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Por Juan Jesús Jiménez

Puebla, México, 21 de marzo de 2022 [00:02 GMT-5] (Neotraba)

Me sentía nervioso –a este punto, creo que es algo normal. La mañana del viernes tenía planeada una entrevista a la que le recorté preguntas –por mal planteadas– y agregué otras –por congruentes. En mi audífono derecho Miércoles de ceniza, y en el derecho una discusión sobre la identidad y el desarrollo de la literatura.

No diré que la pandemia solo ha traído desgracias, aunque no negaré que me gustaría entrevistar a la siguiente invitada en persona, y conocerla un poco más antes del mundo con mascarillas. Afortunadamente, Andrea Rivas –poeta, traductora, editora y maestra– fue muy amable y cuando le pregunté sobre cómo es que ser mexicana ha influido en su trabajo, me respondió:

“Yo creo que influye de muchísimas maneras y dependiendo de la subjetividad de cada quien puede influir de distintas maneras; desde la mía, ha sido un recorrido muy largo en el que, por motivos que honestamente desconozco, en la escuela en la que estudié la primaria, secundaria y preparatoria, cuando leíamos literatura, los textos pocas veces eran mexicanos”.

Me explicó sobre sus primeros pasos en la literatura –como consumidora y creadora–, teniendo una influencia clara de la literatura extranjera antes que la nacional, y agregó respecto a las razones del porqué ocurre algo así en las escuelas:

“Pudo ser por muchas razones, partiendo del malinchismo en ciertas escuelas donde creen que la literatura apropiada para jóvenes no está aquí, sino en Óscar Wilde o en Edgar Allan Poe y no en tantísimos autores –ni siquiera sólo mexicanos, sino latinoamericanos.

Entonces, en principio, me determinó ese sentimiento de sentirme extranjera. Creo que, dependiendo de dónde empieces a leer tus primeros libros, vas a tener tu noción de qué es la literatura y qué temas son pertinentes. Claro que con el paso del tiempo se van modificando esas nociones, dándote cuenta de que el mundo de posibilidades es inmenso, pero esa primera aproximación es importante.

Yo no me veía haciendo personajes hablando como yo hablo, paseando en Angelópolis –por ponerlo muy fancy– o en el centro histórico, que es donde siempre he paseado, estudiado y existido”.

Foto Cortesía de Andrea Rivas
Foto Cortesía de Andrea Rivas

Le pregunté después sobre su perspectiva de la mexicanidad, si es que podría identificarlo como una procedencia o un sello distintivo.

“La pregunta del millón de pesos. Ha habido tantísimos autores que intentan definir qué es ser mexicano, empezando por el hecho de nacer aquí pero incluso así somos muy diferentes entre nosotros –y compartimos muchas otras cosas más”.

Acotó el peso que la conquista tiene en nuestra identidad como mexicanos, y dijo:

“Ahora hay un montón de movimientos anti colonialistas, intentando hacernos dueños de nuestra propia historia, y entenderla, revelarnos contra la visión de ser menos que los países del primer mundo. Pero yo creo que, en el fondo, todavía existe ese peso por haber sido conquistados, el cual muchas veces determina los temas y las formas de escritura que tenemos. En general de expresiones artísticas”.

Creí pertinente preguntar respecto a los artistas mexicanos que laboran fuera del país, saber cómo es que su obra puede seguir siendo parte de la mexicanidad, a lo que ella me respondió:

“Depende del artista y del porqué se fue. Hay mucha gente que se va de México porque considera que aquí no hay nada para ellos. En un sentido malinchista: no consideran dignos los espacios, las escuelas, temas ni formas mexicanas. Pero, la verdad, es que el problema es más amplio; muchas veces la gente se va porque se agotan las opciones, las oportunidades de publicación, editoriales, gente que te quiera leer.

Pienso en un caso muy concreto de alguien que no se fue, pero su obra ha viajado fuera de México en los últimos años. Fernanda Melchor, como sabes, ha sido muy bien recibida tanto aquí como en el extranjero. He leído muchas críticas, que me parecen absurdas, preguntándose porqué desde su posición, ahora privilegiada, habla de temas relacionados con la pobreza y la precariedad mexicana cuando ella ya está coludida con el extranjero, cuando ya no está en una condición llamémosle ‘jodida'”.

