¿Te gustó? ¡Comparte!
Portada de La virgen cabeza de Gabriela Cabezón Cámara, edición en México de Nitro Press.
Portada de La virgen cabeza de Gabriela Cabezón Cámara, edición en México de Nitro Press.

A Vane Belén, que comprende la diversidad del mundo.

A Dona, en Argentina, porque nunca creí que de tan lejos alguien me escucharía.

Por Luis J. L. Chigo

Al margen de los temas universales, las geografías hacen de las suyas con la literatura. Nabokov pensaba en Cervantes como el autor del Quijote original y el apócrifo. Dicha creencia estaría sustentada, según Del Paso, en el manejo vago de la lengua española por el escritor ruso. Desde esta premisa se ha defendido la necesidad de estar inserto en un contexto social e histórico específicos si se desea comprender una obra artística o lírica. Parecería, efectivamente, no haber diccionario para facilitar la lectura de ciertos textos.

Al lado de la filosofía, tendiente a la universalidad en el uno, la literatura puede jugar y revitalizar. Esto no es ninguna clase de optimismo: los escritores hablan de la vida aligerando los candados conceptuales y no por esto terminan siendo menos certeros.

Resonando desde la historia, la monumental, la heroica, cubierta por la geografía argentina, La Virgen Cabeza de Gabriela Cabezón Cámara llegó a mí como una clase de destino. La reconocida autora es publicada ahora bajo el sello de Nitro Press y cometí el pecado de juzgar el libro por su portada. Apenas unas semanas después un amigo lo pondría a mi alcance. ¿Qué significa este desplante de fortuna personal? Ocurre que ya en las primeras páginas sus juicios desbordan: “Pura materia enloquecida de azar, eso, pensaba es la vida”.

Azar fue el detonante entre una comunidad de olvidados, a las afueras de Buenos Aires, quienes encontrarían rumbo espiritual cuando una travesti avista a la virgen después de ser violada por una comisaría entera. Cleo, ahora líder religiosa, hablará a la virgen frente a la comunidad para llevar la buena nueva y, con la fuerza que sólo la pobreza puede imprimirle a la fe, los llevará camino a la abundancia. A ese evento llegará Qüity, reportera de la sección policiaca y quien se quedará a vivir en el poso.

La narrativa se desarrolla mano a mano entre ambos personajes durante todo la novela, poco después de su éxito en la creación de un espectáculo musical y sobrevivientes de la arrasadora destrucción del emporio de construcciones con la comunidad de miseria.


Encontramos por protagonista a una dualidad muy notoria. Cleo encarna una vida más fuerte y una ritualidad alegre; Qüity, más severa en sus juicios, persigue argumentos menos aferrados al mito y se abandona a la plenitud de la existencia; la alegría vive enterrada en la miseria y la nostalgia migra acompañando a sus personajes a todas partes. Vida y muerte se dan batalla de diálogo a diálogo, donde ninguno de los personajes espera ceder. Especie de ópera cumbia, la unión de lo alto y lo bajo.


Dentro de sus representaciones se encarna la vivencia de los desplazados, llenos de un ferviente deseo de superar las diferencias a través de la unión en el despojo. Estratos sociales, culturales, sexuales y morales convergen en sus líneas.

Pero estas diferencias enormes generan preguntas: ¿quién habla cuando Cabezón Cámara anda a echar la pluma? ¿La defensa de los derechos humanos? ¿Activismo? ¿Denuncia? Son tantos los elementos sociales al filo de su prosa y su lenguaje, y momentáneamente todas fluyen a la par.


Así, el libro evidencia la existencia de los posos, las comunidades miserables, pero no hace proselitismo: devuelve al mundo aquella libertad en sus palabras. No es cuestión de un grito sobre el género, pero sí de voltear la mirada a las entrañas de la pluralidad. Este grito se vuelve erotismo cuando los personajes atienden al deseo en pro del desborde, de la abundancia dada a sus habitantes por un estanque repleto de carpas, proyecto de la virgen mal hecha del poso, la virgen de los miserables.


Celebro que consecuentemente la autora tenga una propuesta ontológica novedosa y bien consolidada, haciendo frente a la nostalgia del regreso al origen. Cleo y Qüity y la hija de ambas se vuelven millonarias al dejar el poso; nadie se deshace de un pasado escandaloso al alcanzar el éxito; no rehacen el proyecto de la virgen cuando el poso es desplazado, no les interesa la normalización de absolutamente nada cuando parecen tener el poder para hacerlo cualquier cosa.

