación muy divertidos para animar a los chicos a que lean, pero también es una plataforma en donde se hacen exámenes, ejercicios de práctica, que son puro y duro ejercicio sin engañar a nadie.

Me gusta el concepto del equilibrio: hay ciertas cosas que tienen que ser de memoria –perdón, a la antigüita–, pero hay muchas que no.

ÓA. En Puebla, como en casi todo el país, en el nivel básico de educación se prohibió reprobar a los chicos durante la pandemia. Como docentes, recibimos chicos sobreprotegidos y cuando se enfrentan a la reprobación de matemáticas en el nivel medio superior, los alumnos son poco tolerantes a la frustración. ¿Cómo hacerle frente a la postpandemia que esperemos pronto empezará? Hay temores de contagios, los padres no quieren que sus hijos regresen a clases, hay pereza de muchos papás porque es más cómodo tenerlos en casa. ¿Qué papel va a jugar la lectura y una editorial como SM?

FR. Lo que planteas es súper complejo, es muy amplio, pero vamos a tratar de desempacar algunas cosas. Creo que en el mundo hay casos donde no se han cerrado las escuelas y se ha demostrado que los índices de contagio han sido muy bajos. España cerró dos meses y después volvieron al colegio. El índice de vacunas en México ya es altísimo, hemos pasado 80% de la población por lo menos con una vacuna y se han puesto alrededor de 180 millones de vacunas. Creo que eso va caminando y eso debería animar a los papás.

Dijiste algo interesante, que es el tema de la pereza: claro, para muchos papás es más cómodo tenerlos en casa, pero te diría que uno de los usos o de las utilidades que tiene la escuela también es la guardería. Es decir, hay parejas que no tienen con quién dejar a los hijos. Y tenerlos en casa ha sido un gran problema, entonces, creo que hasta por eso el tema de que vayan físicamente es importante para que los padres puedan enfocarse a sus labores, a sus vidas profesionales y todo eso.

Sobre todo, es lo que decíamos antes, ese roce, el estar con los amigos, no se puede vivir aislado –y fíjate que soy un enamorado de la tecnología: mi maestría es en generar sistemas de información. Me encanta hacia dónde van muchas cosas, pero soy consciente de que la parte física es fundamental, los chicos necesitan la pandilla, el grupo de amigos, como decíamos: poder discutir con los profesores.

Hace poco una profesora me contaba que tiene problemas con niños pequeños de motricidad fina y también de motricidad gruesa, porque, claro, llevan dos años sin cargar la mochila, sin llevar los libros. Sé que pueden sonar cosas tontas, pero todo eso suma, son habilidades, destrezas que los chicos tienen que aprender de forma natural yendo al colegio. También es muy importante la visita al colegio porque hay un gad muy importante en las familias: no todo mundo tiene cuatro computadoras en casa –una para cada miembro de la familia– y cuatrocientos megas para que puedan estar en el Zoom sin ningún problema.

Hace un año, salió en un noticiero –y se me caían las lágrimas– el caso de una niña al que una señora filmó en el portal de su casa porque tenía el WiFi abierto y era el único lugar en el que se podía poner a hacer las tareas. Cuando al tercer día salió, la empezó a invitar galletas. Se me caían las lágrimas por esas distancias que hay.

Hasta para eso la escuela es importante. La escuela pública cumple una función que es fundamental para el desarrollo de un país y para darle esa universalidad de acceso a la educación y, por supuesto, para subir la calidad. Pero lo primero es la universalidad, que todos los chicos lleguen.

ÓA. ¿Qué ocurre con las escuelas en donde no es que no alcance el WiFi para todos, sino que no tienen? Pienso en lugares de Puebla, en donde ya no sabemos el número de contagios ni cómo están pasándola. Sin duda, la tecnología nos presenta un gran avance, pero también hablar de tecnología es hablar de los rezagos que sufre cierta población. ¿Qué ocurre con la tecnología, la educación y la pandemia?

FR. Ese es un gran problema y es un problema que, como iniciativa privada, estamos dispuestos a apoyar al estado a hacer su trabajo.

Creo que la Secretaría de Educación tiene una labor muy importante, fundamental, de llegar ahí a donde no llega nadie. Lo fácil es que llegue el hardware, las computadoras, pero también tiene que llegar la formación docente: ahí también tenemos un rezago importante.

A veces los padres de familia regañan a los hijos porque los ven con la computadora. Eso tiene que ver con la formación de los padres de familia en estas zonas rurales. He tenido discusiones con padres de familia que dicen “Pero mi hijo no acabó el libro” y les digo: “Lo importante no es si su hijo acaba el libro o no. Lo importante es si su hijo aprende”.

