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Antonio León. Foto de Daniel León
Antonio León. Foto de Daniel León

Por Óscar Alarcón (@metaoscar)

Puebla, México, 24 de abril de 2020 (Neotraba)

Antonio León es uno de los participantes y colaboradores de Tiempo de Literatura, amigo entrañable de Elma Correa, ambos son excelentes anfitriones. Poeta, ganador del Premio estatal de literatura en poesía en Baja California por el libro El Impala rojo. Es autor de los libros Caricia del velocímetro; Busque caballos negros en otra parte; :ríos y Consomé de Piraña, poemario publicado por la editorial Carruaje de pájaros y el Instituto Sinaloense de Cultura. Esta entrevista se enfoca en su libro más reciente, que va desde la poesía en las escuelas, la crítica a la derecha y los tecnócratas con un guiño a Paty Chapoy y Rigo Tovar.

La charla se llevó a cabo el 26 de octubre de 2019 durante el cierre del encuentro internacional Tiempo de Literatura, en Mexicali, Baja California. Puedo decir que los participantes no son los protagonistas completamente sino que es el encuentro mismo. Es decir, la sinergia que cada uno le imprime a las presentaciones, charlas, conferencias hace que todo el encuentro sea importante. Así que si pretendes ser el centro de atención, Tiempo de Literatura no es un encuentro para ti.

Consomé de Piraña de Antonio León. Poemario publicado por Carruaje de pájaros
Consomé de Piraña de Antonio León. Poemario publicado por Carruaje de pájaros

Óscar Alarcón. Descubro en Piraña un tono de melancolía, ¿qué significa la infancia para ti?

Antonio León. Es algo que siempre pasa conmigo: trato de ponerme en plan de que tengo todo controlado. Es un sujeto lírico el que está diciendo sus chingaderas ahí.

En la infancia –y en la primera adolescencia– resuelves muchas dudas alrededor del mundo inmediato.

Tuve una infancia muy feliz pero mi tránsito fue muy pesado. Yo soy de un pueblo de la parte rural de Ensenada –de las parcelas– y tuve que crecer a madrazos: ir a la tienda por un litro de leche para mí suponía ir a Jumanji: agarrarme a madrazos con los panaderos, simplemente por cómo eres, por cómo te ves. Siento, que si toda esa energía se la hubiera dedicado a cosas más importantes, estaría en otro estadio.

El tema de la infancia son los andamiajes de estos pueblos jóvenes del norte, en donde resulta que iban a suceder una serie de cosas pero nunca sucedieron. Hay cierto desencanto pero también un amor muy fuerte por el paisaje inmediato por el campo y todo esto, sin quitar que uno sepa que todo está culero, o sea, el amor no quita el conocimiento. Todo eso está presente en esa parte de mi vida.

Fui un niño muy observador y fui muy tímido toda mi vida. ¡Ahora tú me ves diciendo pendejadas!, pero fui muy tímido hasta los 22. Todo ese tiempo que pasé sin hablar fui muy observador y registré muchas cosas.

Recuerdo que en mi casa no había libros, entonces llego a la biblioteca y me encuentro con una revista que se llamaba México desconocido, y resumo mucho mi parte poética con esa revista cuando pude comenzar a viajar: ver que todos esos atractivos turísticos están llenos de basura. Las cosas bonitas no nos duran, creo que eso es parte de lo que está en mi poesía siempre: esas cosas que iban a ser fabulosas –o que fueron fabulosas– pero como somos unos desarraigados no conservamos nada.

Esos primeros años son definitorios en tu personalidad.

ÓA. En uno de tus versos se lee: “le recordé que hablar desde la ignorancia / es lo más sencillo -y comenzó a llover”, ¿qué crees que le pasa a este país que parece desconocerlo todo, desde la política hasta el arte?

AL. Una falta de consciencia histórica. Me parece que los lapsos o lagunas mentales cada vez son más frecuentes. O ¿qué, se nos olvidó lo que ocurrió en cierto periodo de la historia? No. Se nos olvidó lo que pasó hace cuatro años. Este grado de desconocimiento de nuestra historia nos hace repetir los mismos errores una y otra vez.