Desde las dificultades que provocan las expectativas de lo que debe ser su obra y ellos mismos como autores, el propio medio en el que trabajan y la situación del país, lo toma como unas de las muchas razones por las cuales se pudieron ir sin que ello signifique que pierdan su identidad como mexicanos:

“Te repito, depende de los autores. Hay autores que se van y empiezan a escribir en otra lengua, y entonces ahí ya no estaría el sello identitario. Es muy complicado; con otra lengua, otros temas, otras formas, ahí ya no. Es un problema muy complejo. Creo que deberíamos revisar texto por texto para ver si realmente hay una firma textual de lo mexicano. No es una respuesta que se pueda dar de forma general y que funcione para todos los casos”.

Foto Cortesía de Andrea Rivas
Foto Cortesía de Andrea Rivas

Pregunté entonces; ¿cómo es que la mexicanidad puede transmitirse en el arte?

“Tiene muchas. Empezando por las formas lingüísticas y léxicas que utilizamos. Es decir, muchas veces crecimos leyendo literatura traducida por españoles, y en realidad no reflejamos los valores de nuestra lengua”.

Cuando me habló de los diversos temas que se pueden abordar y la polifonía que surge, dijo sobre la globalización:

“Creo que en esta sociedad en la que existe la globalización, la aldea global, el internet y demás, todo el tiempo tenemos contacto con otras culturas, aprendiendo formas de escritura y de expresión de otros lugares y entonces, de pronto, parte de ser mexicano parte de tener ese contacto, creo que la noción de literaturas nacionales cada vez se va difuminando más”.

Pregunté también sobre la apropiación cultural.

“Hay casos donde es muy evidente. Lo pienso con ejemplos virales como la ropa de Zara, por ejemplo: literalmente es el bordado de huipiles tradicional; no se pidió permiso ni se pagaron derechos, pero tiene un fin comercial, simplemente es para vender y ya está. Creo que hay una diferencia grande entre eso, y el utilizar otras culturas como inspiración, como recurso artísticos y punto de contacto.

Muchísimas veces, cuando vemos documentales, vemos películas, escuchamos música de otras culturas, hay momentos en los que vemos una palabra, una imagen que nos resuena y nos hace eco, aunque sea de una cultura externa. Habla un poco del cómo podemos adherir parte de ello en nuestras obras. Creo que, simplemente, se trata de un intercambio cultural de crear un diálogo entre expresiones, pero cuando tiene un fin comercial, cuando uso una cultura para ganar dinero o un premio descaradamente, ahí es cuando hablamos de apropiación cultural sin sentido”.

Pregunté además sobre cuál sería para ella un referente mexicano en la literatura, surgiendo la duda respecto si era a nivel nacional o internacional y la respuesta fue la siguiente:

“Pienso en Juan Rulfo. Es un nombre que puedo mencionar aquí, en Inglaterra o Nueva Zelanda, y van a reconocerlo, sabrán quién es y dirán: claro, es mexicano. Pero hay un montón de autores y autoras fantásticos que considero referentes para entender la literatura hecha en México, que siento que en otros países no funciona. Para mí, que me preocupa la cuestión de la literatura femenina, Rosario Castellanos es una de las referentes de la literatura escrita por mujeres en México.

Entonces, creo que la pregunta puede tener varias respuestas. Pero esos dos nombres los pienso como referentes, aunque no sean muy contemporáneos”.

Me vino a la mente otra entrevista. Pregunté: ¿los mexicanos siempre pensamos en la muerte como decía Rulfo?

“Totalmente. Estamos rodeados de la idea de la muerte, con muchos matices por supuesto; para mí un referente para entender qué esperamos de la literatura –de la poesía, sobre todo–, es pensar en el Premio de Poesía Aguascalientes, y pienso que en los poemarios está la muerte. El último, por ejemplo, se llama El sendero de los suicidas. La muerte siempre se vincula con todos los temas que tratamos; el amor, el odio, la violencia, el narcotráfico…”

Y para finalizar… si la mexicanidad pudiera ser explicada en una sola experiencia, ¿cuál sería?

“Siento que la experiencia de dar clases en línea mientras pasa el de los fierros viejos, el gas, estoy peleando con el vecino que se cuelga del internet, me está tocando un señor para pedirme dinero porque se quedó sin chamba por la pandemia… Yo creo que eso –para mí en este momento histórico específico– retrata ser mexicana”.


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