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Por Isis Samaniego

Puebla, México, 5 de noviembre de 2020 [00:01 GMT-5] (Slow Food)

El nombre de este fruto proviene del náhuatl texocotl. Voz compuesta por tetl, que quiere decir piedra y xocotl, que significa fruta agria: fruta agria como piedra, llamada anteriormente manzana de indias, es un árbol nativo de México y Guatemala. Su nombre científico es Crataegus mexicana. Pertenece a la familia de las rosáceas; es un arbusto que se adapta a gran diversidad de suelos y climas, aunque su hábitat natural es el Altiplano Mexicano, en la región de los volcanes Izta-Popo. 

Habita en clima templado, entre los 1000 y hasta los 3500 metros sobre el nivel del mar. Es una planta de  traspatio, barrancas y huertos familiares. Crece a las orillas de los caminos en bosques mixtos, en el bosque mesófilo de montaña y en el bosque tropical caducifolio. Tolera sequías e inundaciones, y por ser un árbol muy rústico es resistente a las plagas y a las enfermedades. Es un árbol pequeño, de no más de ocho metros de altura, su tronco y ramas son espinosos, su corteza es de color gris rojiza que se desprende en tiras. Las hojas son semiperennes, ovales de entre cuatro y ocho centímetros de largo, con margen dentado. [1] Sus flores son de color blanco al crema, hermafroditas, solitarias en forma de umbelas terminales con dos a seis flores. 

El fruto es un pomo semejante a una pequeña manzana, de color amarillo a naranja, de dos a cuatro centímetros de diámetro. Las semillas son lisas y de color café, rodeadas de un hueso leñoso. Empieza a madurar entre noviembre y diciembre. Este fruto es aromático y de buen sabor, aunque su pulpa puede ser agridulce, regularmente su cáscara es desabrida y suelen aparecerle manchas como pecas negras. Contiene vitamina C, además de calcio, por eso es empleado para el fortalecimiento de los huesos y dientes. También incluye hierro, que beneficia a la hemoglobina en los seres humanos. Posee vitaminas del complejo B que ayudan a la formación de glóbulos rojos y a la prevención de múltiples enfermedades. 

Fruto de tejocote. Fotografía de Isis Samaniego.

En la medicina tradicional mexicana, el tejocote preparado en infusión es un remedio efectivo para evitar enfermedades respiratorias. Sus semillas también son empleadas en el tratamiento de dietas y desintoxicación del organismo. Su raíz seca es usada para hacer té, pues se dice que regula la presión arterial, los espasmos nerviosos, la arteriosclerosis y la obesidad. Actualmente se ha puesto de moda un producto de la raíz de este árbol como suplemento natural para bajar de peso, sin embargo hay que tener cuidado al ingerir cualquier producto que no sea avalado por la ciencia médica, o en su caso siempre consulte a un especialista en nutrición.

Por su alto contenido de pectina se procesa para su utilización en la industria alimentaria, cosmética, farmacéutica, textil y metalúrgica. Sus hojas y frutos son usados también como forraje. Todo en este árbol puede ser utilizado en beneficio de la sociedad. En México es común encontrar este fruto en el altar del Día de muertos, hecho en dulce para premiar a los santos difuntos que regresan a visitar a los vivos según la tradición, o en las posadas navideñas, dentro de las piñatas. En Veracruz, mis abuelos llenaban la piñata con caña, naranja, papa extranjera, tejocotes y dulces de colación antes de romper a palos la preciada estrella de siete picos. 

Dulce de tejocote en ofrenda de día de Muertos. Fotografía de Justino Vivanco.

¡Ahhh! Se me olvidaba una recetita: Para la época de frío, mi abuela nos hacía un rico y delicioso atole de masa con tejocote, y si se quería lucir le agregaba leche para hacerlo más degustable para nosotros los niños. Por aquí les dejo la receta sencilla del atole, ojalá la lleven a cabo y disfruten otra forma de usar este fruto que, de pronto, es poco consumido a pesar de todas sus cualidades:

Atole de tejocote

Ingredientes: 

2 tazas de tejocotes en trocitos, sin piel ni huesos. 

3 tazas de agua.

Panela al gusto.

Un cuarto de masa de maíz. 

1 taza de leche.

Canela. 

Procedimiento:

Poner a hervir, en una olla o un hervidor el agua con canela, los tejocotes en trocitos y un trozo de panela. Una vez que esté hirviendo, se agrega la masa de maíz previamente disuelta en una taza de agua. Luego se mueve constantemente el líquido para evitar que se pegue la masa y espese el atole. Habrá que vigilar el hervor de éste para que no se riegue. Al final se agrega la leche al gusto, siempre con fuego muy bajo. 

Tejocotes sin piel. Fotografía de Isis Samaniego.

Este atole se puede hacer con leche o sin ella, mi abuela lo preparaba sólo con masa y lo disfrutamos calientito en el Día de muertos, ya después de despedir a los santos difuntos. Atacados de pan de muerto y tamales, no había nada mejor como gozar del atole, de la compañía de la abuela y de las anécdotas familiares.


[1] Vázquez-Yanes, C; A. I. Batis Muñoz; M.I. Acocer Silva; M. Gual Díaz y C. Sánchez Dirzo. 1999. “Árboles y arbustos potencialmente valiosos para la restauración ecológica y la reforestación”. Reporte técnico del proyecto J084. CONABIO-Instituto de Ecología, UNAM.


Esta nota se publicó originalmente en Slow Food México:

Crónicas de Mercado: Tejocote o Manzana de indias


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