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Fachada de la casa del diablo foto  de Óscar Alarcón
Fachada de la casa del diablo foto de Óscar Alarcón

Por Óscar Alarcón (@metaoscar)

Puebla, México, 6 de agosto de 2019 (Neotraba)

En la junta auxiliar de San Luis Tehuiloyocan, que pertenece a San Andrés Cholula, Puebla, existe una casa que es muy popular entre la población, le llaman “casa misteriosa”, aunque otros también la conocen como “La casa del diablo”.

Ubicada sobre la calle principal, fue construida en el siglo XVIII. Estos apuntes son previos al sismo del 19 de septiembre de 2017 y por ello es que pude observar la casa. En una visita posterior no pude entrar y permanece cerrada después del temblor.

El mural por el cual se sospecha que es “La casa del diablo” fue realizado con la técnica conocida como “rejoneada”, la cual consiste en la inserción de pequeñas piedras en el revoque del muro formando figuras e inscripciones. Algunos pobladores han llamado a esta técnica la técnica de los “mosaicos”, “figuritas” y “muñecas” (1). Este tipo de ornamentaciones dan la impresión de tener un carácter infantil, o bien, naïf.

Existen controversias acerca de la función de la casa durante la época colonial, el Doctor José Antonio Terán Bonilla, en su libro La casa extraña de San Luis Tehuiloyocan. Un caso de magia y religión, afirma que en esta casa se practicaba la magia negra.

La fachada de esta casa da la impresión de una gran escenografía, en la parte superior está rematada como una especie de gran telón que enmarca diferentes escenas.

Las figuras de gran dimensión se encuentran ubicadas a los lados de la puerta principal, se trata de dos monos que llevan un gorro sacerdotal, están en actitud burlona y con el falo erecto, al frente de ellos se encuentran altares sobre los que hay un recipiente en llamas, todo ello hace pensar que se trata de algún ritual.

Los monos del mural representan al demonio que burlonamente imitan al sacerdote cristiano que ofrece una misa. Habría que detenerse en los monos burlones para aclarar que la iconografía cristiana ha utilizado al mono como símbolo de las personas que caen en el poder del demonio, y que esta interpretación se debe al comportamiento de este animal, sobre todo por su curiosidad e imitación del ser humano.

El mono, cuando hace estas cosas, puede comparársele con “todos aquellos que pecan por propia voluntad, porque ellos imitan al diablo, que fue el primero que pecó […], éste los apresa, y los enreda y los sume en un grave pecado, de tal manera que ellos no pueden huir. Y por lo tanto viene el diablo, después de atarlos fuertemente, y los consigue y los lleva a su perdición, de la misma manera que el mono, que no puede huir porque es víctima de los zapatos que lleva en sus pies” (2).

Mono burlón del lado izquierdo foto de Óscar Alarcón
Mono burlón del lado izquierdo foto de Óscar Alarcón

Según Félix Béz-Jorge en su libro Los disfraces del diablo, las alusiones al demonio implican propiedades empíricas de condensación, unificación de significados dispares en una única formación simbólica y polarización de sentido. Esta referencia que tienen los monos al rito cristiano se refiere a la omnipresencia del mal en escenarios festivos, en este caso, la celebración de una misa.

Continuando con la figura de los monos burlones y con los falos expuestos, se pone de manifiesto que son acciones contrarias al equilibrio personal y comunitario, además de un ejercicio autoritario del poder, delincuencia y riqueza mal habida.

Mono burlón del lado derecho foto de Óscar Alarcón
Mono burlón del lado derecho foto de Óscar Alarcón

En una parte de la fachada puede leerse: “pues concebida fue si(n) mancha: Abe María llena (de) grac(ia)”. Luego viene un escudo con un león rampante y dentro del escudo las letras “DME”, que quizá corresponden a las iniciales del nombre y apellidos del habitante de la casa y el año que posiblemente fue construida: 1776.

Inscripción con faltas de ortografía y año de construcción foto de Óscar Alarcón
Inscripción con faltas de ortografía y año de construcción foto de Óscar Alarcón

También hay decoraciones a los lados extremos de las ventanas. En el lado derecho se encuentran las figuras alusivas a los símbolos de la pasión de Cristo, que pudiesen ser una referencia de la Iglesia del Salvador, que se encuentra a unas calles de la casa, entre ellos se aprecia la corona de espinas, un soldado, una túnica, el verdugo, los azotes, las pinzas, la lanza, el gallo, los clavos, los dados y otros símbolos.

Símbolos crísticos foto Óscar Alarcón
Símbolos crísticos foto Óscar Alarcón
Escena de El salvador foto de Óscar Alarcón
Escena de El salvador foto de Óscar Alarcón

Todo parece indicar que son las figuras de los monos burlones son las que le han dado el carácter de misteriosa o cercana a lo diabólico a esta casa pues el resto de figuras ornamentales tienen una referencia a Cristo.

Al “leer” la casa, nos daremos cuenta de que existe la necesidad de una metodología y del conocimiento de la iconografía católica. De no ser así, es posible que nos perdamos en la parte mágica de nuestra cultura, que por supuesto también debe considerarse, sin embargo no todo debe observarse desde el lente de las tradiciones, por más que enriquezca a nuestras costumbres.

La ornamentación cumplían una función narrativa: ofrecer un discurso del espacio-tiempo en el que se construyó la casa.

Es decir, de primera instancia sí podemos decir que es una casa demoníaca o extraña. Sin embargo, cuando nos acercamos a leer el resto de símbolos, nos daremos cuenta de que poco tiene que ver ya con el demonio.

Casas como las de San Luis Tehuiloyocan nos hacen caer en la cuenta de una necesidad de alfabetización visual para leer completamente los discursos. La casa jamás ha estado embrujada o endemoniada. Antes del sismo de 2017, era utilizada como Casa de Cultura y Biblioteca.

También se puede consultar a Terán Bonilla, José Antonio. La Extraña Casa de San Luis Tehuiloyocan. Puebla, México, Gobierno del Estado de Puebla, 1991.

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Notas

(1) Nickel, Herbert J. “Notas Marginales sobre la arquitectura colonial de algunas haciendas e iglesias en la región de Puebla-Tlaxcala” en Comunicaciones, núm. 12, 1975 pp. 23.

(2) Sebastián Santiago, El Bestiario Toscano, pp. 19.

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