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La Trola. De izquierda a derecha: Arturo Muñoz "Carcará", Gus Espíndola y Gary Espíndola. Foto de Luis J. L. Chigo
La Trola. De izquierda a derecha: Arturo Muñoz “Carcará”, Gus Espíndola y Gary Espíndola. Foto de Luis J. L. Chigo

Por Óscar Alarcón (@metaoscar) / Luis J. L. Chigo

Puebla, México, 16 de marzo de 2020 (Neotraba)

Desde finales de febrero y en todo lo que va de este mes, como sociedad hemos experimentado consecutivas manifestaciones del hartazgo. Aunque no haya aparecido la propuesta, el cambio, la demostración de las intenciones de transformación, una real, han sido aplastantes.

Mujeres, estudiantes. Coches con conductores molestos, miradas furtivas tras las gafas de las personas que esperaban tener un día turístico y se toparon con una marcha. Videos de la victimización a favor para realizar la voluntad propia, un hombre de la tercera edad siendo expulsado del vagón exclusivo del metro de la Ciudad de México. Mandatarios colgándose de la furia colectiva. Todo clase de comentarios dando cátedras sobre cómo se debe protestar. Recordatorios de lo que debemos opinar y dónde es nuestro lugar.

En este contexto fue que decidimos entrevistar a La Trola. Son una propuesta poco común: una banda de rock poblana, es decir, una contradicción. Sus canciones están en el momento justo y en el lugar adecuado. Ahora que Puebla estuvo en la mira nacional por el levantamiento de dos de sus sectores vulnerables, nos sirven para recordar que contestar a puño limpio se hace a todas horas y en todo momento. Además, platicamos sobre su producción más reciente: Inmortal. Perdonen si nos vemos muy chairos.

La Trola. De izquierda a derecha: Gary Espíndola, Arturo Muñoz "Carcará" y  Gus Espíndola. Foto de Luis J. L. Chigo.
La Trola. De izquierda a derecha: Gary Espíndola, Arturo Muñoz “Carcará” y Gus Espíndola. Foto de Luis J. L. Chigo.


Óscar Alarcón. Ahora que tienen el nuevo disco, Inmortal, ¿qué significó, para la realización del mismo, la gira por Europa?

Gus Espíndola. Ahí se empezaron a fraguar varias de las rolas que ya salen en el Inmortal. Digamos que la mitad las empezamos a tocar por allá, porque estuvieron tan buenas las presentaciones, tan chidas, que al final no nos dejaron terminar los conciertos muchas veces. A veces duraban hasta tres horas y media y entonces ya no teníamos repertorio. Ahí empezaron unas a llamearse. Después tuvimos una temporada de retiro espiritual en Tetela de Ocampo, nos fuimos a encerrar a componer el resto de las rolas.

Arturo Muñoz “Carcará”. Sobre todo también nos sirvió para reconocernos como una banda en serio, como una banda que necesita repertorio, necesita armarse y poder andar de gira. No habíamos tomado en serio la chamba, que es dar el rol como banda, dar un espectáculo a la gente; a veces nos podríamos haber confiado por las letras –no es que sean muy buenas y actúen solitas con su belleza–, sino que sabes que la gente te va llevar por un lado. O vas a llamar a cierta banda y nos vamos a hacer todos un equipo y, por lo menos en nuestra ciudad o en nuestro país, te confías porque sabes a quién va dirigido y que esa banda va a llegar. Los convocas automáticamente con tu choro, con lo que traes armado.

Allá no, era otra cosa. Era reconocerse como una banda de rock and roll, y un poco, sí, la banda llega a los toquines. Allá se está siempre esperando a una banda que se sepa montar en el escenario, que no se intimida –eso nos vale madre, siempre somos bien tímidos. Pero que sí sonara, que sonara la actitud, que sonara sabernos, que la banda tuviera la confianza de lo que ha hecho durante estos años, con el primer disco. Así llegamos al siguiente disco, con más confianza y a la expectativa de cómo armar un show, o por lo menos con un concepto más establecido para darle a la banda.

Gary Espíndola. Por su puesto que nos da un tanto más de experiencia. Es chido enfrentarse justo a eso, ir casi a ciegas, porque no sabemos exactamente qué es lo que va a suceder, como vamos a ser recibidos. Lo bueno fue que todo salió viento en popa, la gente fue muy receptiva. Varias de las cosas y algunas canciones se ven permeadas también de esa actividad que hubo por allá, de ciertas experiencias también. Nos llena mucho en cuanto a escuchar bandas nuevas, te nutre mucho, como los carnales de Wonach wir suchen. Una joya de banda.