Es un desconocimiento pero también un desconocimiento del entorno, de las otras personas, de los que no tienen Internet. ¡Pareciera que todos tenemos Internet en nuestra casa!, y que todos estamos opinando ahí. Cada que alguien viene a hablarme de uno de los logros del colectivo LGBT, le digo: “Si nada más tenemos que ver qué va suceder allá en San Juan de las Pintas”, donde la gente sigue sufriendo violencia en las calles.

Creo que es ese grado de desconocimiento pero también hay que subrayarlo. No me atrevería a decir “Vamos a poner en marcha esta estrategia para lograr acordarme de todas las chingaderas que nos han hecho”. Ahí está y hay que verlo: subrayar el error, siempre.

ÓA. Entonces, ¿qué le interesa al mexicano?

AL. Ahora mismo creo que sobrevivir. Tener dinero para comer, que cada vez es más difícil. Recuerdo que, cuando era más chico, en mi casa nunca hubo dinero pero mi padre siempre era muy preocupado de comer rico, tener algo el fin de semana o una actividad. Ahora me parece que cada vez es más difícil alimentarse.

El apego por la derecha me sorprende mucho, me cuesta mucho trabajo que sea tan importante para nosotros tener la razón sobre temas indefendibles. Hace un par de meses en la ciudad de Mexicali, el desprecio hacia las caravanas migrantes, la falta de hospitalidad –estoy hablando de un segmento porque también es una comunidad muy hermosa y también hay gente maravillosa en grupos muy grandes– sin recordar que todos llegamos de pasada, ninguno somos de acá.

Y esa es la historia de la humanidad, finalmente. La movilización, ir de paso, se empieza a manifestar en la comida, en todas las cosas, ese es el sincretismo. Falta valorar la diferencia como algo que nos puede enriquecer, no dividir.

Hacer uso de la palabra. No somos los únicos usuarios de la palabra y tendríamos que estar hablando entre iguales. Recuerdo a mis abuelos –que fueron gente que no fue a la escuela– escribían cartas maravillosas y siento que esa pérdida del derecho a expresarnos por escrito está atada a un chorro de procesos que le han hecho mucho daño a este país. Ya no digamos la lectura o la participación social, que obviamente tiene que ver con lo que estamos diciendo, con la parte de consciencia histórica.

Esto nos ha llevado a volcarnos a formas muy básicas de relacionarnos, a reírnos de cosas muy estúpidas, a ser misóginos, a ser homofóbicos, a ser fundamentalistas en alguna pendejada que se nos ocurrió y ninguna de esas cosas construye.

Me parece que hay un renacimiento de ciertos sectores a querer hacer comunidad, desafortunadamente, a veces, esa voluntad se parece mucho al gueto. Es muy lindo que estemos aquí pero de qué manera impacta lo que estamos haciendo en la comunidad. ¿O hasta qué punto es muy soberbio decir “Ah, es que yo podría hacer esto por mi comunidad”? Me parece que no nos desgastamos lo suficiente en esas lecturas, en lo que nos rodea.

Antonio León. Foto de Daniel León
Antonio León. Foto de Daniel León

ÓA. En uno de tus poemas dice “quiero decir que no me asumo como un poeta / más bien soy una cantante de polka gótica”, ¿podrías ahondar un poco más sobre qué te define como poeta?

AL. Desde fuera, el desparpajo. Desde adentro podría ser la nostalgia. Soy un nostálgico. Y paradójicamente creo que es una pendejada porque odio los bares de covers… Me parece que como poeta me define… no lo sé, dime tú.

ÓA. En los poemas de “no llores por mí / chechenia” encontré un tono de tristeza. Pero en tu poemario El impala rojo, sí noto el desparpajo y a veces está mal visto y se piensa que no puedes ser festivo si eres poeta.