En esas zonas el problema es mucho más profundo y se requiere de un tema multidisciplinario y una combinación. SM siempre está a la orden. Estamos en el programa de CONALITEG (Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos), que es alucinante. Son las cosas que te puedo decir que el gobierno hace bien: se están entregando, para secundaria, 35 millones de libros al año. Y los libros son algo que ayuda a nivelar esta calidad educativa porque, aunque haya un gad en el conocimiento y en el profesionalismo de algunos profesores, el uso del libro ayuda a los niños a estandarizar –aunque tú sabes que esa palabra en educación tiene connotaciones negativas– o subir el estándar del aprendizaje de los niños.

Te quiero contar una anécdota, que no es de México, pero son de estas cosas que cuando las ves te llenan de esperanza: hay una fundación que se llama Fidal, en Ecuador, y tienen un programa que es de excelencia educativa, tienen un premio. Hace unos años me invitaron a ser parte del jurado y uno de los finalistas –la visión del director de la escuela me encantó– era un programa en una escuela rural donde puso a los niños que tenían vida digital mucho más rica fuera de la escuela que dentro de la escuela a dar clases a los profesores. Invirtió los roles con un éxito increíble. Los profesores encantados y empoderas a los niños. Ya sabes que en la educación cuando alguien es capaz de enseñar algo es porque realmente lo ha aprendido y creo que es un caso digno de contarse, me llena de esperanza.

Es una de las cuentas pendientes que tenemos que trabajar mucho. Es estado-iniciativa privada total.

Fernando Revilla. Foto cortesía.
Fernando Revilla. Foto cortesía.

ÓA. Sé que con ustedes está colaborando Elisa Bonilla, que trabajó en el sector público. Sabrás a la perfección que, en nuestro país, cuando hay un interés privado que convive con el interés público se genera entre la población un resquemor en el que se sugiere: “Seguramente se van a robar las cosas”. ¿Cómo mantener el equilibrio para que la iniciativa privada pueda entrar a la inversión pública y que nos dé buenos resultados?

FR. Es un punto importantísimo el que pones y más cuando se habla de educación, porque el concepto de lucrar con la educación tiene un estigma fuerte. Te voy a contar de SM y, si me permites, te cuento de cómo –como gremio– hemos trabajado con el estado.

Lo que me llamó la atención cuando me invitaron a trabajar en SM fue que hicieron las cosas al revés: SM viene de la congregación marianista en España, que para buscar fondos y tener un impacto social creó la fundación SM. Y la fundación, por el carisma marianista que es no estar pidiendo limosna sino trabajar para que las cosas salgan, creó la editorial para dotarse de recursos y tener impacto social.

Lo bonito de trabajar aquí es que, como director profesional –que tengo mi sueldo– no estás trabajando para un consejo de administración o un consejo de accionistas: estás trabajando para la Fundación. Para que quede híper claro: no es una empresa que creó una fundación para bajar impuestos. Es al revés: la Fundación creó a SM, como editorial, para allegarse de recursos y tener impacto social.

Eso es por lo que compete a SM. Como relación mundo editorial-gobierno –no te podría hablar en otros casos. Creo que México puede ser un ejemplo para muchos países porque por medio de la CANIEM (Cámara Nacional del Libro), hay un capítulo que se dedica al libro de texto. Estamos ahí todas las editoriales –desde las más grandes hasta las más pequeñas, no hay distinción– y está liderada por Patricia López, directora general de McMillan Castillo, y el presidente de la CANIEM, Juan Arzoz. Te puedo decir, como agremiado, que están haciendo una labor extraordinaria de relacionamiento y apoyo al gobierno.

México es un país editor, eso significa que la SEP tiene un equipo de docentes, Elisa Bonilla gestionó ese equipo. Tienen pedagogos de talla internacional, son los que hacen el programa nacional de educación y todos los libros de primaria, pero tienen la visión de decir “Oye, igual y no podemos hacer todo nosotros”. En ese caso, abrieron a la iniciativa privada hacer los libros de secundaria. Ahora, lo que han logrado, a través de los años, es que sean los profesores los que lo hagan y, literalmente, este año que acaba de pasar hubo un proceso de selección vía digital, donde los profesores eligieron los libros que quieren. En un ejercicio de transparencia muy importante.

La relación es buenísima y de mucho respeto de parte de la asociación a los miembros de la Secretaría de Educación. Inclusive hemos hecho donaciones de materiales para que puedan salir libros sin costo de derechos para ayudar en el rezago educativo.

Por otro lado, en beneficio a las editoriales, ese ingreso que estamos teniendo con las ventas al gobierno nos ayudan a mantener, en este caso, a 260 familias que viven de SM.

