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Por Paulina Rojas Sánchez

Ciudad de México, 30 de octubre de 2021 [01:20 GMT-5] (Neotraba)

Honores a la bandera

Niños en fila
recitando versos que nada significan.
Himno y juramento
a un país sin sentido todavía.

Balas de sol atraviesan al más débil
siempre desmayado.
Derramo miel sobre tus manos
y cae,
pasada en el asfalto.

Se va el cariño líquido,
la ternura.
Quedas tú,
queda él,
y el amarillo de su sangre.

Domingo

Días de primavera,
los primeros,
cuando la claridad es sólo un presagio.
Las estaciones pasan
como capítulo repetido,
lluvias moradas
sin palabras
ni imágenes.
Sólo la esperanza azul,
desdibujada.

De 9 a 7

Una verdad sustentada en signos,
cambios que al mismo sitio llevan
y las mentiras detrás de la aritmética.

Las horas no existen,
son un transcurrir entre autobuses,
tiempos marcados por una huella,
calles oscuras
de hombres al acecho en los portales.

El hogar es un giro de silla,
calendarios
y dolor en la muñeca.
Todo termina,
una fórmula repetida al infinito
y el hilo aleatorio de la música.

Canto de viudez

Caminar del lado de la sombra
para evitar la insolación
y la inquisidora mirada
del juez y el asesino.

Se quedaron
la hermana de mi padre
y esa casa vieja,
en el derrumbe del tiempo
de un país enigmático.
Cruzar el patio en una balsa
después del desayuno
para besar a esa mujer.

Conocí la tristeza en la viudez de su mirada,
un vestido de flores,
las palabras solas
y el bochorno de la tarde.

Esta noche,
las dos aceras son la misma,
los ojos del juez y el asesino
se entretienen en la hoguera.

Paulina Rojas Sánchez (Ciudad de México, 1987). Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la Universidad Nacional Autónoma de México. Es profesional de museos. Coordinadora de Versas y diversas. Muestra de poesía lésbica mexicana contemporánea, y de la colección Bulevar Arcoíris.


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