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Por Emilio Martínez

Conclusión por Fernanda Armenta

Hermosillo, Sonora, 29 de octubre de 2021 [03:15 GMT-5] (Neotraba)

Reedición de ‘Entrevista con el escritor Carlos Sánchez: Escribir es un acto de empatía y desolación.’ publicado originalmente para el Semanario Primera Plana el 15 de octubre del 2021.

La literatura es uno de los espacios que más reitera en sus esfuerzos por estar presente y activa en nuestras vidas, buscando cada vez impresionar al espíritu de nuestro tiempo. El escritor, alquimista de los símbolos, figura en los emblemas de nuestras ciudades, es esencial en tiempos de adversidad y esa premisa constituye su presencia. Prueba de lo anteriormente dicho es que ni siquiera el contexto epidémico actual detuvo el ansia de las tintas y las plumas para los escritores en la capital del estado, tal es el caso del conocido escritor, novelista y periodista Carlos Sánchez. Habiendo publicado su más reciente novela Para Ti No Habrá Sol el año pasado, el autor nos presenta ahora la reedición de su novela En el mar de tu nombre.

Este 2021, el IMCA le apuesta a la reedición y, en conjunto con la editorial Nitro/Press se hace un nuevo tiraje de la novela ganadora del Concurso del Libro Sonorenseen el año 2013, misma que ahora está fácilmente disponible en bibliotecas y librerías virtuales o en palabras del propio Carlos “en cualquier lugar que haya librerías Gandhi”. En orden de conocer la expresión misma del autor por sobre sus páginas y lo que lo llevó a las mismas, la nota se hace artículo y este se desarma en conversación y en encuentro con un par.

Emilio Martínez. ¿Me puedes contar un poco acerca de En el mar de tu nombre?

Carlos Sánchez. Es una novela a ritmo de trenes ¿no?, es una novela cuyo narrador está planteado en primera persona y la temporalidad es en presente, las locaciones se diversifican, pero es un periplo, la novela inicia en Hermosillo, la ciudad del sol, y concluye en Puerto Peñasco. Cuando digo que es una novela a ritmo de trenes me refiero a que el personaje que es narrador inicia un viaje en búsqueda de un alma extraviada y, en ese viaje en el lomo de la bestia, convive con migrantes y con ciertos personajes que van incursionando en el galope de la novela, personajes que, de manera fortuita, el narrador se va encontrando a su paso por esta región que es el desierto, o sea, la capital, el desierto, y como destino final la Mar. Hay una convivencia también, obviamente –cuando digo que el narrador busca un alma extraviada– hay una convivencia y hay voces presentes de los muertos.

EM. ¿Tiene una reminiscencia a Pedro Páramo?

CS. Sí, es lo que dicen los editores en la sinopsis contraportada. Sí, porque ahí está la presencia de los muertos, y es un viaje, como una búsqueda. Recordemos que en Pedro Páramo se está buscando a un padre, entonces en este caso el narrador busca a su hija, a su hermana, o a su madre, o a su novia. Es un alma que representa muchísimas cosas para este narrador y por eso emprende esta búsqueda.

EM. Una especie de Odisea ¿no? Un viaje de regreso y reencuentro con la identidad misma de la persona.

CS. Sí, y con lo que es a partir del amor. Y a partir del dolor, y a partir de la ausencia. Eso es. Es como la búsqueda de su identidad a partir de ese amor desaforado que ya no es tangible, que solamente habita en la memoria, y en la emoción, y en la devastación que implica la pérdida; la muerte de este ser amado.

EM. En el mar de tu nombre es una reedición de 2021. Creo que es importante por un lado la figura de la reimpresión de la reedición de los libros, o al mismo el escritor también como un distribuidor de su obra.

