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Elena Poniatowska. Foto de Pascual Borzelli Iglesias
Elena Poniatowska. Foto de Pascual Borzelli Iglesias

Por Luis J. L. Chigo (@NoSoyChigo) / Óscar Alarcón (@metaoscar)

Puebla, México, 19 de mayo de 2020 (Neotraba)

Elena Poniatowska nació en París, Francia, el 19 de mayo de 1932. Desde 1942 vive en México y en 1969 obtiene la nacionalidad mexicana. Lilus Kikus es su primera novela, que publicó en 1955. Ha escrito más de media centena de libros. En 1971 obtuvo el Premio Xavier Villaurrutia, por La noche de Tlatelolco, galardón que rechazó. En 2013 obtuvo el Premio Cervantes, que solo 6 mexicanos han ganado: Octavio Paz, en 1981; Carlos Fuentes, en 1987; Sergio Pitol, en 2005; José Emilio Pacheco, en 2009 y Fernando del Paso en 2015.

Elena Poniatowska cumple 88 años y la celebramos con dos textos sobre sus libros.

Elena Poniatowska y José Emilio Pacheco. Foto de Pascual Borzelli Iglesias
Elena Poniatowska y José Emilio Pacheco. Foto de Pascual Borzelli Iglesias

Elena y los libros

Por Óscar Alarcón

La noche de Tlatelolco fue un libro de lectura obligada cuando tenía 16 años. Habían pasado más de 25 años desde el 2 de octubre de 1968 y yo cursaba la preparatoria. Existen autores y autoras que marcan la vida lectora de muchas generaciones en diversos países. En México también tenemos a los nuestros. Elena Poniatowska es una de esas autoras trascendentales para nuestro país. La noche de Tlatelolco fue un libro que me marcó por muchos años. Conforme pasó el tiempo y mis lecturas se ampliaron, entré al debate de si el libro era plagio o un pastiche de otros autores.

Algunos odian a Elena por su relación cercana a los grupos intelectuales de poder –y por ende, políticos–; otros, siguen la publicación de sus libros y los adquieren recién llegan a las librerías. Sin embargo, no cabe duda que la ganadora del Premio Cervantes 2013, es una de las autoras que se tienen que leer para comprender la segunda mitad del Siglo XX en México.

Elena Poniatowska y Raúl Renán. Foto de Pascual Borzelli Iglesias
Elena Poniatowska y Raúl Renán. Foto de Pascual Borzelli Iglesias

Recuerdo un par de obras de Poniatowska cuya lectura fue dolorosa: Gaby Brimmer,escrito entre Elena y Gaby, fue uno de los libros que abandoné a la mitad pues la discriminación y el tormento psicológico eran muy profundos, sumada la enorme impotencia que me generó no poder ayudar a la autora ante su enfermedad. El segundo libro es Querido Diego, te abraza Quiela, en donde la pintora Angelina Beloff nos cuenta su relación con Diego Rivera. Angelina es ignorada y borrada del mapa artístico por Diego. El pintor la deja en Europa mientras él regresa a México y entonces ella mantiene la esperanza de volver a encontrarse para que su amor continúe y por eso comienza a escribirle una serie de cartas que son el corpus del libro. Elena Poniatowska reconstruye las cartas que Quiela le escribe al autor de “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”, y le da voz a una narrativa epistolar. Sin lugar a dudas el final es desolador. Uno acompaña a Beloff en su viaje para entender hasta dónde puede llegar el egoísmo de un artista.

Elena Poniatowska cumple 88 años y ha sido cuestionada a lo largo de su carrera. Más cuando rompió el silencio para hablar de su relación con Juan José Arreola. Los señalamientos en México son necesarios, sin embargo, parte de la crítica se ha centrado en su vida personal lo que invalidaría cualquier observación por parte de quienes la atacan. Hoy es día de celebración, mañana se puede continuar con la batalla.



Julio Glockner y Elena Poniatowska. Foto de Alberto Jorge
Julio Glockner y Elena Poniatowska. Foto de Alberto Jorge


Elena Poniatowska. Foto de Pascual Borzelli Iglesias
Elena Poniatowska. Foto de Pascual Borzelli Iglesias

Poniatowska entre los hechos.

Por Luis J. L. Chigo

El señalamiento a la desaparición de muchas voces artísticas del ’68 y la priorización de otras es completamente válido. Al ocultamiento de ese periodo en la historia del país vino un progresivo hermanamiento con la élite gubernamental por parte de los intelectuales del movimiento. En una fotografía tomada en Los Pinos en 1987, vemos a Carlos Salinas de Gortari rodeado de las eminencias culturales de la época –y a un colombiano colado–: a espaldas del expresidente, entre Iván Restrepo y Margo Su, vemos a Elena Poniatowska.

Aunque por supuesto no podamos comprender los radicales cambios de los agentes culturales de este país, La noche de Tlatelolco es el estandarte literario de la herida de la Plaza de las Tres Culturas. La recordamos cuando el 5 de marzo las calles de Puebla se llenaron masivamente de estudiantes, exigiendo al gobierno estatal mejores condiciones para no morir en el trayecto del hogar a la escuela. Así de simple y de sencillo. Son muchos. Vienen a pie, vienen riendo. El movimiento estudiantil nos llenó de euforia e incluso llegamos a preguntarnos si se trataba de un nuevo ’68. El tiempo no nos daría la razón.

Elena Poniatowska. Foto de Pascual Borzelli Iglesias
Elena Poniatowska. Foto de Pascual Borzelli Iglesias

Recibiría el Cervantes en 2013 enfundada en un traje de manufactura oaxaqueña, artesanía de manos femeninas de Juchitán. Por Luz y luna, las lunitas sabría que lavó uniformes de obreros al lado de una indígena burlona: no soportaba el peso de la mezclilla empapada. La vivencia de lo social permea fuertemente sus escritos. Y así lo deja ver cuando leemos La ruptura, el primer cuento del libro De noche vienes. Una profesora universitaria, compradora compulsiva, comienza a salir con un estudiante galán. Éste, que en un inicio es un tigre, conquistador empedernido, comienza a volverse bajos sus cuidados en un gatito llorón.

Ya lo conté alguna vez, la conocí cuando vino a mi colonia en uno de los llamados Fandangos por la lectura. Precisamente llevaba escondido en la chamarra el ya mencionado libro de cuentos, por si la sospecha evitaba mi entrada. Discreta, alegre, pequeñita, leyó con claridad los segmentos asignados de un cuento de Elena Garro. Al finalizar, me acerqué a la tarima y le grité-pregunté si firmaría mi libro. ¿Tienes con qué? Ni tardo ni perezoso salté a la plataforma. Amable en el trato, la autora de casi 50 libros plasmó su firma en mi ejemplar. Incluso, antes de la llegada de una turba curiosa, pude tomarme una foto con ella. Después de eso ya no supe por dónde ni cómo la sacaron del recinto.

Elena Poniatowska y Sir Hugh Thomas. Foto de Pascual Borzelli Iglesias
Elena Poniatowska y Sir Hugh Thomas. Foto de Pascual Borzelli Iglesias

Poniatowska es luna en las letras mexicanas: está ahí todos los días, ilumina, su estilo es auténtico. Pero ha sido relegada a la noche, donde, por periodos, se ocultará. Su voz no ha dejado de ser inventiva y de humor singular. Sus observaciones del amor, de la carencia y de la sociedad, su controversia política, literaria y periodística, el fanatismo o el juicio de muchos, hacen de su figura una de las más relevantes en nuestra historia artística. Hoy cumple 88 años.

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