Carcará. También esta es la idea que tienen en otros países. Esta vez fue en Alemania, quienes tienen muy bien ubicadas las resistencias o las formas de manifestaciones alternativas de, por ejemplo, Latinoamérica.

Tienen mucha influencia y afluencia de estudiantes. La gente que termina el equivalente a la secundaria de aquí, tienen opciones de hacer cachos de la “prepa” en otros países. Entonces muchos escogen Latinoamérica.

Y ni hablar de los inversionistas. La Vocho, Audi, todas esas empresas. Acá hay un resto de carnales que vienen, conocen México y llevan la cultura. Por lo menos el español, un chingo de banda allá lo habla y no hay tanta bronca para comunicarte. Incluso a la hora del toquín mucha banda se acercaba y nos decía “dicen esto, dicen lo otro”.

Muchas de las tocadas fueron en estados que en algún momento fueron de la República Alemana Oriental, que era la parte comunista. Muchos de los colectivos, cafés, bares, eran punks. Incluso eran casas okupas, con esta vena bien de izquierda, bien antifa. Donde tocábamos había refugios para sirios. Reconocen muy bien la onda del Movimiento Zapatista en México o las luchas que haya. Las tienen muy presentes y te preguntan si sabes o conoces parte de los movimientos sociales.

Allá muchas de las bandas latinas, por lo menos mexicanas, son de ska. Muchos de ellos esperaban eso de nosotros, como diciendo “¿dónde están sus trompetas, su baile?” [Risas] Y toparse con una banda más blusera y un poco newevera, les daba cierta curiosidad. Ahí es donde se preocupaban y nos preguntaban alrededor de qué hablábamos. Fue muy interesante.

Arturo Muñoz "Carcará". Foto de Luis J. L. Chigo
Arturo Muñoz “Carcará”. Foto de Luis J. L. Chigo

ÓA. Ahora que nos comentan eso, aunque hubiera gente que hablara español, me imagino que algún momento sí hubo preocupación y debieron surgir algunas anécdotas con el lenguaje. ¿Qué tan complicado fue y cómo brincaron, cómo zanjaron, esa problemática entre el español y el alemán?

Carcará. Secuestramos a un italiano y nos lo llevamos de intérprete. Nos acompañó toda la gira. Un carnal que conocimos aquí en Puebla. Tomó sus vacaciones en Italia y se fue con nosotros de gira en Alemania. Él hablaba un poco de alemán porque había trabajado en algunas cocinas de ese país. Entonces era a través de él. Las partes de la vida cotidiana: bajarse en las gasolineras, desayunar, andar ahí en el día a día. Yo me hacía bien wey.

Gary. Aunque la mayoría ahí habla inglés muy bien, lo pronuncian igual de mal que nosotros, así que encajábamos poca madre. Por medio del inglés fue que más nos dimos a entender, al menos en Alemania. En República Checa estaba más cabrón.

Carcará. Pero muy bonito también. En República Checa, cuando atravesamos Zittau, la frontera, inmediatamente se nota otro país. Pareciera que ibas por Panzacola, Covadonga, por esta zona industrial entre Puebla y Tlaxcala.

Nos bajamos en un supermercado y los ‘ñores andan en overol de que todos son obreros. Todos tienen esta tirria, como nosotros con los gringos, ellos con los alemanes, porque son la banda opresora, la banda que no los deja migrar, llegar allá por mejores opciones. Son sus trabajadores.

Este país es más parecido a México. Incluso las coronas checas valen casi lo mismo que el peso mexicano. Te encuentras con banda más obrera, más estresada. Se identifica uno un poco más con los chescos. Perdón, con los checos. Bien rocanroleros.

Gary. Parecía que iba a ser la gente un poco fría, en ese aspecto de no querer hablarte o algo por el estilo. Y ni uno ni otro, todos eran muy cálidos y fraternales. Eran muy aventados y tratándonos bien.

Carcará. Sobre todo porque los alemanes así los ven, porque ellos no les hablan a los alemanes. Mientras no seas gringo o alemán, todo chido.

ÓA. Entonces resulta ser que sí hay una enorme influencia de la gira que realizaron para ya aterrizar en Inmortal. Si no hubiesen hecho esta gira, quizá el disco no tendría esta redondez que tiene, porque a mí me parece que es un disco bien logrado. Yo le pondría un pero. La última rola, Flotar. Es una rola que ya tenían antes y que parece ser que rompe un poco porque viene del disco anterior.

