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Carolina, foto de Alberto Jorge Zárate
Carolina, foto de Alberto Jorge Zárate

Por Alberto Jorge Zárate (@alberto_kn623)

El pasado 8 de marzo se celebró el Día Internacional de la Mujer, a nivel global se han dado una serie de manifestaciones que tienen como centro a la mujer, las reacciones han sido diversas, letras se han escrito, dibujos se han trazado, expresiones han proliferado. Las redes sociales se han inundado de puntos de vista tanto de hombres como de mujeres y las mujeres han dado su respuesta, y ha sido tan diversa como son diversas ellas.

Personalmente no intento decir si estoy a favor o en contra de lo que he visto, escuchado o leído, menos aún intento decir desde mi perspectiva qué deben de hacer o deben dejar de hacer las mujeres, y esto porque hace tiempo aprendí que al momento de comenzar un diálogo, el primer paso es hacer una reflexión desde lo que cada uno vive.

Una realidad es que a pesar de vivir rodeado de mujeres, una madre, una hermana, una esposa y una hija, la perspectiva de vida y el cómo se desenvuelve la sociedad en su entorno, nunca podré comprenderlo, por el simple hecho de no ser mujer, pretender “imaginar” lo que viven, se convierte en una burla, ya que por más que tenga la buena intención de hacerlo, no puedo. Lo que si puedo hacer es, desde mi lugar, reflexionar lo que hace mi género.

Cuando me enteré que sería papá de una niña, el primer pensamiento fue decir “PINCHES HOMBRES” y es que, como hombre, sé cómo se van construyendo diversos diálogos machistas alrededor de la figura femenina, ya sea desde lo corporal, lo escrito y por supuesto lo verbal.

Y es que a pesar de que se pretende reflexionar sobre nuestro actuar y modificar nuestras acciones, la realidad es que casi siempre nuestro actuar habla más de un poder que pretendemos tener sobre ellas, al verlas como un simple trofeo con frases como “… más merezco, pero con eso me conformo”.

Como hombres pretendemos disfrazar ese poder con bromas inocentes sustentadas en cada uno de nuestros diálogos. Y más allá de que ellas lo permitan o no, como algunas personas me han dicho, la primera responsabilidad está en lo más íntimo de nuestro diálogo… y no, no podemos pretender alzar una voz a favor de ELLAS, mientras esa intimidad siga siendo violenta.

Como hombres tenemos una gran responsabilidad de realmente reflexionar sobre lo que decimos y hacemos cada día, con cada persona con la que coincidimos ya sea en lo familiar, lo laboral o nuestro diario vivir; no podemos pretender sustentar el sistema machista que nace desde nosotros y que reproducimos tan pronto encontramos una justificación, cuando ya no puede haber justificación para nada que violente a cualquier persona y menos cuando se trata de ellas.

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