¿Te gustó? ¡Comparte!
Verde Agua, Flor Guga (Guga Comits) y BEF, foto de Luis J. L. Chigo
Verde Agua, Flor Guga (Guga Comits) y BEF, foto de Luis J. L. Chigo

Por Luis J. L. Chigo

*Con la colaboración de Lizeth Tlatelpa De Roman

Puebla, México, 07 de marzo de 2020

Después de la charla frente al público en la 41 FIL Minería, pude reunirme con Verde Agua y Guga Cómits para tocar algunas líneas sobre la narrativa gráfica. “Un medio legítimo para contar historias” y “un vehículo todo terreno”. Así definió Bernardo Fernández BEF al cómic hace algunos días, cuando lo entrevisté para este medio. Ambas definiciones, resaltaba yo, tardaron para entrar en el medio cultural y social.

Por alguna razón, los mayores ponían en nuestras manos El Quijote de la Mancha –muchas veces resumido–, esperando despertar como por arte de magia el gusto lector en el niño. Acto seguido, se demostraba cómo ellos nunca habían leído el Quijote.

Cuando estuve en primaria la SEP distribuyó a nivel nacional El Periquillo Sarniento de José Joaquín Fernández de Lizardi. El título iba acompañado de la leyenda Sus extraordinarias venturas y desventuras, contadas por Felipe Garrido y estaba ilustrado por Sixto Valencia. Sí, el creador de Memin Penguin, quien hiciera el proyecto en 1983 con el Gobierno de la República y luego fuese recuperado, en 2006, por el gobierno de Vicente Fox, personaje al cual le ilustraría su biografía. El tiraje fue sustancialmente superior a cualquier libro conocido: 27.5 millones de libros.

El Periquillo Sarniento, en la edición de la SEP de 2006
El Periquillo Sarniento, en la edición de la SEP de 2006

Y, aunque evidentemente ambas acciones no son despreciables –desde el aspecto de la lectura–, es dudoso pensar en si estos dos clásicos logran el cometido en la actualidad. Ambos libros son clásicos por su complejidad estética y literaria, por su narrativa trascendente, y carecemos de las herramientas básicas para desentrañar su belleza.

Mientras fui estudiante de educación básica, jamás terminé alguno de los dos. Ni ahora. Considérese mala educación, pero las narrativas más atractivas están a la vuelta de la esquina, en nuestros teléfonos, en nuestras computadoras. Se valen de una capacidad tecnológica como pocas y de una evolución en las historias mucho más digna. Si antes el cómic era despreciable, como aseguraba BEF, era precisamente por la carencia de sus propuestas.

En la cultura de la inmediatez visual se debe ser propositivo. Como lo hicieron el mismo BEF o Luis Roiz. En la correspondiente a la digital, se avanza, se supera el papel para luego regresar a él. ¿Y de dónde traemos las historias? ¿Y qué historias contamos? Quien se haga estas preguntas, pensará todavía en el cómic como algo lejano e intrascendente. Todos los días, a todas horas, en la prontitud de nuestro ser propenso al uso de la mirada, las imágenes nos educan. ¿Tendrá que ver también con los hábitos de lectura del mexicano?

Guga Cómits. Sí, totalmente. Tenemos que volver a esos momentos, por ejemplo, en los cuarenta, cuando todos los mexicanos consumían historieta, cómic a discreción. Pero sí, tiene que ver totalmente con el cómo te relacionas tú con el conocimiento y con este hecho actual de que las cosas tienen que ser tan inmediatas. Entre más digerido me des las cosas, yo menos me preocupo, yo espectador menos pienso.

Entonces más bien hay que darle para atrás y empezar a demostrar o hacer evidente las posibilidades de la curiosidad humana, hacia dónde nos lleva o nos ha llevado como especie siempre, esa cuestión de querer aprender y querer conocer las cosas. Es una cosa sí de hábitos, pero también demostrar cuál es ese potencial de aprender. Es un gran trabajo a nivel escolar y de familia, de cómo meterles esos hábitos a los hijos, pero, por supuesto, si los adultos no leen en casa, los niños de esa casa tampoco van a interesarse por libros.

Logo de Guga Cómits, tomado de la página de Guga Cómits
Página web de Guga Cómits

Sin embargo, esto todavía no se traduce en un medio laboralmente fructífero para los ilustradores. Cuesta aceptar, como se dijo más arriba, que la narrativa gráfica puede alfabetizar de manera efectiva y a una velocidad superior. El ilustrador, para ser profesional, necesita moverse por cuenta propia: imprimir sus libros por los medios a su alcance, crear páginas de Facebook, hacer comisiones, contar historias pequeñas en formatos pequeños para no asustar al público con libros de más de cincuenta hojas, los fanzines. La pregunta fue, ¿qué tanto la autopublicación es un paso obligado y no un gusto?