Gary. En sí, esa canción forma parte del disco porque es un bonus track, no fue hecha ni concebida como todas las demás. Viene de antes, incluso la grabación viene de antes. No la hicimos a la par de las otras. No creo que desentone, pero sí se nota la diferencia de todo el hilo que lleva el disco y terminar con eso. Pero a fin de cuentas es un bonus track y decidimos meterlo ahí a manera de regalo.

Gus. Andaba medio huérfana esa rola y no tenía un disco donde encajar. Muchas veces en las tocadas las gente nos pedía el disco y nos preguntaba dónde estaba Flotar.

Carcará. También nos daba un poco de hueva, lo platicábamos, depender de, como ya está en YouTube, en Facebook, o esas cosas –no nos sentimos a gusto–, decirle a la gente “pues ahí anda”. Sí nos gusta también tenerlo ahí, hacerlo parte de algo. Que la gente pueda poner el disco e ir a la número 10.

ÓA. No son unos románticos del disco en físico y se lanzan primero en las plataformas. ¿Cómo les ha ido?

Gary. Hasta ahora va muy bien. Las reproducciones van chido, por día salen todo el tiempo y no ha dejado de causar ese fenómeno de que sigue fresco. La gente sigue escuchándolo. Lo que notamos también es que en redes siguen posteándolo constantemente. Ya hasta memes hay de las canciones. Eso es una joya, nos gustó mucho.

Nos pareció una buena idea porque, con el plan que tenemos, ya lo revelaremos en su momento, se darán cuenta que sí lleva un camino el que hayamos sacado las canciones primero de esa manera –después ya va a salir el disco en físico, obviamente, pero tiene un porqué. Cuando revelemos todo el plan, antes de la presentación en físico.

Gary Espíndola. Foto de Luis J. L. Chigo
Gary Espíndola. Foto de Luis J. L. Chigo

ÓA. Si de pronto el destino jugara una broma macabra y los pusiera realmente en la tumba de los hombres ilustres, ¿junto a quién les gustaría estar?

Carcará. Ahí sólo llegan los mártires y yo creo que me gustaría saltar la parte en la que me torturan o matan por un ideal. Justo la rola dice que “no se inmolaría la persona normal”. Pero también estos seres inmortales, estos seres ilustres, necesitan de martirizarse para llegar a ese punto. No encuentro un nombre que diga “este wey, quisiera yo estar ahí”. Más bien mataría a uno que me gusta y lo pondría ahí junto a mí. [Muchas risas]

Luis J. L. Chigo. ¿Y a quién matarías?

Carcará. ¿A quién eliminaríamos para estar ahí? Más bien iría en darle vuelta a la tuerca. Darle honor a la banda que sí ha luchado, que ha estado ahí, que se sacrifica, no siempre o que sacrifican siempre.

Están los muertos por causa sociales o los desaparecidos –que no desaparecen, la gente no se esfuma así nada más–, que están ya  en los monumentos a los hombres ilustres; es lo que no queremos ya. Lo que hacen las carnalas: ‘che Monumento a la Revolución. Pues sí, que lo pinten, a la verga, “ya no quiero saber esos nombres”. Aunque a veces ni los sabemos, ¿no? Nomás conocemos que está Bomberito Juárez y ya, no sabemos quiénes son los demás culeros que están ahí enterrados.

ÓA. El rock también se ha institucionalizado, para decir cosas a favor del Estado. Ustedes rompen con eso. Todas las letras y el disco en general tiene como un ánimo de decir “a mí no me agarres, yo voy a seguir por otra línea”. ¿Sigue siendo el rock el género contestatario de los jóvenes? ¿O se ha perdido en el rock para darle paso al reguetón?

Gary. Siento que verlo como un género contestatario, a cualquier género que se le pueda atribuir eso, no es correcto. Más bien existen opiniones de las personas, del género que quieran. No sólo puede ser música. Miles de luchadores sociales tienen esa opinión y esa rebeldía en la sangre.

El rock en su momento de rebeldía ya sucedió. Ahora se ha vuelto un género. Ya no es ese movimiento que podría llegar a ser. Lo que tendríamos nosotros es una opinión personal acerca de las cosas. Nuestra opinión. No tratamos de vernos como los revolucionarios, ni tratamos de hacer cambiar de parecer a la gente, ni nada de eso. No tenemos la solución de las cosas y no pretendemos tenerla tampoco; somos cronistas, hasta cierto punto, de lo que sucede y de lo que estamos viviendo.

