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Por Gilberto González (@gilbertrotsky)

Puebla, México, 13 de septiembre de 2020 [00:00 GMT-5] (Neotraba)

1959 es un año muy importante para la historia de la música. El extraordinario trompetista Miles Davis graba uno de los discos más influyentes de toda la historia del jazz, el poético Kind of Blue. Los músicos que participaron en la grabación, después se volvieron los líderes de su propia banda y probablemente se encuentran entre los mejores del siglo XX. Bill Evans, John Coltrane y “Cannonball” Adderley.

El disco fue grabado sólo en dos sesiones, Miles llegó con un pequeño bosquejo de lo que tocarían sus músicos, por ello –para muchos– es el inicio del free jazz. Resulta también simbólico el año, por una parte, estaba en agonía una etapa dolorosa para la humanidad –todavía quedaban heridas de la segunda guerra mundial–, y por otra, estaba por nacer la década más prolifera del siglo XX: los sesenta. Kind of Blue, fue una de las columnas de lo que estaba por venir.

Existen muchos análisis del disco, desde distintas disciplinas, todas ellas muy valiosas porque aportan nuevos discursos alrededor del lenguaje musical –probablemente vienen de esa necesidad primigenia de explicar lo intangible, lo maravilloso, eso que hace mostrarnos en un espejo de sonidos para reflejarnos más humanos.

¿A qué tipo de tristeza nos remite Miles? El nombre del disco está inspirado en un encuentro que tuvo el trompetista con una anciana, cantante de gospel, que –en palabras del propio músico– su voz representaba esa tristeza indefinida que la mayoría de los negros estadounidenses padecían.

No sólo las comunidades afroamericanas han sufrido la segregación, en América Latina tenemos a los indígenas, en Europa a los migrantes africanos, en el mundo: a todo lo que es distinto al estereotipo que domina desde lo económico hasta lo cultural.

Si lo pensamos mejor, la inmensa mayoría de la población somos diferentes a esos discursos dominantes; somos los amorfos, pobres, mestizos, chaparros, viciosos, marginados, sensibles, por ello Kind of Blue nos pertenece.

Nos queda escuchar y gozar nuestra tristeza desde esa trompeta cósmica del encantador Miles Davis. “So What…”


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