Verde Agua. Le diste al clavo. Es necesario, no encuentro otra forma de editar en México a menos que seas un privilegiado. O sea, que vengas de una familia cultural que sepa cómo insertarte o una familia con recursos que encuentre la forma de hacer un nexo económico entre editoriales. De otra forma, el 99% de la población necesitamos la autoedición, sea física, en fanzine o en digital, en webcómic.

Guga Cómits. Por lo menos en mi generación sí era un paso obligado, porque a veces ibas con editoriales y te bateaban; había que regresarse. Pero una de las grandes ventajas de estas épocas tan híperconectadas es justamente la necesidad de tener una producción constante.

Muchas editoriales, lamentablemente o no, se guían por esta cuestión de la fama, de cuántos seguidores tienes, cuántos likes les dan a tus publicaciones. Hay personas muy talentosas que también pueden brincarse esta cuestión de la autoedición y de la autopublicación simplemente haciéndose visibles. Claro teniendo una buena chamba, una chamba que pueda ser capitalizable, pero puede brincarse completamente. Hay gente que pasa directamente de la publicación en redes a la editorial.

Salta entonces una duda enorme: en un mundo tan ampliamente difundido, como el de la ilustración, en redes sociales, ¿cómo sabe el ilustrador que ha logrado un trabajo auténtico?

Verde Agua. Nunca lo sabes, yo no sé si soy auténtico.

Logo de Verde Agua, tomado de su página de Facebook
Página web de Verde Agua

Guga Cómits. Eso es bien relativo. Depende de un montón de cosas como las propias demandas del mercado, las tendencias de imagen. Incluso a veces del género, dependiendo, que también es una cosa pues muy complicada. Yo digo que no hay modo de saberlo más que justamente produciendo y viendo. Es un trabajo de años, dándote cuenta cuáles son los alcances y cuál es la dirección que quieres para tu propio proyecto.

A pesar de ello, veo cómo Guga Cómits lleva a promocionar su trabajo de fanzines, donde la divulgación científica encuentra el espacio de las imágenes. ¿Cómo lograr precisamente esto?

Guga Cómits. Lo que yo hice fue una compilación de cosas que ya había publicado en octubre pasado. Hay una especie de iniciativa de un autor estadounidense, no me acuerdo el nombre[1]. Le puso Inktober, en el que, durante octubre de cada año, haces un dibujo diario todo el mes con base en temas específicos. Justamente aprovechando la coyuntura, porque todo mundo se pone a hacer dibujos para el inktober, con temas o no, decidí hacer un inktober –yo siempre les digo tintubre– de divulgación científica.

Había escuchado y consumido un montón de datos y de libros, podcast, entrevistas con divulgadores científicos; pensaba en cómo hacer llegar lo que traes adentro y darle una cierta salida. Hice una selección de datos, una lista de cosas que quería hacer, que me parecían las más importantes, pensando sobre todo en que las personas que iban a leer eso no necesariamente estaban familiarizadas con la cuestión científica.

Son fanzines muy directos, no tienen una terminología especializada ni técnica y prácticamente son como el punto de entrada, como la probadita para que la gente que lo lea pueda interesarse más. Pero en realidad no hay una fórmula para hacer una divulgación científica, va a depender mucho de lo que quieres decir y también un poco de cuál es la intención que tienes como autor.

Lo que sí  se debe aprovechar siempre es esta posibilidad de la imagen para transmitir ciertos datos y conocimientos que nos parezcan importantes, aunque hay poca gente. De a poquito hay más personas y más autores que han empezado a ver al cómic como una herramienta de comunicación para divulgación científica pero, acá en México, está empezando otra vez.

Parte del fanzine La Canción Valenciana de Guga Cómits sobre ciencia. Imagen tomada de la página de Guga Cómits
Parte del fanzine La Canción Valenciana, sobre ciencia. Imagen tomada de la página web de Guga Cómits

¿Entonces cómo es el consumo actualmente? ¿Cómo pinta el panorama?

Verde Agua. En cuanto al consumo encuentro que es muy buen medio. La ventaja que tenemos es que en México ya se consume mucho cómic, se lee manga por montones. Panini está en el triunfo. Salió mucho cómic de superhéroes y eso al principio podría ser una desventaja en cuanto a competencias económicas, pero es una gran ventaja porque nos prepara el terreno.

Una vez que un lector de cómics ya leyó un poco de historieta en cómic o manga comercial, empieza a preguntarse cómo hacerlo en México. Eso nos abre las puertas para decir “Bueno, estamos nosotros, ya lo hemos hecho años. Si tú quieres hacerlo, aquí está lo que hacemos” y suelen comprarlo con interés para ver qué se hace acá, eso nos abre mucho el panorama. Yo encuentro que sí se puede subsistir de una editorial independiente, creo que podemos hacer carrera profesional desde la edición autogestiva y yo lo hago.

