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Por Fernando Carrera

Guadalajara, Jalisco, 1 de diciembre de 2022 [00:01 GMT-5] (Neotraba)

A 150 años de Hojas de hierba*

Soy un hombre consumido por el presente.

Rubem Fonseca

Sed de espacios abiertos. Por la carretera de pronto ser maguey, azul erecto hacia el azul mayor y luego blanco nube que piensa al que la piensa, al que la mira desde el automóvil que traza el camino al recorrerlo: creación para la recreación del movimiento. Saltar de la ventana y sin ecuaciones ni milenios de historia por delante, convertirse en ese árbol que solitario existe en el cuerpo de aquella montaña, plena y transparente en la boca de la deshora. Ser palabra del tiempo, visión de un pensamiento hecho a imagen y semejanza del maizal: palabral del oro para la boca hambrienta, sol fragmentado hecho estacas o flechas: dedos para el ojo ávido.

Ser     Estar de lleno en el vacío de lo que imaginamos     Ser maguey, azul en movimiento, en el camino por trazarse del otro, ese otro que es y nos mira.

Hoy quiero ser pasto, hoja de hierba: elemento innumerable y simple, como los astros cuando se miran lejos, sin artificios ni ciencia. Nadar en un enjambre de luz, comer claridades en una mesa sencilla. Proclamarme a mí mismo en la punta de una peña sin mapa. Danzar el segundo que todo lo retrata y consume:
AÚN HAY puntos altos desde los cuales mirar lo que la luz ha designado en la memoria como templos permanentes / espacios sobre los cuales se redacta el largo testamento de lo que será un presente sin fisuras, intacto, casi como el violeta que incendia los territorios de la tarde

                        ¿A dónde ir cuando el origen –este espacio de fuentes y vastas explanadas, calles donde niños que juegan no saben que se amarán hasta la muerte de los astros, en una época sin coordenadas dentro del naufragio nocturno– a dónde ir cuando la casa, donde se formuló el día que nos contempla, se convierte de pronto en el centro del exilio?
SON LAS CINCO y media, la tarde es una cúpula fría donde se ven encallar las imágenes y sus sonidos en la plenitud de la deshora: árbol sin frutos. Al paso del café por la garganta me doy cuenta de que tanta ciudad en los ojos tarde o temprano echa raíces, pequeñas grietas en el cemento ocular. Sin embargo, se construye la visión; nada impide que la arquitectura del ojo erija sus imágenes, traduzca la luz en contemplación para fundir esta milagrosa, azarosa realidad humana con el mundo. Son las seis de la tarde en la flor del ninguno tiempo, y me sé de pronto un soldado de infantería, listo para el campo donde el lenguaje librará su batalla, una más. En mi mano la espada plástica es una pésima metáfora que solo se limita a escupir tinta en las manos del que ha perdido el hilo de los nombres. Surge la pregunta que aseguran precede al poema, pero ¿viene detrás de él o sale de sus fauces?, despliega sus plumas, se hace flama para al fin morderse la cola, ¿llegar al fin de su nacimiento?: este es el dilema, sazón de talleristas y de críticos, el huevo y la gallina literarios. Siete de la noche, esta ciudad tan ajena como prenatal está mudando de piel, la lengua se bifurca entre la estupidez y la locura, entre el mediodía y el insomnio (reinos paralelos); la mesera se mueve ante los llamados de voces lejanas que surgen de las tumbas en la mesa frente al ventanal, milenios de historia reclamando por el fango que cae que no cae sino vuela. No hay arriba ni abajo: sencillamente una percepción acostumbrada

En mis manos observo cómo el tiempo deja sus goteras; mis manos que, aunque jóvenes, ya son pájaros que nadan y hacen el amor. Y mientras Gustav Holst provoca sistemas solares repentinos en mi memoria, advierto que le he perdido el rastro al poema con su lago Ness y sus cien cabezas. Las huellas son infinitas, por tanto insuficientes. Los antiguos suelen decir que mañana será otro día, por lo que hoy ya no será hoy hasta mañana. El viento me llevará de la mano hasta mi casa. Y cuando las imágenes caigan, se construirá la ruptura hasta el colmo del paisaje

*De Expresión de fuego, 2007

**

GIRO alrededor de una idea fija. En racimos de pensamientos el pensamiento se teje, se conforma en sí. Mientras giro una hoja cae en la línea de mis ojos (malabarea) y se equilibra, danza verde sobre la voz que al nombrarla gira, se enrosca     La rosa del pensamiento: mirada y tacto tejen lo que nos han enseñado que regresará al polvo porque piedra es. Pero la piedra es luz