Carcará. Aparte, ahora que nos preocupamos de los que nos sucede como banda, por saber de dónde viene, por qué tocamos rock and roll acá en México, yo me he dado cuenta, haciendo un recorrido por la historia del rock nacional no creo que alguna vez haya sido revolucionario, ni contestatario. En gran parte de Latinoamérica estos dos aspectos los han cubierto el canto de la trova o los géneros latinos, como los músicos andinos, todo el folclor.

En México, al menos el reguetón, fue adoptado por jóvenes para tomarlo como una actitud rebelde frente a los paternalismos, que siempre ha existido en el país por parte de los políticos. Casi no hay discurso en el reguetón, las letras con propuesta política o contestataria llegan con la banda, por ejemplo, rupestre, que no llegan a conectarse a amplificadores o baterías.

Para ese entonces ya había bandas como el Tri o personas como Luis de Llano, que ya tenían cooptado el rock and roll. A lo mucho hablaban del barrio, de las personas de abajo. Nos sentíamos identificados porque era el reconocimiento de los que no éramos estudiantes, sino obreros o simplemente desempleados –chicos banda. Más allá de proponer algo como un cambio político, era más la propuesta de una pandilla. Así siguió: pasa Café Tacuba, pasan los Caifanes, se vuelve más poético, más de narrativas nacionalistas.

Los chavos ahora ven el reguetón como una protesta porque si a los adultos les molesta que hablen grosero o que enseñen el culo, pues entonces lo hacen más. El rock alguna vez lo hizo: dio esa actitud de rebeldía. Ahora lo da el género latino y está bien, por más que nosotros digamos misa con un manifiesto comunista en el rock and roll. No se trata de eso, de dar discursos.

Gus Espíndola. Foto de Luis J. L. Chigo
Gus Espíndola. Foto de Luis J. L. Chigo

LJLC. ¿Entonces el rock ya es más para echar desmadre?

Carcará. Hay señores que hacen cátedras de rock and roll en museos. Se encierran y se enseñan sus discos como si fuera la Biblioteca Palafoxiana. A eso no le encuentro nada de rebeldía o de desmadre. Parecen sacerdotes dando doctrinas. El rock tiene el mismo problema: adoctrina, te hace sentir superior a cualquiera.

LJLC. Recordaba esta anécdota de Molotov. Cuando van a Rusia regalan los boletos porque la gente no tiene dinero para las entradas. Ahora que estuvieron en Europa, ¿la lejanía hizo ver con mayor conciencia lo que sucede en México?

Gar. No podríamos decirlo a cabalidad. No estamos familiarizados con la situación europea. Nosotros fuimos en una etapa y a una cosa en concreto: fuimos de gira. No fuimos a tratar de hermanar a las patrias, se me haría muy pretencioso.

Carcará. Platicaba con León Chávez de eso. Él hace muchas giras por el País Vasco, vive en Inglaterra, va a ir a Alemania. Mencionábamos que son muy organizados. A partir de las guerras, de toda la sistematización de las luchas sociales, lo logran. La izquierda está muy organizada, incluso pueden financiar a más organizaciones y casas okupas donde haya refugiados.

Tampoco puede uno marearse con eso y verlos como la neta del planeta, porque sí son una buena izquierda. Al contrario, son estas izquierdas que utilizan a las empresas para lavar su dinero. Son diferentes formas de organización.

En Latinoamérica, en México, nos obligan a deshacernos de estas formas. La colectividad para nosotros no existe. Es una sociedad individualista porque necesitamos más. Allá los carnalitos punks no necesitan ni tele, están a toda madre con su tapete, te invitan a su casa a fumar mota. No necesitan los lujos. Aunque tengan muchos meses de vacaciones, tienen un bote en una cochera y se van.

Platiqué con dos sirios que más o menos hablaban inglés. “Esos weyes están a toda madre, yo quiero mi televisión plana que tenía en Siria”, decían. “Yo tenía mi tele plana, yo veía mis telenovelas. Por una bomba es que estoy aquí”. Aquí es lo mismo: vienes de lo más jodido y que no te dejen tener una pantalla o un coche Volkswagen, sólo porque hay que ser comunitarios… la banda ya no quiere eso. La colectividad; vivir en un barrio o venir de un pueblo, sabías que la gente se organizaba para hacer funerales. Todo eso ya se perdió.

