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Por Uriel Carillo

Puebla, Puebla a 26 de noviembre de 2020 [7:55 GMT-5] (Erizo Media)

Aun cuando recibe comentarios de que existe la posibilidad de que su hijo haya muerto, Magdalena no cesa y recorre zonas violentas de un México actual en busca de una pista que le ayude a saber qué pasó con su hijo.

Se trata del primer largometraje de la cineasta Fernanda Valadez, el cual se realizó en colaboración con la productora y guionista Astrid Rondero. Protagonizada por Mercedes Hernández, David Illescas, Ana Laura Rodríguez y Juan Jesús Varela.

Este largometraje fue presentado durante el 18º Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM), al igual que en distintos festivales, como en la 68ª edición del Festival de San Sebastián donde se ha alzado con el premio Horizontes Latinos.

En este largometraje el recorrido de Magdalena (Mercedes Hernández) se desarrolla entre pueblos y paisajes solitarios de un México actual, lo que la lleva a conocer a Miguel protagonizado por David Illescas, quien es un joven recién deportado de Estados Unidos que viaja de regreso a casa.

En este ir, Magdalena en busca de su hijo y Miguel esperado ver a su madre otra vez, ambos transitan en una tierra donde andan juntos víctimas y victimarios.

Las migraciones económicas clandestinas de México a Estados Unidos han sido objeto de varias películas, al igual que el clima de extrema violencia de este lado del muro. Sin embargo, no es ese el enfoque que Valadez da a su ópera prima, pues muestra un ángulo más humano, en el que se refleja la crisis por la que pasaba el país en la década pasada, un viaje impasible y obstinado de una madre que busca a su hijo, quien buscaba cumplir el tan añorado sueño americano.

De manera justa y sencilla sin caer en lo melodramático, Fernanda Valadez presenta el tema de la migración y las desapariciones con la presencia del miedo que vive una sociedad mexicana bajo el crimen organizado. Un viaje físico y emocional de un personaje femenino que va cargando con el peso de la violencia de un país muerto en vida.

El largometraje se centra principalmente en el personaje de Magdalena protagonizado por Mercedes Hernández, Valadez impulsa al espectador a enfrentarse a los obstáculos que viven los familiares de personas desaparecidas en el país.

A través de este estilo en donde los encuadres nos hacen enfrentarnos a la situación que Magdalena vive contra la apatía y el desinterés tanto de instituciones que suponen ayudar a personas en situación de desaparecidas, como a la incompetencia de las autoridades.

Sin señas particulares mantiene en movimiento a su protagonista, según se desarrolla el filme, la protagonista pasa de un estado estático a un transitar con una naturaleza más salvaje, un intento por presentar y entender estos fenómenos de la migración y la violencia estructural que siguen sucediendo y son puntos de interés para reflexionar.

Valadez nos demuestra en este largometraje su habilidad para utilizar un lenguaje cinematográfico que evita caer en la recreación de escenas con violencia explícita, aunque esto no signifique que el relato deje de ser crudo.

El manejo de simbolismos revela la astucia de la directora para representar la violencia, como el de una masacre, representada a través de sonidos y con la cámara fija en una fogata. Tomando al fuego como un signo importante como metáfora del cambio y la transformación.

Sin entrar en muchos detalles, ya que esta metáfora resulta importante para el desenlace del largometraje, es importante mencionar que Sin señas particulares tiene que ver con cómo la violencia en realidad está tocando todas las áreas y todas las capas de la sociedad mexicana.


Esta nota se publicó originalmente en Erizo Media:

https://erizo.org/sin-senas-particulares-una-representacion-justa-sobre-la-migracion-en-mexico/


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