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Adán Medellín
Adán Medellín

Por Óscar Alarcón (@metaoscar) / Luis J. L. Chigo

Puebla, México. 17 de enero de 2020 (Neotraba)

Los 10 taquitos de esta semana nos los refinamos con Adán Medellín, ganador dos veces del Premio Bellas Artes de Literatura en las categorías de Cuento y de Ensayo. Trabajó como editor en la revista Playboy cerca de 12 años. Es un gran coversador, viajero, lector y escritor (no necesariamente en ese orden). Busquen una mesa, pidan una agüita fresca y dejen que les entreguemos su orden con todo para llevar.

1. ¿Qué fue lo último que soñaste?

Uf. Creo que soné que estaba de viaje en un lindo pueblito semidesértico. Vengo llegando de una travesía redonda de 1200 km. en camión de Tamaulipas a Ciudad de México este último par de días.

2. Si compusieras un blues sobre la Ciudad de México, ¿cuáles serían los lugares que incluirías en esa pieza musical?

Sería uno de esos blues del camino. He podido vivir en varios sitios de la capital y amo mucho esta ciudad. Comenzaría en las calles aledañas al metro La Raza, al norte de la ciudad, y hablaría de los campos de futbol de tierra en Lindavista donde jugué de niño, de la escuela primaria en Peralvillo donde mi mamá enseñó por muchos años y a la que también asistí, de la casita de mis abuelos en Iztapalapa donde me enamoré de los libros. También habría unos versos sobre los días locos y felices en Ciudad Universitaria, mis eternas caminatas por el Centro y mis mudanzas a la Narvarte y la Heroica Colonia Portales.

3. Cuéntanos alguna travesura de tu niñez.

En realidad era un niño tranquilo que rompía las rodillas de sus pantalones por el futbol, pero recuerdo una vez en que nos invitaron a comer a una casa muy linda en la zona residencial de Lindavista. Recibíamos invitaciones así porque mi mamá era maestra de primaria y la comunidad la quería mucho. Total que fuimos con la consigna de portarnos bien porque debíamos dar cierto ejemplo, y terminados los alimentos, salimos a jugar al jardín de la casa con las tres hijas del matrimonio que nos recibía. Había una estatua muy bonita con una fuente, una de esas copias tipo mármol de algún angelito con un cántaro, creo. Nos estábamos correteando y se me hizo fácil subirme al angelito para que no me atraparan. No contaba con que el angelito estaba sobrepuesto y ahí voy al piso con todo y estatua. Por fortuna el ángel aquel no se quebró, pero tuvieron que prestarme unos pants de la hija mayor para el resto de la tarde porque estaba empapado por el agua de la fuente. Creo que el ángel se jubiló después de eso. Mi mamá estaba apenadísima, yo no paré de ofrecer disculpas. Ahora me río mucho al recordarlo.

4. ¿Qué es lo que más te gusta de ser editor de Playboy?

Hace unos días me separé de la jefatura de redacción de Playboy después de doce años en la revista. Creo que lo que más disfruté era la sorpresa, la posibilidad de que pasara algo diferente cada día. Es una revista hecha y pensada para divertirse, para pasarla bien. Hice muchas piezas y reportajes donde me metí en aventuras que no habría vivido de otro modo: me quedé atrapado en medio de un huracán en Colima, esquié en una montaña en Nuevo México, jugué a ser bar tender, hice crónicas de esos antiguos lugares de encuentros para solteros en la época Pre-Tinder, tomé clases de krav maga, entrevisté a políticos, futbolistas, escritores; hasta hice protocolos para donación de semen. Ese espíritu loco y relajado de la revista es el que me llevo conmigo.

Tacos de barbacoa del mercado de la Portales, foto de Adán Medellín
Tacos de barbacoa del mercado de la Portales, foto de Adán Medellín

5. ¿Cuáles son los mejores tacos de tu ciudad?

Uf, esta ciudad es un paraíso para los amantes de los tacos. Yo le tengo mucho cariño a un puesto de tacos al pastor en Avenida Cuitláhuac casi llegando a Insurgentes Norte, iba ahí de niño y tuve mis comilonas más épicas. También me encantan los tacos de barbacoa del Mercado de la Portales, los de suadero en “Los Borregos” en Plutarco Elías Calles, los de birria en Avenida Independencia cerca del metro Balderas y los famosos de canasta en la peatonal de Madero, a unos pasos del Zócalo.

Con todo para llevar
Con todo para llevar

6. ¿Te pegaron alguna vez con la chancla?

Claro, aunque muy rara vez. Una noche fue porque mi hermana y yo no queríamos dormirnos y no paramos de hacer escándalo en el cuarto hasta que mi papá entró, dos chanclazos, regadera con agua fría y ahora sí, calientitos y a dormir.

7. ¿Te gusta o practicas algún deporte?

Los amo. Desde niño adoré el futbol, lo jugué hasta salir de la universidad en equipos de amigos, de la escuela o en deportivos. Jugué mucho basquetbol en la secundaria y la preparatoria. Ya más grande, entrené box un tiempo. También me gusta mucho la natación, siempre que salgo me llevo el traje de baño por si se me atraviesa un río. Lo último en lo que ando metido es correr: no me gustaba mucho, pero ya estoy empezando a disfrutarlo más. Soy el señor en casa que puede pasar horas mirando canales de deportes y oyendo discutir a otros señores de NFL, beisbol y la Champions.

8. ¿Qué se siente ganar dos veces el Bellas Artes en diferentes categorías?

Una sorpresa y una motivación tremendas. Creo que quienes escribimos siempre tenemos una cosquilla de incertidumbre con nuestro trabajo. A veces los libros son cartas al vacío. No sabemos si vamos a publicar y después, tampoco sabemos si encontraremos lectores. Esos dos premios me han permitido liberarme y cumplir mi promesa con dos obsesiones: una del lado de la música, con los relatos de Blues vagabundo; otra con la reflexión sobre la poesía y la figura del argentino Héctor Viel Temperley, que me trastornó felizmente cuando lo leí. Sobre todo, los Bellas Artes me han permitido encontrar nuevos espacios, amigos y conversaciones en las letras, algo que agradezco muchísimo.

9. Si te encontraras con un extraterrestre, ¿qué le dirías?

Mano, si quieres llevarte este planeta tendrás que invertir demasiado. ¿De veras tienes lo que se necesita para conquistar este safari?

10. ¿Cómo es Adán Medellín cuando se enoja?

En realidad soy un tipo muy ecuánime y calmado, que procura elegir sus batallas, pero cuando me colman la paciencia ya no hay vuelta atrás: lanzo palabras duras, críticas, contundentes, que pueden herir y ser un poco crueles e injustas. Canto las cosas y no me da miedo irme a la yugular, a las grietas y las incongruencias de quien está enfrente. Por eso procuro respirar, darme un espacio, tocar la guitarra, irme a correr, algo que permita que esa energía fluya de otro modo y pueda volver tranquilo a resolver mejor el asunto.

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