No agüitarse. Ver a los europeos hablando de las luchas del mundo y regresar a México a decir “¡somos rependejos porque no nos hemos organizado!”, es cagarla porque te estás colonizando.

La Trola. Foto de Luis J. L. Chigo
La Trola. Foto de Luis J. L. Chigo

ÓA. Y sin embargo sí hay un sentido de comunidad. No sé si a partir de La Trola y del disco Inmortal, yo diría que a partir del Foro Karuzo. ¿Se han planteado generar un sentido de pertenencia, de unión, de barrio?

Carcará. No, yo más bien creo que nel porque precisamente el Foro Karuzo se ha hecho así porque la banda se ha acercado por otras narrativas que se han creado alrededor. He querido mantener al margen a La Trola para tantas tocadas, no podemos ser los embajadores todo el tiempo, ni de un foro ni de una localidad ni del estado. Siempre hemos pensado eso, que ni madres. Luego vas con los carnalitos Rupestres allá al D. F., y no te bajan que solo Carlitos o el Iván o nosotros somos lo único que existe en Puebla, y la neta nel, no está chido.

Nosotros venimos de un chingo de bandas que conocemos, de muchas cosas que han pasado en la ciudad –hablando de bandas o de música–, nunca nos ha latido ser los embajadores y mucho menos encuartelarse.

Por eso este nuevo disco es por partes: sacarlo primero en redes sociales –que nos había valido madres porque nos habíamos puesto a leer nuestro periódico. Yo no sabía que el pinche YouTube reproducía discos, me valía madre. Yo no sabía que Spotify te pide que seas parte de la sociedad de compositores y autores para que te puedan dar las regalías: solo es a través de ellos que te pueden dar tu varo. Antes no era así, si querías te afiliabas.

Hay que ir rellenando estos impasses que por no darse cuenta, por no sentirse milenial ahora te están metiendo bien chingón la verdura, porque nunca te enteraste que se modificaron las cosas, ahora a través de las redes sociales y las plataformas para que te sigas alineando. Hay que agarrar la onda y entrarle. Nosotros quisimos hacerlo por las buenas pero vamos a sacar de nuevo nuestros discos vinilos.

LJLC. ¿Qué fue lo que vio La Trola en redes sociales, en Spotify, que dijeron “tenemos que empezar por este lado”?

Gary. Ya todo se está moviendo ahí, ya no puedes prescindir de ello. Los CD’s están para abajo, desapareciendo y es necesario hacerlo, es adaptarse. Tienes que cambiar, a fin de cuentas, para seguir avanzando si no por la necedad misma te puedes quedar estancado para siempre y ahí mueres solo. Es parte de profesionalizar el trabajo de La Trola, no solo vender discos en las tocadas sino que llegue al mayor número de gente posible y las redes sociales ayudan mucho. La forma de distribución ha cambiado mundialmente y hay que adaptarse a esos cambios.

Carcará. Afortunadamente el más milenial de nosotros es el más viejo, o sea el Erik, y es el que está más informado. Su trabajo le da más chance en las redes, sabe controlar y aliviana mucho, él propone mucho… ahorita no pudo estar porque se fue a México.

Por ese lado te hace pensar mucho, es chambear doble, como nosotros que hacemos las cosas de forma independiente, nos gestionamos como podemos.

Para subirlo a plataformas teníamos que volver a escuchar el disco, después de que habíamos hecho una mezcla y masterización –no exhaustivas porque somos medio huevones pero sí nos habíamos tardado mucho en hacerlas– y ahora pensar: “Wey, esto se va a subir primero a Spotify, hay que escucharlo cómo se va a escuchar ahí”. Otra vez era escuchar para saber cómo iba a sonar y modificar.

Porque estas pinches plataformas te venden una masterización que ellos hacen para que esté allá arriba… ¡chinguen a su madre! Te cobran y te cobran. Nosotros dijimos “Vamos a hacer algo que se escuche digno pero no pagarle a esos culeros por su masterización.”

Arturo Muñoz "Carcará". Foto de Luis J. L. Chigo
Arturo Muñoz “Carcará”. Foto de Luis J. L. Chigo

ÓA. Pero sí están conscientes de que hicieron un buen trabajo de masterización.

Gary. Nos satisfizo mucho, nos dejó contentos, quedamos satisfechos acerca del sonido, de los arreglos y composición.

