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Puebla, México, 26 de abril de 2024 (Neotraba)

Está de más decir que la historia entre México y Estados Unidos siempre ha tenido una cualidad ambivalente. A veces se consideran “buenos vecinos”, mientras otras se declaran uno superior y el otro inferior. A través de los años, y conforme el desarrollo de cada país, esta relación ha evolucionado a una mucho más tolerante, en la cual cada uno intenta concentrarse en el beneficio mutuo de esta cercanía que existe geográficamente. No obstante, en los comienzos de las relaciones diplomáticas la situación era un poco diferente. El tema de la frontera siempre ha sido polarizador en la región, pero en ese entonces lo era mucho más. Apenas se establecían las fronteras, los ríos, y los terrenos; el norte de México se percibía como un ente separado del gobierno central mexicano –gracias a la distancia–, y las incursiones filibusteras y de contrabando crecían sin medida alguna. Tras la intervención estadounidense en México, y la perdida de más de la mitad de nuestro territorio, el vínculo entre nuestros países se vio inevitablemente tenso, estableciendo así una idea predeterminada de lo que habían sido las relaciones sociales, comerciales y culturales entre los mismos. Aquí es donde entra Guerra y paz en la frontera del Bravo (1830-1880), para aclarar la realidad de este tejido y poner en contexto lo que llevó a esta culminación de las relaciones mexicotexanas, el por qué y las consecuencias de estas condiciones.

Guerra y paz en la frontera del Bravo (1830-1880), no es la primera vez que el autor, Miguel Ángel González Quiroga, realiza un trabajo investigativo sobre las relaciones fronterizas entre México y Estados Unidos. González Quiroga ha realizado y participado en más de una decena de artículos y colecciones tratando este tema, y es siempre de una manera muy evidente que el historiador hace un trabajo investigativo realmente fenomenal. El profesor e historiador se dedicó algunos años a contribuir a la enseñanza de la historia entre México y Estados Unidos en la Universidad Autónoma de Nuevo León, casa también de esta primera edición en español de Guerra y paz en la frontera del Bravo (1830-1880). Es de una manera muy grata que se recibe al estimado profesor, quien hoy en día se dedica a la investigación en la Universidad de Texas, a la Universidad Autónoma de Nuevo León para brindarnos esta perspectiva tan importante no solo en el norte del país sino en todo México. El autor recibió su licenciatura en Historia en la Universidad de Houston, y su maestría en Historia Latinoamericana en la Universidad de las Américas en Puebla, México; así brindándole un vínculo no solamente de interés académico sino también personal a su dedicado estudio de esta zona regional.

El libro está dividido en nueve capítulos, cada uno abarcando alrededor de diez años, así incluyendo cinco décadas de historia mexicana y estadounidense; empezando con el arribo de estadounidenses y europeos al norte de México por el creciente comercio, terminando con un pueblo norteño con una identidad mucho más definida, y un creciente comercio industrializado. La redacción fluida del autor nos permite adentrarnos fácilmente a estas épocas, nos transporta a la frontera del país en el Rio Bravo y nos presenta a las historias de los primeros comerciantes extranjeros en esta región.

Batalla de Buena Vista. Imagen tomada del blog La batalla de Monterrey 1846
Batalla de Buena Vista. Imagen tomada del blog La batalla de Monterrey 1846