AL. A mí no me lo perdonan. Estuve en Aguascalientes y se paró un señor muy enojado –pensé que me iba a golpear.

Trabajar con el humor no es nuevo, en el Renacimiento se estaba haciendo mucho mejor, con maestría, con elegancia. No es fácil hacer reír –por cómo está el país– no es fácil. Casi casi resulta inmoral. Al decir: “Voy a hacer reír a estos cabrones”, te responden: “Mejor sácanos de la deuda”.

Me interesa mucho el humor y me interesa mucho estar en la tradición, mi poeta favorito es Robert Creeley.

Me gusta subrayar lo cómico y absurdo que puede ser lo cotidiano pero también me interesa un rayo de esperanza. Ahora que mencionas El impala tiene un chorro de ejemplos: el paisaje que nos prometieron pero que no sucedió, los edificios habitados por un grupo de personas no sucedieron, la lengua que nos arrebataron los gringos… todo está presente. Y está presente mi problema con el tiempo, con la muerte, con la edad, tiene todas mis obsesiones ahí. Mi vocación es encontrar el humor pero que sea entrañable.

ÓA. Ahora que mencionabas a ese señor que sentías que te iba a golpear, ¿te has sentido censurado por la sociedad, por una colectividad, por tus lectores –fans o detractores? ¿Cómo te sientes con la compañía de gente como César Cañedo, Óscar David o Abigael Bohórquez?

AL. Estás hablando de gente que yo admiro mucho, por ejemplo a César. Abigael es la mamá de todas nosotras.

Muy pocas veces escribo desde mi condición, me gusta más ser un observador que ser una persona con una circunstancia. Creo que me da mucho más campo de acción y eso puede ser un poco una frenta: “¿Quién es este jotito que me viene a hablar de los asuntos de los hombres recios?” y no cuentan con que yo, con esos de sombrero, me tuve que agarrar a madrazos muchas veces y lo voy a volver a hacer y los voy a vapulear. El bullying es formativo.

Ahora tengo 42 años, ya no soy un niño, pero cuando alguien me quiere decir algo es: “Ya te cargó…” no a puñetazos porque no sé hacerlo.

Pero creo que eso es un poco: “Tú estás bien en el gueto hablando de tu circunstancia del amor entre hombres, cómo es enfrentarse a la sociedad pero si vienes a decirme cómo arreglar mi automóvil va a haber pedos; si vienes a decirme cómo construir una casa, va a haber problemas; si vienes a decirme cómo burlarse de un país, híjole…” Lo gay me lo perdonan pero mis ganas de ponerle puntales al proyecto de nación, no.

Antonio León. Foto de Daniel León
Antonio León. Foto de Daniel León

ÓA. ¿Qué significa Messi para ti?

AL. ¡Ah, pues el hombre más hermoso del mundo! Soy un apasionado del futbol –que es algo que no te he comentado–, creo que hay mejores jugadores.

ÓA. ¿Mejores que Messi? ¿A ver un ejemplo?

AL. Probablemente lo que te diga tiene que ver con que también son muy guapos. Xabi Alonso creo que es mucho mejor jugador pero más discreto, ya retirado ahora, mucho menos efectivo en lo inmediato. ¿Qué otro jugador es mejor? ¡Pues todo el plantel del Puebla!

Pero Messi es mi tipo: chaparro, un poco de Asperger, un gran trasero, una patada potente. Tengo un poema sobre él.

ÓA. Te mencionaba hace rato los poemas de “no llores por mí / chechenia”, siento que hay un tono de tristeza en ellos, que no se nota en el resto del poemario. Creo que tienen un tono elegiaco, ¿qué pasa?

AL. Es el poema más viejo del libro. Pasó algo con este libro: cuando me invitaron a la colección, le dije a Jesús Ramón y a la gente de Sinaloa que sí. Tengo uno que la tercera parte ya está en redes sociales. No es un poemario como los que inventó Baudelaire.