Si bien se evocan los grandes temas y las obras clásicas, los reviste de tal manera y escapa a discursos impuestos, incluso desde la literatura más seria, sobre el amor, el dolor, etc. El ejemplo serán los habitantes de la villa reunidos al momento de rezar y escuchar los avistamientos de la virgen de Cleo y quienes no puede ser parte de una esperanza uniformada.

Al terminar el rezo, pequeñas cédulas, según su puesto en el estrato laboral, realizan ademanes persiguiendo el recuerdo de sus santos y el no olvido de su creencia. Prudentemente las prostitutas le dedican su trabajo y dealers y delincuentes se persignan frente a ella. La forma de resistencia moral más impecable.

Con ello la comunidad es atrapada en la red de la diversidad. Cleo, suerte de “san Pedra”, se vuelve pescadora de hombres y funda una iglesia ambulante. A diferencia del apóstol, Cleo no espera a los peces y se vuelve un regulador interno de la ética de la comunidad como sólo en este estrato puede concebirse; después de los rezos vienen el baile, el alcohol, las drogas y el sexo en suma abundancia o se predica la palabra de la Virgen (no del señor) mientras la divina Cleo sostiene un trío.

Gabriel Cabezón Cámara, foto de Xavier Martín
Gabriel Cabezón Cámara, foto de Xavier Martín


La Virgen Cabeza es una fiesta del lenguaje. Desbordante, similar a la fe, sus representaciones, usos lingüísticos y referencias son capaces de alcanzar una emotividad que pone en contacto directo al lector con la obra. Da la impresión de ser una historia verídica, una crónica o testimonio. Se logra la transmisión, en una época sumamente conceptualizada, de una profusión grande, libre y sincera sin poner ni una sola etiqueta.

Pero con esa fiesta, con esa ontología retentora de la inmensa diversidad, se logra también una lectura fluida. Todas las voces se oyen, juntas, separadas, todo el bullicio es claro y no ensordece. De fondo, una prosa musical, de ópera a cumbia pasando por reguetón, invita a una apreciación distinta de los elementos culturales pobladores de sus páginas.

Llega un momento donde la búsqueda de familiaridad se deja a un lado para disfrutar del entramado coloquial del lenguaje, logrando hacernos empáticos a través del ritmo de palabras no conocidas.

Lo anterior, más parecido a una experiencia y no a una reseña, necesita ser justificado a costa de la obra. ¿Qué le podríamos aclarar al posible lector? Diríamos que el mundo desarrollado en este libro está al alcance de su mano, le bastará salir a la calle para comprobarlo.

Prostitución, delincuencia y miseria acompañadas de una serie de valores en los cuales reside la resistencia de los estratos más bajos. Una clase de barroco no por exuberante sino por fluido e inmenso, existente aún. No hay lamentación más grande para ellos que la ruptura de esta inmensa unión a manos de las fuerzas privadas y del estado. Nosotros lo vivimos a diario. Tal como sucede en nuestro país, el idioma captura estos movimientos. Dolor y lengua dan lugar a versos donde se engloban el humor y la realidad, regularmente al inicio de los capítulos:

Topadoras y bulldozers

doble trabajo lograron,

not only nos aplastaron:

they also did los cimientos pa’

los del country privado.

No sabría decir con certeza si se trata de una comedia con tendencia a tragedia o viceversa. Lo cierto es encontrar al humor como antídoto de las penurias de la comunidad de los olvidados, porque no se aspira al dinero sino a la felicidad y sólo así sus personajes pueden transitar con tranquilidad a través de la historia. Sin embargo, cuando aparece la riqueza, la exuberancia se da vuelo: la virgen es reconstruida por una joyera suiza y, dentro de su caja de cristal blindado, se le instala un equipo de sonido similar al de un estadio para reproducirle cánticos las 24 horas del día.


Hasta aquí, un libro impresionante y cuya invitación a la lectura parece innecesaria. Un concierto de elementos permite su lectura en muchos ámbitos, yo me di el lujo de poder leerlo en el camión con las cumbias y el reguetón a todo volumen. Indispensable su relectura y su concientización en un ámbito novedoso y que hoy en día está tomando vuelo en sus ideas: los géneros.

¿Te gustó? ¡Comparte!