La manera en la cual el autor nos presenta a cada personaje relevante de la época nos obliga, como ávidos lectores, a empatizar con sus condiciones; compartimos sus preocupaciones por los ataques de los indios, por la inminente violencia en Texas, por la tierra perdida, y el nacionalismo que apenas se estaba desarrollando. A pesar de la idea que se tiene de la violencia en el Rio Bravo, y que el autor afirma que tiene mucha certeza, González Quiroga se concentra en el ámbito de cooperación que existió en esta zona. Su contribución nos permite conocer una parte de la historia mexicotexana a la cual no se le había dado mucha importancia anteriormente, adentrándonos a nuestras raíces culturales, sociales y económicas. Como norteña, Guerra y paz en la frontera del Bravo (1830-1880), me abrió los ojos a la historia que nunca había conocido de mi tierra natal, al cómo el norte se fue convirtiendo en la tierra industrializada de dos culturas que es hoy en día. Al igual, me pareció interesante descubrir lo mucho que no sabía del desarrollo de esta región norteña a pesar de ser de allá. Es una parte de nuestra historia a la que no se le da el valor que debe de tener, y libros como este nos ayudan a conectar un poco más con nuestro pasado y nuestras raíces.

El primer capítulo, que abarca de 1830 a 1836 nos presenta a los primeros comerciantes extranjeros en varias regiones del norte del país: Reuben Porter, Joshua Davis, Francis Stillman, entre otros. Los principios del comercio extranjero y el arribo de estadounidenses, británicos, franceses y españoles son también los principios de una historia de movimiento, de cambios en las tradiciones locales, cambios políticos, sociales, culturales y económicos que forjaron lazos que se mantuvieron hasta años después. El autor realiza un gran trabajo al mencionar los peligros que vivía la sociedad mexicotexana en ese entonces, los desafíos para el comercio, los indicios de una sociedad entrelazada y una interdependencia que se empezaba a llevar a cabo. Empiezan a surgir los problemas cuando los anglosajones se asientan en Texas y tienen diferencias con el gobierno mexicano. Al crecer estas disputas, empieza a surgir el contrabando como una de las actividades económicas que más aportaba al país y a pesar de los esfuerzos por el gobierno de disipar estos problemas, culminó en la independencia de Texas en 1836. Este evento eventualmente endureció y distanció en cierta medida las relaciones que se habían establecido entre mexicanos y anglosajones.

Nos cuenta el autor que, a partir de 1836 y hasta 1845, se vivió un gran periodo de violencia en la frontera. Los texanos anglosajones ya no eran controlados por el gobierno central mexicano y los mexicotexanos tuvieron que someterse al gobierno anglosajón. Se llevaron a cabo varias batallas, los intereses texanos estaban en la separación federalista de las regiones del norte, y el contrabando, como el comercio, había retomado su desarrollo. A pesar de la turbulencia que existía políticamente, el autor nos vuelve a afirmar la importancia de la cooperación que todavía existía entre estas dos culturas que eran ya dependientes de la otra. La guerra entre México y Estados Unidos, gracias al abuso y a la violencia que recibió el pueblo mexicano, permitió que los estados del norte pudieran establecer una identidad norteña –y mexicana– mucho más firme.

Los siguientes cinco capítulos, es decir las tres siguientes décadas de 1848 a 1868, oscilan entre el establecimiento de la frontera en el Bravo, y la intervención francesa en México junto al imperio de Maximiliano. Estas tres décadas son, en mi opinión, el punto culminante de esta obra y las que mejor describen lo que tanto nos recalca González Quiroga sobre la dualidad en las relaciones entre mexicanos y anglosajones. En estos capítulos también nos presenta a los personajes más relevantes del momento: José María Carvajal y Santiago Vidaurri, quienes fueron la viva prueba de los crecientes descontentos en la región norteña y texana. Nos cuentan una historia de un gran comercio; existía interdependencia en el mercado, crecía la minería y la ganadería, combatían juntos a las incursiones de los indios, mientras que las protestas al manejo del gobierno mexicano persistían. Los mantenían vinculados solo algunas características comunes: la necesidad de seguridad, el pragmatismo, la adaptabilidad y las cosas materiales. Una cita de estos capítulos que me parece describe muy bien la relación en general de la región del Río Bravo es la siguiente, “Las realidades rigurosas de la vida en la frontera comúnmente hicieron que la gente se uniera y dependiera unos de otros, sin importar las diferencias raciales y étnicas.” (González, M. 2020, p.261).