Ese fue el primero que escribí cuando estuve leyendo sobre los campos de concentración en Chechenia para los jóvenes homosexuales. De hecho, no iba a estar en el libro, pero es un poema que me gusta.

Cuando transito ese registro, por lo regular a la gente que le gusta leerme, me celebra. Me pongo más serio. Si te fijas, hacia el final del libro hay dos o tres poemas así.

Ahora mismo soy afortunado por cosas que no tendrían que ser un premio: ser libre y estar haciendo mis cosas son un derecho. Pero pensar en un grupo de personas que no pueden salir de un terreno me pone muy mal, me pone muy triste y quería que esos chicos tuvieran un homenaje, que no fuera un poema fatalista. Es un poema muy triste, muy elegiaco pero también es un poema desde un desconocimiento muy profundo, porque finalmente estoy acá platicando contigo, tomándome una cerveza. Nunca en mi vida me han confinado. Es algo que no soportaría.

Desde ahí escribo muchas de mis cosas pero muchas veces estas cosas tienen vida propia y se ríen mucho. Los chicos de Chechenia no creo que tuvieran muchas ganas de reírse.

Antonio León. Foto de Daniel León
Antonio León. Foto de Daniel León

ÓA. “las carpetas del instituto méxico / que robé de una sala de maestros / mientras se hablaba de la reforma educativa / para adictos al copy paste” ¿por qué la poesía no está en las escuelas?

AL. Yo fui maestro de preparatoria diez años, amaba dar clases, desafortunadamente es un trabajo que te exige mucho, que te deja muy gastado en términos energéticos y no es bien pagado.

En cuanto vi la posibilidad de hacer otras cosas en las que no tuviera que hacer trabajo todo el día –a lo mejor fue falta de vocación– brinqué hacia allá.

La poesía está en las escuelas pero la poesía que se enseña en las escuelas es canónica. Y además, la forma de abordar los contenidos, en general con la literatura, pareciera que es historia de la literatura. Es un poco lo que pasa con la filosofía en las escuelas: es historia de la filosofía, son fechas. Los planteamientos, la carga conceptual, las ideas pasan a segundo plano. Es como decirle a un chico: “Identifícame aquí un oxímoron”.

Cuando enseñas algo con tanta distancia, creo que lo que piensa un estudiante es que esto ya se murió. Y cuando llega un cabrón atrevido como yo te dicen “Ah, claro, es que no estás escribiendo en verso medido, eso no es poesía”.

Creo que se están haciendo esfuerzos pero no es el común. Los tecnócratas nos hicieron mucho daño: “Vamos a darles todas las horas de inglés y computación y matemáticas y a la chingada el modelo francés, ¡las humanidades pa qué!”

La educación de Banco Mundial dejan muchas cosas fuera y nuestras reformas educativas cada vez han sido más tendientes a esto, a buscar la forma en la que la mano de obra sea más eficiente y cueste menos, porque nos venden una historia sobre el trabajo colaborativo, el perfil por competencias… No se hagan pendejos, la línea de producción no está funcionando.

ÓA. Luis Miguel, Paty Chapoy, Bernarda Alba, Hattori Hanzo, Janis Joplin, Rigo Tovar, ¿cómo hacer para que estos personajes convivan en tu poemario y que no se vea una inclusión forzada?

AL. Es una pregunta interesante. Tengo un libro que se llama Busque caballos negros en otra parte, en donde hay un bombardeo mucho mayor. Me decía Javier Fernández, que si quitas todos los referentes se queda la mitad del libro.

Mi educación sentimental –obviamente Televisa y todo ese tema– y lo que tuve que buscar en tiempos en los que no tenía internet ni cable ni nada, me hicieron consagrar estas cosas, los personajes, buscar su trabajo. A la hora que aparecen no me cuestiono si deben aparecer o no, esta persona está ahí porque en mi cosmovisión es súper lógico.

No me estoy poniendo pesado, no estoy poniendo a Kazuo Ono. Tengo problemas con los conceptos de alta y baja cultura.