CS. Las dos cosas me parecen determinantes. El escritor siempre debe picar piedra y distribuir su obra, me refiero al escritor como uno. Porque son muy pocos los consagrados, son muy pocos los nombres que venden por el nombre, son muy pocos los escritores que circulan de manera masiva, yo creo que uno que sueña con ser escritor que juega a ser escritor, que le tira pedradas al sol en esta utopía de querer decir cosas para compartirles con un posible lector, se tiene que involucrar en la circulación de su libro. Y en cuanto a las reediciones, me parecen de suma importancia porque uno se pega una madriza escribiendo en ese acto de desolación, en ese acto de penuria, en ese acto de que socialmente todavía se cree que el escritor es un holgazán; un romántico, porque todavía cuando uno comenta ‘¿A qué te dedicas?’ ‘Soy escritor’ ‘Sí, pero ¿de qué trabajas?’. Es muy común, entonces yo pienso que las reediciones son muy importantes porque los tirajes si bien te va son de mil ejemplares, y si en un dado caso hipotético de que circulen mil ejemplares, que muchas veces no alcanzan a circular, se quedan embodegados, se pierden por ahí. Uno sufre de manera feliz, ferviente, la construcción de un texto, y como para que nada más pudieran llegar en un dado caso a mil ejemplares. Uno quisiera llegar a más, por eso yo creo que hay que palear y hay que trabajar por una reedición, y por otra y por otra. Matar, uno de mis otros libros, el año pasado se hizo una reedición, se publicó en primera instancia por una institución estatal, por el Instituto Sonorense de Cultura, luego Nitro/Press, y pues obviamente Proceso, y seguramente si se vuelve a editar va a encontrar un mercado pues, porque los lectores una población rotante.

EM. Y hay que crear lectores también, ¿o no?

CS. Siempre están naciendo lectores. Siempre están las academias, los libros que se interesan en diferentes títulos por su especialización, como es el caso de Matar, que se ha usado mucho en muchos momentos en las escuelas de criminología por decir algo, ¿no? O de periodismo, o de derecho. Me parecen importantísimas las reediciones para uno, y que uno debe trabajar en que se logren, porque uno escribe para compartir con los posibles lectores. Sí, hay que crear lectores yendo a las universidades, yendo a los foros donde te inviten y uno debe picar piedra. Ahora el viernes pasado presentamos Para Ti No Habrá Sol en la plaza Zaragoza, me llamó mucho la atención que llegó un señor y me pidió que le firmara el libro, lo había comprado, y me dice “Vengo del D.F., vengo a conocer la ciudad y pasaba por aquí”, entonces ahí está el encuentro, ahí está un gran acontecimiento, él la va a leer, la va a llevar al D.F. Quién sabe en qué manos termine. Eso es hermoso, maravilloso en cuanto al ejercicio de buscar lectores.

EM. Y bien, en una época en que la lectura parece ir en declive ¿Usted ha pensado alguna vez en llevar su obra a otros medios? Es decir, reeditarlas al modo que sus novelas. Tratar de difundir su obra de nuevo, pero a través del cine, o a través de videos.

CS. Sí. En redes sociales pues compartimos como lo que se va a presentar, los lugares, las reseñas digamos… Facebook, Instagram, Twitter, que me parecen muy efectivas porque todos estamos ahí. En cuanto a la posibilidad de componer canciones, por ejemplo, o que un texto se vaya a una canción, ya lo he hecho, algunos compas me han grabado. Una que otra canción que he escrito, no es lo mío, pero lo he hecho porque yo creo que a todos nos gusta la música. Y fortuitamente se ha ido acomodando. Hace poco hice una intervención con César Burgos que es cantante trovador, yo leía un texto, precisamente un fragmento, un texto que es una consecuencia de En El Mar de Tu Nombre, sobre el personaje, y una rola que yo compuse, él la musicalizaba, hicimos un ensamble en Está Cabral, quedó lindo, antes un grupo me había grabado una rola de hip-hop. En cuanto al rollo del cine, a mí me gustaría, obviamente, ver Para Ti No Habrá sol o los textos Matar: Crónicas del infierno en pantalla, pero yo creo que eso es una consecuencia, yo no lo estoy buscando, tampoco deseo aprender a hacer guión, es decir, como una elección yo creo que yo no lo ejercería, yo soy escritor, y con eso me basta. Digo, soy escritor y estoy muy agradecido de que la palabra haya tocado mi vida, me siento bien ahí, me siento cómodo, creo que mi vía de comunicación es la palabra, la escritura. Si alguna vez ocurriera que a algún director le sedujera alguno de mis textos y dijera ‘¿Sabes qué? Lo vamos a adaptar’ yo sería muy feliz, pero soy muy feliz regalándote en este momento la novela, y por eso pienso que, en algún momento, no ahorita ni mañana, puedes leerla y eso me hace feliz, es como más inmediato. Y sí, obviamente entre la literatura y el cine, que me encanta el cine, yo prefiero la lectura, yo prefiero leer, entonces si algún día se da pues estaré contento.