The Mexican War. Imagen tomada del blog La batalla de Monterrey 1846
The Mexican War. Imagen tomada del blog La batalla de Monterrey 1846

La ilegalidad y la guerra en ambos países también marcaron una pauta en la historia del Río Bravo. Con la guerra de Reforma, la guerra civil en Estados Unidos, y la inestabilidad política en ambos países, el mercado de algodón y el comercio de armas establecieron un nuevo auge en la economía mexicana. Este periodo de guerra no solo estableció un cambio en el comercio de nuestro país, sino que también disminuyó el odio racial que existía y logró unificar por cierto periodo de tiempo a personajes totalmente diversos. Al verse amenazados por cuestiones de vida o muerte, sus preocupaciones por diferencias étnicas se “enfriaron” y algunos soldados anglosajones hasta llegaron a vivir en México y a contribuir al éxito en la batalla en contra de los franceses.

Los últimos capítulos se concentran en las décadas de 1868 a 1880, en esta primera de 1870 se argumenta que existió mucha violencia gracias a la condición en que habían quedado los dos países después de estas guerras. A mediados de sus intentos de reestructuración, se vivía también un aumento en la violencia transfronteriza, gracias a la facilidad del cruce, a la falta de seguridad y de restricciones. El aspecto racial solo empeoro estas condiciones, y propicio que se llevara a cabo una competencia mucho más aguda por los recursos materiales de la región. A pesar de todo, y de esta severa situación, la siguiente década incluyo una creciente cooperación entre estos dos grupos. Gracias a la rápida recuperación de Texas, muchos mexicanos empezaron a migrar dado a las mejores condiciones de trabajo. Rápidamente, como si no hubiera existido este periodo de violencia anteriormente mencionado, la interacción fronteriza volvió a cobrar el valor que había tenido antes. De esta manera, también se vieron favorecidas las condiciones para establecer amistades y matrimonios mixtos, asegurando una nueva vertiente bilingüe y bicultural que podemos ver hoy en día.

Guerra y paz en la frontera del Bravo (1830-1880), un trabajo investigativo meramente orientado a la compresión del conflicto y la cooperación en la región del Bravo es de los primeros de su tipo y alta categoría. Miguel Ángel González Quiroga logra contar cinco décadas de historia de una manera clara, fluida y verdadera a lo que en realidad aconteció. A pesar de que el libro toma en cuenta varias vidas individuales, adentrándonos en detalles muy específicos, el autor logra darles la importancia que merecen en esta gran perspectiva histórica. Ya no solo son vidas comunes de hace cientos de años, sino forman parte de una historia colectiva que nos adentra a las duras condiciones que existían, a la supervivencia y a la realidad de su cotidianeidad.

23 septiembre de 1846 3er dia de combates en el centro de Monterrey. Imagen tomada del blog La batalla de Monterrey 1846
23 septiembre de 1846 3er dia de combates en el centro de Monterrey. Imagen tomada del blog La batalla de Monterrey 1846

Esta perspectiva que nos brinda refleja procesos importantes en el curso de la historia, y en nuestro entendimiento de esta. Se pone en evidencia el elemento que es constante en la obra: el cambio. Pese a los grandes cambios que se vivieron no solo geográficamente, sino también económica y políticamente, nos permite analizar más a detalle el porqué de estos cambios sociales y culturales en las relaciones mexicotexanas; al igual que a identificar el elemento constante en estas relaciones. En ningún momento se rompe completamente este vínculo, ya que, nos afirma el autor, se trata de una región intrínsicamente interconectada que no puede separarse solo porque, de un momento a otro, ahora una línea imaginaria las atravesaba. Es cierto que las diferencias entre la población al norte del Bravo y la del sur son muchas; las condiciones que establecieron sus identidades fueron sumamente diferentes, no obstante, se seguía y se sigue viendo como un mundo lleno de oportunidades para ambos mexicanos y anglosajones.


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