ÓA. Heriberto Yépez, hace tiempo, sugería que la universidad era un modelo caduco. Decía que la universidad debe desaparecer. ¿Para qué sirven las universidades?, ¿para qué sirve la escuela hoy en día?

FR. Estás en plan provocador, Óscar. Me encanta la conversación. Elon Musk grita que no hace falta estudiar una carrera para poder entrar y todas sus empresas son de alta tecnología.

Si sólo vemos a la universidad como un lugar donde voy a aprender algo, es una visión un poco cerrada y muy pequeña de lo que hace una universidad, porque conoces a mucha gente, aprendes –otra vez– a relacionarte. Te encuentras gente por la vida con la que has estudiado la universidad y ¡caray!, da gusto.

Creo que debemos de cambiar el chip del tema del conocimiento y dejar de pensar el proceso educativo como: ya acabé la primaria, la secundaria, el bachillerato, la universidad, si acaso maestría y doctorado. Y pensar que la educación es para toda la vida.

Si pensamos que la educación es un proceso en el que debemos estar embebidos toda la vida, puedes elegir –universidad o no universidad– y te puedes formar en muchas cosas, por ejemplo, puedes estar en un campamento para aprender cualquier lenguaje de programación y en seis semanas dominas o por lo menos sabes cómo programar. Eso está muy bien.

Para mí el problema es que la universidad no sólo es eso. Sobre todo, si el currículum de la carrera que elegiste y las materias optativas que hay son interesantes porque también te redondea como persona: “Oye, yo quiero aprender informática”, pero es que informática no sólo es programar, tienes que aprender sistemas operativos, bases de datos… hay mil cosas.

Cuánta gente brillante no ha terminado la prepa y después lo hace. El problema es que sólo miramos a los que tienen éxito. ¿Pero a cuánta gente le ayuda tener el papel de que terminó la universidad o el papel que terminó el bachillerato?

ÓA. SM acaba de impartir un seminario, ¿hacia dónde se están enfocando más? Y, nuevamente, en el contexto de la pandemia: ¿en el rol que tiene el docente o en el rol que tiene el alumno? Si bien es cierto que tanto profesores como alumnos estuvieron casi en las mismas condiciones, por una u otra razón en algunos casos se nota más una analfabetización digital, que pareciera ser que está más en los docentes y no tanto en los jóvenes.

FR. Es muy buena pregunta y la respuesta no es fácil porque tengo ganas de decirte que en los dos. Trabajamos mucho, evidentemente, haciendo los materiales para los alumnos, pero también nuestros libros van acompañados de una guía escolar que va para el profesor, de acompañamiento para ayudar al profesor a trabajar con nuestros materiales.

Y, como comentabas al iniciar la pregunta, tenemos estos eventos como el Seminario Internacional de Educación Integral, que está enfocado a docentes, a directores de escuelas, porque nuestro compromiso es con la educación y no es o con unos o con otros.

Estamos convencidos de que el rol del profesor no sólo es fundamental, es casi el factótum para que el niño pueda salir adelante. Por supuesto, está el rol familiar, los amigos.

Siempre hay que ver a la educación como algo a lo que los padres no pueden tercerizar; tienes que inculcar valores, hay muchas cosas que se ven con el ejemplo, pero la educación formal, reglada, se la va a enseñar un profesor. Tenemos todo un equipo que está encargado de hacer materiales, desarrollar talleres, trabajar en el SIEI para apoyar a los docentes en los 10 países en donde tenemos presencia. La ventaja de que el Seminario sea virtual –este año hicimos un experimento– es que pudimos tener a más de 30 mil visitantes de muchos países de habla hispana, lo hicimos híbrido: tuvimos cerca de 100 docentes y directores de escuela en nuestras oficinas, con todas las medidas de seguridad adecuadas.

No quiero sonar a cliché, pero no sabes qué bonita experiencia y cómo agradecieron poder vernos las caras, tomarnos un café, almorzar juntos, que hagan las preguntas ahí mismo, la verdad es que fue genial. La presencialidad es necesaria.

ÓA. ¿Crees que haya un modelo de hibridación para el libro? ¿Tendremos plataformas electrónicas combinadas con el papel de los libros?

FR. Hay expertos que llevan pronosticando la muerte del libro de texto desde hace más de 20 años. Nuestros mayores ingresos, como editorial, vienen de la venta de libros físicos, pero como digo muchas veces: todos hemos leído el caso de Blockbuster, de cómo quebraron.

No es que seamos tontos, es que la educación es muy compleja y hay que saber trabajarla e ir transicionando. Yo te diría que, por los próximos años, veo que el libro tiene un lugar importante, pero como bien dices ya no sólo es el libro.