Gus. Fue la primera vez que nos metimos con la mezcla porque en el disco pasado se la encargamos a un compa. Y nos la hizo muy chida y todo, y ahorita nos aventamos nosotros a mezclar. Gary y yo nos aventamos la mezcla y Arturo la máster.

Gary. Con la ayuda de Marloux, grabamos en Noislan, él también nos echó la mano en algunas dudas porque al escuchar, escuchar y escuchar, te vas viciando un poco. Él tenía la opinión de fuera y funcionó muy chido. Creo que la mancuerna fue exitosa.

ÓA. ¿Qué es lo que ha hecho La Trola para evitar terminar bailando?

Carcará. Esa pinche rola salió porque ya estamos más bailados que las de Reymix.

ÓA. En la canción nos encontramos con un juego de significados, bailar no es la festividad sino valer madre.

Carcará. En el Facebook pasan cosas que a veces me gustan y a veces no. Muchas de las que me gustan son las que ponen las banderitas de cómo se dice en diferentes países la misma mamada y en México cómo se dice cierta cosa.

Gran parte de La Trola es el lenguaje que hemos ocupado desde morros, y en México está chido porque la mayoría de cosas que parecen festivas en otras se ocupan para valer completamente madres.

“Bailando” es de las rolas que más me han gustado. La letra fue hecha en el hoyo. Nosotros estábamos en el hoyo, como carnales nos dividíamos mucho, como individuos no la librábamos, padecimos las cosas de salir a botear. Ahora mismo te puedes pasar tres o cuatro semanas enfermo de la garganta y no te compones, porque 15 o 20 años de andar boteando no son cualquier cosa y todo para sacar pa la pinche renta, no está chido. Nuestro único consuelo era juntarnos a mamar tonayán.

Gary Espíndola. Foto de Luis J. L. Chigo
Gary Espíndola. Foto de Luis J. L. Chigo

Este pinche baile alrededor del fuego ya quemándote es hermoso. Pero si te casas con la idea de Charles Facebukowski, la cagas. Solamente te vas a ver caer. En México no tenemos el seguro del desempleo como el de Estados Unidos con el que muchos escritores malditos sobreviven. Acá te mueres. Un carnalito decide quedarse con el escuadrón de la muerte y no duras 4 meses tonayando, la banda se muere. A los carnales con grandes talentos que han dicho “Me voy a agarrar cuatro mesecitos de tonayán”, si lo dicen en serio están firmando su sentencia de muerte. No es tan romántico.

La música es algo bien chido, los aprendizajes que te deja la banda, lo que te enseñan estos inmortales no puedes tirarlo a la basura, hay que hacerles un homenaje: por lo menos un disquillo pedorro ahí está, para toda la banda que nos ha enseñado a sobrevivir.

ÓA. De la rola “El grito del alacrán” a “El tibio intelectual pragmático”, ¿cuáles son los cambios que notan en donde no pasaba nada a lo que ocurrió el día de hoy: una mega marcha?

Carcará. “El grito del alacrán” siempre me ha parecido que se yuxtapone entre una generación y otra. En ese entonces –estamos hablando de hace diez años– la rola se refería a la banda que podríamos ser tú y yo.

Las generaciones pasadas siempre pensamos que somos lo más chido, vivimos nuestra época y lo que no fue en nuestra época no vale. Esa rola criticaba a los criticones de cualquier movimiento o de cualquier actividad estudiantil, las actividades de los jóvenes eran minimizadas.

El día de hoy sigue pasando: el adultocentrismo. No creo en los weyes que marcharon hoy frente a los chavos, como el Esparza –tampoco creo que los chavos les crean. Falta más iniciativa de abrir a los adultos y a los culeros que siempre se van a colgar. Tampoco está chido pensar que los están dirigiendo. Nunca vas a poder contra la banda joven. Hay una rolita del Tex Tex que dice “a la juventud no la puedes parar, si te paras en medio te van a quitar, pero los viejos que viven en la edad de piedra son los que ven a la juventud como una enfermedad que se quita con los años.”

Este tipo de rolas siempre se han dirigido en contra del adultocentrismo, y esa onda de que “todo lo que hice fue verdad, si quieres te lo vuelvo a contar” y ver así a los chavos solo te hace ser un wey que quiere dirigir, que quiere imponerse y siempre invisibilizar las nuevas luchas.