Cuando se cierran las puertas del salón donde se hablaban de estos temas, pierdo de vista a Guga Cómits. Con Verde Agua siguen las preguntas sobre el trabajo de ilustrar. Afirma tener como influencia el arte japonés antiguo, el ukiyo-e, el arte de gráfica, la punta seca y los grabados románticos. Dicho sea de paso, esta influencia es bastante notoria cuando se observan sus trabajos. Él lleva a la charla Ladrones de flores. La impresión tiene apenas unos días, el cómic donde se adentra a la idea del amor romántico y los vampiros. BEF considera a su trabajo como lírico. ¿Estos maestros prepararon adecuadamente el terreno para los más jóvenes?

Verde Agua. Es muy complejo, no sé bien qué responder. Nos prepararon a la manera en que fueron nuestros maestros; de buena o mala manera, esa generación nos educó. Ahora creo que todos los alumnos estamos destinados a enfrentarnos a los maestros y a romper los paradigmas que nos enseñaron. Figuras literarias como BEF o como Edgar Clement, como José Quintero, como Peláez, que es la antigua generación, está actualmente mucho en pugna por la situación política y artística que se enfrenta, así que no están muy bien vistos a manera global en México. Por lo tanto, nos influyeron, sí, al educarnos, pero también nos influyeron al demostrarnos que hay que ir siempre en contra de lo que ya estuvo antes.

Ilustración de la colección Recuerdos del Fuego, de Verde Agua. Tomado de la página web de Verde Agua
Ilustración de la colección Recuerdos del Fuego. Tomado de la página web de Verde Agua

¿Y a quienes comienzan a ilustrar? ¿Qué se les puede recomendar?

Verde Agua. Que acaben proyectos. No necesita ser perfecto, necesita estar acabado. Acabar proyectos pequeños, no ponerse metas como historias de 800 capítulos. Sé que estamos acostumbrados a esas historias por lo que consumimos, pero tratar de hacer historietas, cuentos de 4 u 8 páginas y acabarlos. Eso ayuda mucho a entender cómo terminar un proyecto completo, qué requieres y entonces ya te puedes poner tiempos o metas para hacer algo mucho más largo.

Desde febrero del año pasado, historia bastante contada por mí, no me ha dejado de hacer ruido la afirmación de Edgar Camacho: el cómic puede regenerar la sociedad. Vuelvo y seguiré volviendo a ello incontables veces. Muchas veces la precariedad del pensar nos obliga a considerar otras opciones. La de Edgar Camacho me sigue pareciendo bastante complicada.

Verde Agua. Sí, es verdad. Hace un año yo no habría creído que es real, pero actualmente me doy cuenta que sí puede serlo a microescala. Para cambiar la sociedad tenemos que cambiar nuestro círculo cercano: primero empecemos por nosotros mismos o por nosotras mismas, luego por nuestros familiares, las personas con las que vivimos y luego ir creciendo poquito a poco. El cómic es igual, como tenemos un micro mercado –no estamos en Sanborns vendiendo nuestros cómics–, hay que empezar con los lectores y las lectoras directas, tratar de afectarlas a nivel social-político. Sí se puede, pero, vaya, no va a ser un cambio, no va a ser una 4T a nivel nacional, sino que es un diálogo directo.

Segmento de Los pecados del jardín. Tomado de la página web de Verde Agua
Segmento de Los pecados del jardín. Tomado de la página web de Verde Agua

Me convenzo de algo muy particular: el cómic no tiene por qué representar un salto a los libros sin ilustraciones. Precisamente en esa tónica se manejaba anteriormente y quizá por ello, al día de hoy, la ilustración no tiene un terreno consolidado. No sé tampoco si se trata de llegar a ese punto. Hace algunas semanas platicaba con Paulina Márquez sobre su libro Tormenta de Mayo. Al ser una novela gráfica, las ilustraciones son vitales. Es decir, el guion no transmitiría los sentimientos logrados por la paleta de colores, como tampoco consolidaría la narrativa.

El género ha logrado tal firmeza que ya no pude ser una mera herramienta educativa. Camina solo y se defiende con fortaleza. Estamos frente a la legitimización de las historias contadas en imágenes, en la conciencia estética, trabajando en una educación visual en nuestro país. Y luego, hasta entonces, podríamos lanzar campañas mucho más certeras para animar a la lectura.

Me parece oportuno llevar a cabo el ejercicio periodístico que he aprendido de Óscar Alarcón, la estocada que muchas veces deja confundido al entrevistado. Pero, siendo sinceros, pareciera que Verde Agua ya estuviera preparado.

¿Qué es el amor?

Verde Agua. Para mí el amor es una manifestación de necesidades afectivas, es demostrar que la comunidad es necesaria y que no estamos solos en este mundo.

Verde Agua, Flor Guga (Guga Cómits) y BEF. Foto tomada de la página de Guga Cómits
Verde Agua, Flor Guga (Guga Cómits) y BEF. Foto tomada de la página web de Guga Cómits

[1] El inventor del reto es Jake Parker.

¿Te gustó? ¡Comparte!