El verde es hoja que en mis instintos danza, permanece y de pronto, aire     Siempre se va lo que te acaricia, lo que a la piel es dulce remontar o descanso del exilio que fue origen que siempre es origen y destino

                          Bella morada es el exilio y mejor cuando duermes en él – cuando el abandono es carne y silueta, expresión de piel en el fuego (la llama del tiempo) que nos consume en cada mano, en el vientre que arde     En tus senos desde donde miro el mundo

Naturaleza muerta

Amanece y una bendición lejana, de hace muchos siglos, trae consigo las notas del frío que la piel sueña	Imagina las nuevas posibilidades del temporal y su fauna inesperada

     Es aquí cuando el hombre (esta mirada que ves) gira en el vacío que poco a poco se comienza a poblar de sensaciones –la indiferencia del mundo permite que este hombre, (el que era y no) inmerso el rostro en el segundo, contemple desde lejos: así pueda florecer lo que traspasa la ropa que en principio abrigo, cubre lo que desea fundirse con el cuadro perfecto del paisaje      que vive y no en estas letras muertas

     Pero en las letras solo el recuerdo, la memoria que tuerce la belleza que se viene de pronto: donde nos venimos ahora hasta el colmo de tan cierto, pintura que te revive incierto (te inserta) en las sensaciones: aquel azul del día frío y alto, reposa en tu mirada su quijada inasible
ERES el viento que fluye en la avenida. Miras el conjunto de edificios en la acera de enfrente, como un bosque plantado, virgen, para tu curiosidad y las manos ávidas de tu mirada

A tus espaldas, las hojas juegan a ser otoño en tu memoria: palabras ocres llueven hasta convencerte que estás ahí. Al fin has llegado. Eres tu nombre y más: en cada rincón el aliento que fuiste; en cada rostro uno de tus gestos      La ciudad es el nido del insomnio y de todos los sueños, doble madre que besas en la mujer reencontrada; que comes en las mesas abiertas al olfato del que busca; que bebes en la plenitud / de lo olvidado

esta caricia contundente, la nitidez en el cemento rugoso del pequeño muro con que la azotea te salva de la muerte y la caída. Pero no del abismo, piensas, porque sabes nadar en él, cielo arriba hasta ese gris fresco, que todo lo matiza. Así, te encuentras de pronto con la fuente de todo aliento y aparición: no vuelves los pasos, te anticipas a la huella

**De Donde el tacto / Là où le toucher, 2015

***

CUANDO EL INFIERNO es adentro, no hay comedia, nadie ni nada se representa. Serse hasta que duela, hasta que el revés de la piel se exponga y mires al otro con ojos blancos: mirada de tan mirar hacia dentro

                        Sin garantías de sobrevivirse, que lo que baje tenga que subir, que la luz al final sea     Ir para volver     Solo en la oscuridad tus demonios pueden nombrarte al nombrarse: te hablarán en lengua humana pues son en ti uno y el mismo; comparten, pues, tu pobreza en las formas de dialogar con lo divino

***De Fuego a voluntad / Fire of Volition, 2020


Fernando Carrera. Foto cortesía de Manuel Parra

Fernando Carrera (Guadalajara, 1983). Recibió el Premio Nacional de Poesía Horacio Zúñiga de los Juegos Florales Nacionales de Toluca 2017 y el Premio Nacional de Literatura Joven Salvador Gallardo Dávalos 2010. Recibió menciones honoríficas en el Premio Internacional de Poesía Nicolás Guillén 2009 y en el Premio Nacional de Poesía Efraín Huerta 2006. Becario del Programa de estímulo a la creación y al desarrollo artístico (PECDA) del FONCA y la Secretaría de Cultura de Jalisco en 2008-2009 y en 2010-2011 para Jóvenes creadores, y en 2022 para Creadores con trayectoria. Ha sido publicado en diversas antologías y en medios impresos y electrónicos. Poemas de su autoría han sido traducidos al francés, inglés, italiano, ruso, turco, griego, esloveno y albanés. Como traductor han sido publicadas sus versiones al español de textos de Malcolm Lowry, Glorjana Veber, Ravi Shankar, Hwang Ji-woo, entre otros. Libros: Expresión de fuego, Donde el tacto y Fuego a voluntad.


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