Hay que tener cuidado porque cada que sales a marchar piensas que la tuya es la chida. Para mí ver a miles de carnalitos no es más aplastante que cuando vinieron los de la Normal –y que solo eran dos contingentes de morras y nadie los apoyaba– cuando mataron a 43 cabrones. Una no es menos que otra, mucho menos en un país como México, que tendemos a pasar inmediatamente la página del Face, a bajarle en chinga. Ya pasó y te apuesto que mañana ya sacaron otro video donde todos nos cagamos de la risa.

Ya pasando a “El tibio…” es completamente a mi generación, a la nuestra, es hablar de que los que acabamos de cumplir 40 años no estamos ajenos a los que acaban de cumplir 30, somos una misma generación. Somos lo que está por empezar y lo que está por acabar casi al mismo tiempo. Siento que los que tienen 60 años y están peleando porque no tienen AFORE somos parte de ellos también.

Gus Espíndola. Foto de Luis J. L. Chigo
Gus Espíndola. Foto de Luis J. L. Chigo

No se reconoce uno como parte de una generación del país. Seguimos dependiendo de los carnales de 60 años, siguen siendo nuestros padres, siguen siendo weyes que pagan cuentas bien rudas, seguimos colgando de su teta como para sentirnos súper responsables o súper maduros o intelectuales o revolucionarios, estar diciendo netas en los bares con tus micrófonos, con tus gafas, con tu gabardina y solo tirar netas no está chido. Estar adoctrinando a la banda y decir “Así es y ya fue” está de la shit.

De eso trata la rola, cuando despiertas ya estás en el baño clavándote cocol y dices “Mocos, pero yo soy más chido”, justificas pero nel, estamos bien inmersos en la mierda.

Si no vamos a sentir que el rock and roll es actitud y debe decir algo, si nos dormimos en nuestros laureles va a valer madre, vamos a seguir sintiendo que decimos netas y lo demás ahí murió y los niños de ahora no tienen por qué decir nada porque nosotros ya lo hicimos.

El presidente sale a hablar así: “¿Para qué te quejas si ya lo hicimos”, ¡sácate! Se trata de seguir haciéndola de a pedo, así llegue el mismísimo Bob Dylan, Alex Lora, nel, hay que seguir haciéndola de a pedo.

LJLC. ¿Qué tan abierto es el panorama para el que quiera hacer rock en México?

Gary. Todo se mueve como un negocio, como una empresa. Es esa competitividad a la que te enfrentas, no solo se trata de calidad ni de solamente rock and roll ni nada de eso. Es un negocio en el que tienes que saber invertir y venderlo. OCESA, por ejemplo, es una empresa que tiene a sus clientes. Hay que tener contactos, saber invertir dinero dependiendo del significado de éxito que tengas en la cabeza. Si para ti el éxito es formar parte del cartel del Vive Latino tienes que moverte…

Carcará. Ya te chingaste porque tienes que esperar a que se muera Saúl Hernández.

Gus. O para hacerle un homenaje.

Gary. … hay que competir por una plaza. No es tanto por una cuestión musical o artística, es un negocio.

Gary Espíndola y Carcará. Foto de Luis J. L. Chigo
Gary Espíndola y Carcará. Foto de Luis J. L. Chigo

LJLC. ¿La Trola compuso “El grito del alacrán” o “El tibio…” a partir del mercado?

Carcará. Todo son consecuencias. Si no entiende uno que venimos de esa madre, que somos consecuencia de la mercadotecnia y que está sistematizada es absurdo pensar y decir “Yo hago mis rolas porque yo sí sé qué pedo”.

Somos una consecuencia de un sistema bien culero, los pinches festivales de una cervecera –se llamen Comuna, se llamen Indie– se pasan de lacras, hasta eso te quitan, ya no te dan chance de tener tus narrativas como alguien independiente o autónomo: “A la verga, se va a llamar Tecate con Caifanes” y te chingas y a ver cómo le llamas a tus pinches festivalitos independientes. Ah pos ya no los hacemos, te quitan, te borran del mapa.

Hacer un disco es nuestro escudo, nuestra bandera, tampoco creemos que eso cambie al mundo pero si la banda, junto con nosotros, se hace a la idea de que vamos a estar en contra de muchas cosas que se anteponen, algo hay –por lo menos resistencia.

ÓA. ¿Y Puebla?

Carcará. Siempre es parte de segmentar y sistematizar, incluso el rock and roll, porque si vas a otros estados, por ejemplo, a San Luis Potosí, no a tocar sino nada más a un toquín de los Bachamata, la gente solo los conoce a ellos porque a ellos les gusta el reggae, y yo les digo “También existe La Trola”, “Pues quién sabe quiénes sean ellos, han de tocar trova”, y así sucesivamente. Si voy a un toquín de Rupestres, de rock urbano al Estado de México no conocen a Los Guanábana, a Los Snorkels, a Los Pegajosos porque nadie se preocupa por ir ahí juntos como música.

