¿Te gustó? ¡Comparte!

Por José Luis Domínguez

Ciudad Cuauhtémoc, Chihuahua, 13 de septiembre de 2020 [00:05 GMT-5] (Neotraba)

El hijo de dios fue crucificado, no es vergonzoso porque es vergonzoso
y el
hijo de Dios murió, es todavía más creíble porque es increíble,
y después de enterrado resucitó, es cierto porque es imposible.

Tertuliano

Cada hombre sigue siendo consigo mismo su propia esposa.

Ulises, de James Joyce.

Alles Nahe  werde fern[1].

Goethe

Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche.

Jorge Luis Borges

Todo se transforma en su opuesto.

Heráclito, el oscuro

Proemio

La vida está llena de contradicciones. La vida misma es una contradicción. Un milagro. Vivimos en un mundo que no nos enseña a vivir. Debemos aprenderlo a diario. Inclusive, a marchas forzadas. Cuando creemos estar listos para vivir realmente; cuando sabemos en toda su profundidad el placer que significa el simple acto de respirar, oh tristeza, es justamente cuando empezamos a considerar muy seriamente el abandono de esta hermosa nave que es la vida.

La vida se inicia en el amor, en el acto erótico del amor. Los griegos lo sabían cuando hablaban sobre Eros y la dialéctica. Eros surge del huevo de la noche para prodigar el mundo. Tienen una bellísima leyenda que reúne las dos cosas: el amor y la contradicción. Platón, en uno de sus diálogos, propiamente en El Banquete, nos habla de unos extraños seres llamados andróginos. Eran circulares, con cuatro brazos, cuatro piernas y dos cabezas y por lo tanto muy inteligentes. Adoraban a Zeus. Más un día quisieron, como en un equivalente del caso de la torre de Babel de la cultura judeocristiana, ascender al Olimpo. Apolo, bajo el mandato de Zeus, los partió a la mitad. Luego procedió a coserlos. La última puntada del hilo y la aguja fue en el ombligo. Así renació la dialéctica. El andrógino, mezcla de andros y del gineceo, es decir, del varón y de la hembra, queda convertido en dos entidades distintas aunque complementarias. De esos seres redondos nos quedaron resabios en una sola frase que define a esa otra parte de nuestra unidad original sin la cual no podemos vivir ni podemos estar separados: la media naranja.

El hombre y la mujer, según Platón, son la mejor muestra del oxímoron, un solo ser que reúne a los dos: el andrógino. El andrógino recupera su ser cuando se da esa dulce reconciliación de los opuestos. Aun así, en cada una de las dos partes que se quedó aislada por la acción del dios cohabitan las dos actitudes, lo femenino y lo masculino.

Después de la vida y del amor está el lenguaje. Y en el lenguaje también existe la contradicción. En el decir se encierra otra paradoja: la gran imposibilidad del decir. A lo sumo, nos acercamos al otro, a la otra, mediante el lenguaje, pero no accedemos del todo. Esa es la gran imposibilidad del habla. Ni todo lo que decimos ni todo lo que oímos es cien por ciento recuperable por la conciencia. En el deseo de la libertad que buscan las palabras subyace el muro de su propia esclavitud. Sólo el canto del ave prisionera en su jaula de oro es el que puede salir, mas no el ave, que sigue estando prisionera. Ya lo ha escrito Aristóteles, el poema, como en el caso de la novela, no dice lo que es, sino lo que podría ser.

El poeta es un hombre escindido. Es hijo de Jano, el dios bifronte. Es un dioscuro porque experimenta a través de sus sentidos a la vez el día y la noche. Es apolíneo y dionisiaco. Vive intensa y extensamente, es decir, lo interno y lo externo de manera prolongada, continuada. Por ello es el único que logra poner en equilibrio sus impulsos contrarios. Es un renato que vive extemporáneo, fuera del tiempo lineal, hacia el pasado o hacia el futuro, pero a la vez es contemporáneo. Por ello es tridimensional. Se remonta a las alturas y cae en los abismos. Su vida transcurre entre la cima y la sima. Como todo manipulador de palabras, porque conoce su lengua a la perfección, el poeta trata de todas las pasiones, los crímenes, los oficios, animales, astros, divinidades, la sensualidad, la sexualidad, el tiempo, el poder, el espacio, el mundo submarino, el inframundo, los metales, vegetales, es un coleccionista temático porque vive más de una vida a través de su sensibilidad, de su inteligencia. Reúne en sí mismo pasión, compasión, empirismo y racionalismo. Es artista y artesano. Es un cosmopolita. Es un extranjero y entrañable de sí mismo. Viaja inmóvil y cuando el poeta se mueve, todo se detiene. El poeta guarda sobre sí mismo la frialdad y la inmovilidad del mármol, su dureza; aunque también la pasión abrasadora del fuego, su intensidad al rojo vivo.

El oxímoron y la metáfora oximorónica campean tanto en este proemio como en todo el libro. Escribir sobre el poeta y el fenómeno poético, ¿por qué no?, utilizando el tono poético y a la vez el tono discursivo que puede alcanzar la prosa, el ensayo. Son esas parte del ser humano y del lenguaje poético del que se trata en las páginas este texto y en las que seguirán; esa serena simbiosis de los opuestos.


[1] Todo lo cercano se aleja, de Goethe.


¿Te gustó? ¡Comparte!