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Por Carlos Sánchez

Hermosillo, Sonora, 8 de julio de 2023 [00:05 GMT-7] (Neotraba)

Detrás de sus lentes se impactan las palabras. En oficio de versos y oraciones le va la vida: la encuentra siempre en la literatura.

David Huerta es intransigente si la solicitud de una entrevista se cruza a su paso una tarde después de ofrecer una charla. Y propone como opción que el reportero redacte la nota si éste asiste al taller sobre literatura del siglo de oro impartido por el poeta.

A la mañana siguiente, en el interior del Colegio de Sonora, la palabra se vuelve un río desde las venas de David Huerta. Son tres horas de reconstruir la historia, de tocar a Garcilazo, Cervantes, Lope de Vega, entre otros extintos escritores.

En el preámbulo de la despedida, los alumnos escuchan la propuesta del maestro. En unos minutos irán a comer. Antes, Huerta conversa sobre escritura e infancia.

Nacer tocado por la poesía es más que un privilegio, la circunstancia de la que David no se escapa. Efraín Huerta su padre, y los amigos de éste, le marcaron el rumbo naturalito de los libros.

“Nací en un ambiente muy favorable, entre periodistas, escritores y militantes políticos y fue para mí un poco al revés de lo que uno lee en biografías de escritores o artistas, que tienen que superar la incomprensión de su familia y que los padres los maltratan y les dicen que tienen que ser ingenieros, que no pueden ser músicos ni pintores. Mi vida es al revés, está llena de condiciones propicias. Luego, cuando me hice adolescente y joven, esas condiciones propicias se volvieron lo contrario porque decían, a éste se le dieron las cosas con cierta facilidad, ahora vamos a ponerle obstáculos, y todo se volvió más interesante”.

Hay la risa como comparsa de las supuestas trabas que estuvieron entre los pasos del poeta. Y la pregunta para volver a la infancia: ¿De niño cuando despertabas abrías los ojos y veías poesía?

“No. En realidad mi infancia fue bastante normal, aunque el barrio en el que nací era un barrio muy atípico, en la ciudad de México, se llamaba segunda colonia del periodista. Los vecinos de la colonia eran colegas de mi padre, y todas las familias se conocían, porque todas las familias estaban en el mismo oficio, más o menos: redactores, reporteros, articulistas, fotógrafos, caricaturistas, algunos locutores de televisión, gente de radio, estaban pues, en lo que se llama ahora el periodismo en todas sus facetas.

“Fue muy propicio en general este ambiente: jugaba futbol, hacía travesuras y tonterías como todos los niños las han hecho. Era también un niño libresco porque muchas horas se las dedicaba a la lectura, pero vivía una infancia bastante normal, incluso puedo decir que bastante común y corriente”.

–Lo que sí creo es que ni intentaste ni te pudiste escaparte de la poesía.

“Ni ganas que dan, esa es una cosa maravillosa”.

–¿Hay algo que te duela de la poesía o es puro gozo?

“Es difícil no poder decir lo que uno quiere como uno querría decirlo. Eso puede un poco pero vale la pena hacer el intento siempre”.

–La carrera de los medios en contra de la poesía, esta manera de limitar el pensamiento, ¿cómo lo ves?

“Prefiero no ponerme en contra de los medios en sí mismos, sino de la utilización que de ellos se hace. Yo veo mucha televisión, no voy a mentir y decir que veo siempre los canales culturales, pero luego en las encuestas resulta que todo mundo está viendo el canal cultural; veo también los deportes y las noticias, algunas series que me resultan interesantes, comedias, y mucho de la televisión cultural, y me doy cuenta claramente que el uso descomedido, explotador e ignorante de los medios, es lo que hace daño, no los medios mismos, ellos pueden aportar y lo hacen. Y puede decirse lo mismo desde el otro lado de la trinchera de los libros: bueno, ahí está mi lucha, ahí están Los protocolos de los sabios de Sión, que son libros verdaderamente venenosos, prejuiciosos y perjudiciales”.

Hay en la mirada de David la incesante inquietud por abordar las calles del centro de la ciudad de Hermosillo. Ante la premura, la pregunta final es la cita textual de uno de sus poemas, y se dispara: ¿El mundo sigue siendo una mancha en el espejo?

“Sí. No está limpio, y no se refleja uno en el él con toda diafanidad”.


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