Así se ha manejado siempre, hasta entre las bandas independientes se tiene que sectorizar todo: blancos con blancos, surf con surf, máscaras con máscaras y así no pasa nada y así no me mueves de canal a la banda, yo quiero que estén bien pedos bailando ska toda la noche. No se hace un concierto integral, en donde la banda sepa que hay más formas de llegar al rock, sepa que hay más formas de llegar a la canción.

Y así pasa cuando me invitan a mí solo con mi guitarra, ponen con un carnalito que toca más trova y llego con mis pinches gritotes desentona pero para mí es normal, es otra forma de acercarse a la canción. Te empiezan a englobar, a hacer tu propio grupito y ahí te dejan por los siglos de los siglos.

Gus. Quitar tantas etiquetas, porque como dice el Gary, es más un movimiento, para mí así es. No me gusta verlo tanto como géneros. Todavía en nuestro círculo, que no movemos tanto como negocio sino muy individualmente, nos encontramos todas esas experiencias que dice Arturo. Mucho se mueve por relaciones interpersonales, es muy de cuates. Cuando fuimos a Alemania vimos un cartel de Joliette, que son de acá y andan tocando en un festival. A mí me laten pero la neta es que nunca los hemos cotorreado, es lo que daría más movimiento. Andamos movidos cada quien por su lado.

Carcará. En varios lugares de Alemania, donde tocamos, eran los espacios donde se presentan Panteón Rococó, Los de Abajo. Tocamos con bandas de rockabilly, de folk. Acá falta desectarizar la música. Todo tiene un contexto histórico, eso de mandarnos “tú con estos, tú con otros”, viene desde los ’80 para hacer esos toquines, como el rock, en donde te mandan a la periferia, tú solito con tu banda y no estés chingando.

Carcará y Gus Espíndola. Foto de Luis J. L. Chigo
Carcará y Gus Espíndola. Foto de Luis J. L. Chigo

ÓA. Una última pregunta que quizá no tiene que ver con nada de lo que hemos platicado, ¿qué es el amor?

Carcará. ¿Pues qué te podemos decir weyes que nos ponemos a crear rolas alrededor del amor, de la búsqueda de la convivencia? En este nuevo disco hablamos de los amigos, de las personalidades que te van creando y modificando al punto de donde muchos parten, de donde dejan de existir. Y no sabes qué hacer con esa ausencia. En este disco hablamos de cómo seguir con tantas ausencias, cuando sientes que te falta un chingo. Y creo que eso que te falta es la búsqueda de ese sentimiento.

Evidentemente ninguno de nosotros creemos en el pinche amor romántico. Lo que más nos ha roto la madre como adultos o adolescentes es lo que nos enseñaron de chicos. Somos hijos de banda que tenía que trabajar dos o tres turnos, que tenías que descubrir tú solo la calle, el amor… no sabías si era amor porque no lo conocías. La relación de tus padres nunca la ves como amor, la ves como una empresa en donde se reparten trabajos, medio se quieren, creo que muchos de nosotros crecemos teniendo una idea muy errada, muy tonta de lo que es el amor, mucho más por los pedos mediáticos como la televisión, la música, las canciones que te hacen pensar que eso es amar. Nel.

Creo que como músicos, mucho de lo que agarramos para poder expresar va por el lado del descubrimiento y de la subversión de ese concepto. Muchas de las rolas de La Trola ven el amor más como la amistad, las cosas que se te van poniendo como adulto, porque a muchos nos obligaron a ser adultos a los 16 años. Tu comprensión del amor va más en corto con los amigos, con las personas con las que no entablas un contacto tal cual como coger o besarse, sino más bien con cómo vas creciendo con los demás.

Gary. En la felicidad de hacer y compartir y hacer lo que te gusta, no solamente para crecer personalmente sino, por ejemplo, una peda que no te lleva a nada…

Carcará. Eso es el amor: una peda que no te lleva a nada.

Gary. … encontrar esa felicidad en donde a nadie le importa buscar. Encontrar el lugar donde eres feliz.

Carcará. Estoy de acuerdo con Gary.

Gus. ¡Yo también!

La Trola. Foto de Luis J. L. Chigo
La Trola. Foto de Luis J. L. Chigo

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