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Portada del número 221 de la revista Tierra Adentro Escritoras Orgullo y Prejuicios
Portada del número 221 de la revista Tierra Adentro Escritoras Orgullo y Prejuicios

 

Por Rebecca Durán (@BeccaDuran1)

 

La historia va así: Una mujer se queda sin sus derechos fundamentales y se convierte en un cuerpo que sólo sirve para dar a luz.

 

Se trata de un artículo en la miscelánea del número 221 de la revista Tierra Adentro en donde nos cuenta un dato interesante: “El cuento de la criada” de Margaret Atwood, el cual tuvo un aumento en sus ventas según reportó el periódico británico The Guardian.

 

Foto de Sarah Pinsker tomada de https://www.theguardian.com/books/2017/mar/25/dystopian-dreams-how-feminist-science-fiction-predicted-the-future
Foto de Sarah Pinsker tomada de https://www.theguardian.com/books/2017/mar/25/dystopian-dreams-how-feminist-science-fiction-predicted-the-future

 

 

En un clima social tan tenso como el de ahora en donde la mujer objetivada, asesinada o simplemente ignorada, el libro de Atwood cobra una fuerza impresionante, porque cuando terminamos de leerlo decimos “Sólo es ficción”.

 

Sin embargo, se convierte en el encabezado del periódico, en la noticia estelar del noticiero de las 11 o la razón para escribir sobre la lucha que la mujer tiene y ha tenido por sus derechos, por sobrevivir después de querer expresarse.

 

Y es ahí, en la expresión de la mujer, donde es difícil hacerlo sin salir lastimada.

 

Escritoras, Orgullo y Prejuicios es como se titula el número 221 de la revista Tierra Adentro —haciendo una clara referencia a la obra de Jane Austen.

 

En sus primeras páginas nos invitan a leer la vida y dificultades de 7 escritoras mexicanas, todas con un elemento en común: escribieron en una época sobre temas de los que una mujer no debía escribir. O incluso, donde la mujer no debía ni escribir.

 

“El cuerpo es político cuando el lenguaje lo emancipa, es decir, es político porque es poético”

Nadia Villafuerte habla acerca de la vida de Nellie Campobello y explica cómo es que las obras de esta escritora duranguense quedaron al margen tanto tiempo. Sobre todo una, quizá la más notoria: la de su escritura periférica, a pesar de la fuerza de sus relatos.

Villafuerte dice

 

“Campobello registró los pormenores de un conflicto violento, a la vez que vivió un acto de extrema agresión al sufrir un secuestro que la hizo desaparecer física y simbólicamente del mapa. Se llama ser testigo y víctima porque un final así se encuentra de algún modo atado a la historia colectiva del país que ella misma narró”.

 

 

Josefina Vicens es otra escritora que, al leer el artículo de Gabriel Wolfson, me inspiró simpatía. Con tan solo 2 novelas, esta escritora ocupa un lugar importante en la narrativa mexicana.

 

Su novela El libro vacío tiene un razón de peso para leerlo: en la edición de Lecturas Mexicanas de 1986 se incluye la “Carta prefacio de Octavio Paz —firmada en septiembre de 1958— en donde entre otras cosas, se nos da entender que Paz leyó el libro antes de ser publicado.

 

“Vicens logra crear el mundo en que vivía, el mundo de la pequeña burguesía”

En la carta que Paz le escribe a Vicens entorno a su novela, explica que aunque la autora narra su mundo, no es una narración naturalista ya que las reflexiones de su héroe traspasan la realidad aparente y muestran al hombre y sus límites así como también sus imposibilidades: “el hombre caminando siempre al borde del vacío”.

 

Algo que encontré acerca de Vicens es que a lo largo de su vida usó 3 pseudónimos, todos masculinos: Pepe Faroles, José García y Diógenes García.

 

Además de estas dos escritoras, también se recuerda a Enriqueta Ochoa, Inés Arredondo, Guadalupe Dueñas, Gloria Gervitz y Esther Seligson.

 

 

Ilustración para el texto El hombre sin comillas de Gabriel Wolfson y Coral Medrano
Ilustración para el texto El hombre sin comillas de Gabriel Wolfson y Coral Medrano

 

 

Siguiendo la temática de la revista, se encuentra el dossier titulado “Romper los estereotipos”, donde resaltan 3 títulos, con 3 autores diferentes, 3 temas diferentes pero los 3 confluyen en la misma intención. A continuación los menciono:

 

“Envenenar a la juventud”, de Juana Inés Dehesa es una lectura divertida en dónde se resalta un punto muy importante: los libros infantiles crean estereotipos.

 

 

“Qué van a saber de la subversión si nunca los han acusado de envenenar a la juventud […] Una mujer me acusó de estar soliviantado a su hija instigándola a que no se casara, hiciera lo que se le diera la gana y, como consecuencia ineludible, se quedara sola para siempre. De nada sirvió que le explicara a la señora que, francamente, yo lo único que había hecho era escribir un libro con personajes femeninos fuertes y valientes”.

 

 

“La amenaza del pozo sulfúreo” de Úrsula Fuentesberain, es una reflexión de cómo la mujer ha trasgredido las normas sexuales a lo largo de la historia, destacando el estereotipo en donde es satanizada. La mujer como un peligro: bruja, prostituta o loca.

Siendo ésta utilizada en épocas remotas como símbolo de perdición, utilizada como chivo expiatorio para los males que acontecían.

Al leer este texto se me ocurría una comparación de frases que suceden en épocas diferentes, con motivos diferentes pero el significado es el mismo:

  • La quemaron por ser bruja y pervertir a los hombres.
  • La violaron por llevar falda y andar sola de noche.

 

 

“Puta de joven. Bruja de vieja […] La puta copula con los hombres por dinero y la bruja copula con el diablo a cambio de poder, pero ambas encarnan la misma sexualidad aberrante: la que no tiene como fin la procreación”

 

 

Así es como Fuentesberain me llevó —y creo que a cualquiera que la lea— a una reflexión acerca de la mujer en la literatura, además de la conceptualización que se tiene y que se tuvo de la figura femenina.

 

Para cerrar el especial, Gloria Pardocon “Él es ella”, hace una crítica de las escritoras que a lo largo de la historia han tenido que usar seudónimos masculinos para lograr ser publicadas. Algo que mencionaba antes con Josefina Vicens, como uno de tantos ejemplos.

 

La subestimación de la mujer respecto a su capacidad intelectual y de escritura.

 

Un dato que me llama la atención en la lectura, es que Emily Brontë, tuvo que utilizar un pseudónimo para poder publicar Cumbres Borrascosas, incluso la crítica aseguraba que el autor debía ser alguien muy masculino —quizá marinero— debido a la intensidad de la narración. Y al momento de saber quién realmente la había escrito, la desaprobación y el desprestigio hacia la obra no se hicieron esperar.

 

Sin duda leer esta revista fue algo que disfruté, incluso es algo que se antoja compartir y comentar. A mí me ocurrió que cada vez que iba escribiendo acerca del número 221 de la revista Tierra Adentro, me di cuenta que llevaba muchas cuartillas y no me alcanzaban para relatar lo increíble que es este número.

 

Revista Tierra Adentro número 221, Escritoras Orgullo y Prejuicios. Marzo-Abril de 2017, 104 página.

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