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Por Alejandro Badillo (@Alebadilloc)

Puebla, México, 4 de octubre de 2022 [00:01 GMT-5] (Neotraba)

El sismo del 19 de septiembre de 2017, como tantos otros en el pasado, puso a circular el famoso lugar común: los mexicanos sacamos lo mejor de nosotros mismos en las tragedias. Si en la normalidad predomina una sociedad individualista y polarizada, los eventos extremos nos hermanan, aunque, después, regresemos al caos cotidiano. Las crisis por desastres naturales, por supuesto, sirven para que numerosas empresas y organizaciones civiles hagan donaciones o se involucren en las tareas de rescate. La filantropía de los empresarios, entonces, echa a andar su propaganda para que la ciudadanía los perciba como compatriotas preocupados por el bien común. La realidad es que las grandes empresas prosperan gracias a la desigualdad económica y a un sistema que, precisamente, vulnera a los estratos populares y los vuelve blanco fácil de cualquier desastre natural.

En el sismo del año 2017 vimos, además del fenómeno que he mencionado, una nueva modalidad de filantropía: a las estrellas de televisión se sumaron los llamados “influencers”, estrellas de las redes sociales quienes cuentan con millones de seguidores. Estos personajes –que no pasaron por el filtro de la televisión tradicional– pertenecen, de igual forma, a la élite que siempre ha monopolizado la industria del espectáculo y del entretenimiento masivo. Uno de ellos, llamado Juanpa Zurita, generó un proyecto para reconstruir inmuebles dañados por el sismo en la localidad de Ocuilan, localizada en el Estado de México. Cinco años después presenta un documental, 13:14 El reto de ayudar, en el que retrata las dificultades que se tuvieron para la construcción de 47 casas, además de refutar las acusaciones de fraude con los ingresos que se recabaron por parte de Zurita, estrellas de los medios e, incluso, megacorporaciones como Google.

El documental estrenado recientemente en la plataforma Prime Video, propiedad de Amazon, es un ejemplo del llamado “Complejo del salvador blanco” llevado a un nivel delirante. El salvador blanco, para recordar, es aquel personaje privilegiado –a menudo vinculado con la farándula y los medios de comunicación– que lleva ayuda a zonas populares, afectadas por la pobreza o por algún desastre natural. Olvidando el famoso refrán chino que reza “No le des pescado, enséñale a pescar”, el altruismo tradicional o las nuevas versiones que estamos conociendo, son un eufemismo de la antigua caridad o limosna. Los beneficiarios de la ayuda siempre están agradecidos y conformes con su destino hasta la próxima emergencia que llega como un suceso inexorable. Si antes los países del Primer Mundo organizaban conciertos para ayudar a países en emergencia –recordemos el Concierto para Bangladesh en 1971 o el Live Aid en 1985–, ahora las iniciativas recaudan dinero en línea a través de diversas plataformas. En lugar de vivir una experiencia un poco más compleja, ahora se empatiza con el otro a través de un click.

13:14 El reto de ayudar no describe la historia de los damnificados de Ocuilan, sólo los utiliza como una escenografía que acompaña al héroe que intenta ayudarlos. El objetivo del documental producido, a la postre, por el actor Eugenio Derbez, es limpiar el nombre del influencer ante las acusaciones por malversación de los recursos recaudados y mostrar el tortuoso proceso que llevó la construcción de las 47 casas. Tenemos, pues, la caridad como un acto de exhibicionismo mediático que redime a un joven de 26 años, hijo de una familia acaudalada, quien sólo intentó ayudar a sus semejantes menos afortunados. El documental podría ser analizado como una curiosidad antropológica e, incluso, psicológica. Juanpa Zurita, estrella de las redes sociales, quiere solidarizarse ante la tragedia del sismo. Acostumbrado al mundo virtual y a la facilidad que da el dinero en grandes cantidades, piensa que construir una decena de casas es lo mismo que un viaje turístico a un destino exótico o a coordinar uno de los llamados “emprendimientos” que aparecen y desaparecen todos los días. Rodeado de amigos cercanos, influencers como él o activistas de las más diversas causas, junta el dinero y pone manos a la obra.

Como si fuera un descenso al abismo del sinsentido y una apuesta tragicómica que se toma demasiado en serio, atestiguamos, en la hora y media de duración del filme, la absoluta incapacidad de los famosos que, incluso ayudados por supuestos expertos en construcción, no pueden cumplir su promesa. En la era del pensamiento mágico, es lógico que las nuevas estrellas de los medios digitales crean que pueden mover montañas, desviar ríos, curar enfermedades terminales o, algo en apariencia más simple, edificar un puñado de casas. Enfrentados con la dura realidad, comienzan a discutir entre ellos, mientras los damnificados no pierden la esperanza. La gesta la vemos retratada a través de llamadas por teléfono o reuniones virtuales. Con el dinero agotado, Juanpa Zurita tiene que recurrir a su propia cartera. En una de las escenas más alucinantes del documental, los salvadores de Ocuilan descubren, azorados, que el costo de la construcción supera al que se puede encontrar en el mercado comercial. Sin embargo, su fracaso como administradores de una buena cantidad de dólares no los desanima. Es claro: el influencer tiene que realizar su sueño a toda costa porque, finalmente, debe cumplir su misión salvadora. Los desposeídos, siempre sonrientes en sus esporádicas apariciones en cámara, parecen más incrédulos de que un personaje con millones de seguidores visite su pueblo, que desesperanzados por la lentísima construcción de sus casas. No hay reclamos, por supuesto, porque la hospitalidad mexicana puede juntar en la misma mesa para que compartan la comida privilegiados y pobres… aunque sólo sea mientras la cámara grabe porque, más temprano que tarde, los salvadores blancos regresarán a una realidad que jamás conocerán sus anfitriones.

13:14 El reto de ayudar es una nueva versión del altruismo que practica la élite mexicana. Nos dicen: miren cómo sufrimos por ayudarlos. Las tragedias son escaparates para que ellos vivan un proceso de transformación y luego compartan los felices resultados con su público. La ayuda tradicional a los damnificados por la naturaleza no es suficiente, ahora los héroes de la filantropía necesitan un parque temático que ofrezca algunas resistencias a sus vidas sin límites para lograr la iluminación y encontrar su lugar en la superficialidad que viven cotidianamente. Toda esta experiencia es filmada y presentada ante nosotros como cualquier narrativa que sigue la receta de la superación personal. Las víctimas de los desastres naturales vuelven a perder, ahora, en un papel nuevo: personajes secundarios que ofrecen su desgracia para que los filántropos tengan un contacto tangible con la realidad. Rodeados de lujos y dinero, estrellas como Juanpa Zurita convierten la empatía en una especie de neurosis, utopías que necesitan concretarse para normalizar la visión feliz que tienen del mundo.


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