Creo que ninguna editorial te vende el libro solamente, ya todos tienen códigos QR, están ligados a plataformas, accesos a más contenidos, videos en YouTube, hay muchos más elementos. Ahora se está hablando mucho del Metaverso, que a mí no me sorprende porque para los que nos gustan los videojuegos ese concepto lo conocemos desde hace muchos años, pero ahora está de moda y se está hablando mucho de los usos en educación. No es que sea escéptico, pero como todo, creo que tiene su lugar y su dimensión.

Algo que sí creo es en la emoción, en que cuando un niño se emociona por algo aprende mucho mejor. No sé si te pasó de chico que de pronto te decían: “Vamos a visitar tal lugar” y sales del aula. Era el hecho de que pasara a buscarte un autobús, te llevaban de excursión. El aprendizaje significativo para mí está empapado de emoción. Entonces, ¿cómo podemos hacer que el proceso educativo sea emocionante para los niños y elegir el medio idóneo para eso? Donde los juegos agreguen valor, donde una simulación sea más interesante, donde lo presencial y el libro ayuden, entonces vamos por ahí.

ÓA. ¿Cuál es la importancia lo literario para SM? Tienen premios como Barco de vapor o Gran Angular, se fomenta mucho la lectura de estos libros, pero ¿qué pasa con la escritura para que los lectores de estos premios en 10 años sean los escritores ganadores? Creo que eso cerraría un círculo.

FR. Acabas de decir algo importante: el proceso de escritura dentro del proceso de formación. Al final del día, escribir es pensar, entonces estoy de acuerdo contigo. Creo que es una deuda pendiente y lo digo así de claro. Tenemos que hacer más para fomentar que los niños escriban porque en eso, como parte del proceso educativo, hay tantas tareas.

Claro, los niños son tan rápidos que se lo copian de cualquier lugar, pero si lográramos que escribieran más, sobre todo ficción, y a que encuentren ese amor por ese proceso sería increíble.

Para SM la literatura infantil es fundamental, son las bases sobre las cuales se construyó la organización. Creemos que el proceso de lectura, de interpretación en los niños, que se enamoren de las historias es bueno para el proceso de desarrollo y para el disfrute de la vida misma.

Poder fomentar la escritura más profesional –porque son profesionales los que van ganando los premios– es importantísimo. Algo que es un poco triste en México es que la literatura infantil se vende por prescripción, es decir, son muy pocos los libros que se venden –a comparación, por supuesto– en las librerías en donde los niños van y le dicen al papá: “Cómprame tal novela o el libro de Harry Potter, o el libro de no sé cuánto”, versus los que se están buscando promocionar en las escuelas como planes lectores. En eso creo que las escuelas están haciendo una labor importantísima de fomento la lectura.

Lo digo sin romanticismo porque después está el otro extremo, el que te dice “preferimos el libro de papel, porque hay que olerlo”, pero tenemos de todo: hay libros que tengo en Kindle, que después me compro en físico porque, como dices, aunque puedo tomar notas en el Kindle, quiero rayarlos… Son las cosas que son fundamentales, que están muy trilladas, en esos términos soy práctico: los papás tenemos que leer mucho para que nuestros hijos vean que leemos, que se enamoren de la lectura, hablar de libros.

Siempre va a ser más fácil hablar de un juego de video porque tocan otras partes del cerebro que te enganchan más rápido –lo digo en positivo, para nada demonizo a los juegos de video– y tener el contrapeso porque uno es satisfacción inmediata y el otro es ese proceso de mostrar resiliencia. Hay libros que quieres dejar y qué satisfacción terminar de leerlos. Se aprende mucho de la literatura.

ÓA. Entiendo que las etiquetas sirven para vender, y después de escucharte, sería interesante quitarle la etiqueta “literatura infantil” “literatura juvenil”, ¿o hay que dejárselas todavía?

FR. La etiqueta, en términos prácticos, le ayuda a un padre o a un profesor a elegir el nivel adecuado o el libro adecuado para el niño. Es como jugar tenis: para divertirte tienes que pegarte 6 meses. Los primeros días es recoger la pelota, te pegas o no le pegas nada. Lo mismo con la lectura, si le pones al niño un libro muy difícil para la edad que tiene o para la capacidad lectora que tiene se va a frustrar. Si le pones uno muy fácil, lo mismo.

Creo que las etiquetas, en el sentido de “literatura infantil” y los colores, los sellos son importantes como guía, pero tomarlos sólo como guía. Si hay un niño que está muy avanzado y ya está leyendo Ciencia Ficción de Isaac Asimov, entonces denle más, no lo frenen.

Lo que sí diría es que hay que ser mucho más abierto en el tipo de literatura que se abre para los chicos, para que encuentren su gusto, no cerrarlo sólo a la prescripción de tal libro, sino también dar apertura a que conozcan más autores, más estilos de escritura.


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