La historia de Paty Chapoy que comento en el poema… Hacer un operativo en los años ’90 para agarrar a una mujer de 1.60 y hacer parecer eso como la noticia de 8 columnas y de la realidad nacional, está muy cabrón. Me acuerdo que vi la noticia y para mí fue como “¡Wey, quieren sacar a Paty Chapoy de su casa!”, además la demandó Televisa por una cuestión de copyright. ¡No sean mamones, qué no hay otra cosa que hacer en este país! En una época de gran popularidad de la señora… Yo sabía que iba a escribir un poema que no se llamara Paty Chapoy. Es un poema de autoayuda, muy motivador.

Los demás van a seguir saliendo ya sea en los epígrafes, en los títulos, en todas partes. Siempre estoy mencionando las cosas que me han dado antivalores o incorrectas. Rigo Tovar, ¿quién se enorgullece de escuchar a Rigo Tovar? A mí me gusta mucho.

Mi reto, desde que lo platicaba con Javier, ha sido: si los quito, que sigan funcionando. Busque caballos… es un poemario mucho más divertido, mucho más desparpajado, mucho más desmadrozo, mucho más punk. Si quitabas los referentes podías pensar: ¿quién está diciendo esas cosas?

ÓA. Una vez que ha pasado el furor por la literatura del norte, ¿qué pasa con la literatura y la poesía que se hace en Mexicali? Porque aunque le dicen literatura del norte, creo que es la literatura del ultranorte.

AL. Curiosamente lo que más leo en Baja California es narrativa, hay pocos poetas que me emocionan. Me identifico más con un grupo de poetas tapatíos: Ángel Ortuño, Álvaro Luquín. Yo era muy fan de Ángel y ahora me distingue con su amistad.

Va a sonar bien mamón pero creo que no escribo como la gente de aquí, mucho menos como la gente de mi ciudad –porque les caigo re mal porque siempre digo esto–, no tengo ninguna intención de cantarle al paisaje como lo hace la gente que habla del mar y tampoco creo que estoy descubriendo un hilo.

Lo que sí tengo es la voluntad de trabajar continuamente, tratando de redefinir la forma que yo mismo me he trazado. Experimentar desde todos los puntos que conozca hasta mi última consecuencia, hasta la formación que yo me he permitido, que yo he trabajado.

Yo vivo en Ensenada y una hora y media sí cambia: el Colegio de la Frontera no se va a poner ahí. Una hora y media comienza a ser circunstancia. Se me hace muy pobre que el norte sea solo una delimitación geográfica: es un grupo de personas.

El día que los estudios de literatura dejen de fijarse en esta delimitación geográfica y pongan más atención a las formas y a las cosas que hace la gente vamos a llegar a mejores historias, a mejores formas de contar.

Antonio León. Foto de Daniel León
Antonio León. Foto de Daniel León

ÓA. ¿Qué significa Tiempo de Literatura para ti?

AL. Mucho. He crecido en este encuentro. Yo empecé a venir aquí en 2009. Me hice amigo de Elma en 2008. Elma tiene la costumbre de trastocar todo lo que toca. Con base en los contactos que he hecho aquí, la gente que he conocido aquí se ha enriquecido mi forma de escribir, he tenido la oportunidad de entrar en proyectos muy interesantes.

Es un muy buen ejemplo de esfuerzo: un colectivo de gente hablando de lo que le gusta, más allá de si son frontera o no, más allá de cualquier cuestión que le pongas enfrente.

El encuentro son cinco minutos allá arriba pero todo lo demás es increíble y puede durar mucho tiempo.

Ahora mismo pienso que lo mejor que puede suceder es que todo esto siga fluyendo, que haya tiempo para mucho Tiempo, que Elma no se nos canse de trabajar. Es un encuentro de escritores con muchas singularidades y para todos los que hemos participado en él, no se nos olvida. A excepción de la primea edición, he participado en todas las demás.

A veces nada más vemos a la gente en este día y eso no lo puedes comprar, qué mejor que fiestear en la casa de uno.

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