¿Te gustó? ¡Comparte!
Uarhukua, o el bastón Warawara como le dice Rebecca Durán (foto cortesía de Rebecca para Neotraba)
Uarhukua, o el bastón Warawara como le dice Rebecca Durán (foto cortesía de Rebecca para Neotraba)

 

Por Rebecca Durán

 

Siempre supe que los deportes no son lo mío, pero jamás me había enfrentado a la Pelota Purépecha… hasta que llego el primer parcial.

 

Como parte del programa de cultura física de mi preparatoria, debemos investigar, entender y jugar este juego autóctono famosísimo que es la Pelota Purépecha —yo creo que hace unos 3000 años debió ser súper popular—. Y así es como mi odisea por aprobar la materia comienza.

La primera indicación del profesor, fue construir el UarhukuaWarawara, como le digo de cariño—, un bastón parecido a los de hockey solo que hechos de tubo de PVC y adornados con cinta aislante y con brillitos —porque podré jugar y sudar pero lo glam nadie me lo quita—. Ya hecho el Warawara, vino la parte teórica, busqué en tooooodas las páginas de internet que la protección para niños de mi laptop me permitió abrir, y no encontré las 3 fuentes de información que me pedían y tuve que recurrir a la ayuda de mis compañeritos.

 

Cada lunes tuve que llevar el tubo a Ciudad Universitaria. No era cómodo subir al camión repleto de gente con un bastón que me impedía agarrarme, pero aun así sobreviví. Sólo estuve a punto caerme una vez, y recuerdo la cara de una bebita riéndose de mí y mi falta de coordinación.

 

Ya en CU jugamos afuera del polideportivo con la hermosa compañía del sol que nos acobijaba con sus bellos y ardientes rayos —ahora mis brazos tienen dos tonos de piel—. Lo único bueno es que el pasto amortiguaba las caídas, lo malo… el pasto me picaba, había 30 libélulas volando a mi alrededor y mi Warawara de alguna forma siempre lograba pegarme en la nariz —a lo mejor se enteró de mis deseos de operármela y quiso rompérmela para ayudarme—.

 

El proyecto final de todo el parcial resulta que no era dejarme traumada para toda la vida sino que era:

¡realizar un torneo de Pelota Purépecha! ¡Yeeeeeeei!

 

Mi equipo y yo éramos las “Obsidianas Negras” después nos dimos cuenta que todas las obsidianas son negras y lo dejamos en “Obsidianas”. El caso es que hicimos un estandarte con un escudo pre-cio-so que hasta lo pusimos en nuestras playeras. El mini torneo fue un exitazo, aunque dos de mis compañeritas ya se andaban dando de warawarazos.

 

A pesar de todo: picaduras, quemaduras, golpes, pequeñas peleas con mis compañeritos y regaños del profesor disque por “falta de valores” —¡osh!, no aguantan nada— logré aprender algo de la pelota purépecha, con decirles que mi equipo ganó y ahora estamos en semifinales.

 

Obviamente el torneo es interno, aunque dice el profesor que el equipo que gane irá a jugar contra los otros equipos de segundo y después podrá ir a al mundial de Pelota Purépecha, y ahí sí quien sabe, a lo mejor y escribo la próxima columna con nariz nueva.

¿Te gustó? ¡Comparte!