EM. Comentando sobre su otro libro Para Ti No Habrá Sol. Habla mucho de los yaquis, en concreto los yaquis de la matanza. ¿Me puede decir la sinopsis brevemente?

CS. Para Ti No Habrá Sol es, digamos, como un planteamiento sobre la identidad del barrio. Un barrio donde habita una comunidad yaqui, es el proceso evolutivo y como la posmodernidad le ha arrebatado el territorio a esos yaquis donde una vez ejercieron sus procesiones, su cultura, su cosmogonía, su indumentaria, sus sonidos, cómo la posmodernidad les arrancó de tajo ese lugar. Cómo terminaron siendo relegados a un espacio pequeñito que les presta el ayuntamiento. Habla también de cómo la drogadicción y el narco han permeado en el barrio. Si antes fue el exterminio del gobierno, ahora es el exterminio del narco. Habla también de la cultura y la idiosincrasia yaqui, habla de esa maravilla que poseen los yaquis. Habla de la muerte, habla de la violencia, de los desaparecidos en esta región de la ciudad que es La Matanza, un barrio muy particular, habla un poco de la historia del rastro, por eso se llama La Matanza, porque había un rastro de muerte. Lo escribí como un dictado de la memoria de esas voces con las que yo conviví de niño, porque yo soy de ahí, y lo escribí también como el saldo de una deuda pendiente que tengo para con los míos, mis compas, esos compas que ya no existen, que quedaron por ahí en el camino, que se pasaron o que murieron, u otros compas que quién sabe si existan. Pero están desaparecidos. Es como un acto de justicia también para desenvolver un poco la historia de mis compas que son etiquetados desde los medios de comunicación porque se vieron involucrados en la delincuencia, o en los asesinatos, o en el consumo de drogas, y que finalmente su vida se redujo a un par párrafos en la nota roja. Es algo como un recoger de esas voces, y un acontecimiento, y ver un poco de la cultura desde el personaje, porque está narrado en primera persona y en voz de mujer, desde el personaje que es Sewa, ver un poco sobre la cultura que rige en los yaquis desde las procesiones hasta esa religión y esa manera distinta de ver el agua, de la espiritualidad misma, de las curanderas, los curanderos.

Carlos Sánchez. Foto de Edith Cota.
Carlos Sánchez. Foto de Edith Cota.

EM. Al resumir, al sintetizar estas ocurrencias, hacen en segundo plano otro despojo de su identidad, ya los convierte en una cifra, en otro grupo. Ya no son yaqui, ya no son Alberto, ya no son José. ¿Cree que el proceso mediante el cual escribió este libro tuvo que ver algo con el sentimiento de mandar un mensaje político? ¿Cree que el escritor es invariablemente un actor político?

CS. Sí, me parece que es inherente ¿no? Uno tiene una visión y una postura: yo estoy con los jodidos. En la novela Para Ti No Habrá Sol hay un capitulo que reseña cómo en un momento los yaquis fueron al palacio de gobierno a protestar con sus cantos y con sus danzas tradicionales a exigir el regreso de la tierra, y posteriormente ya no el regreso de la tierra sino el regreso de los mismos yaquis que fueron detenidos o desaparecidos. “Ya no queremos la tierra, queremos la vida” es una de las consignas que gritan los yaquis en el palacio de gobierno. Obviamente que todo es desde la ficción, pero la ficción debe contener esa gran dosis de un acontecimiento que es verosímil y posible. Siempre hay una postura, yo no creo que hay que escribir por escribir, yo no creo que haya que escribir por la estética y la construcción, que también puede ser maravilloso y que también lo han hecho otros escritores, pienso ahora en Julio Cortázar con su estética en la construcción de Rayuela, por ejemplo, y sin embargo también tiene una postura. Yo escribo a partir de una reacción y un impulso donde tengo que hablar por la raza a la cual pertenezco, y obviamente tengo muy consciente que mi discurso es de defensa de esta raza, de la raza marginada, de la raza avasallada, de la raza delincuente, que obviamente está delincuencia tiene su origen porque somos los apestados, ¿no?

EM. La desigualdad…

CS. La desigualdad, somos los sin oportunidad, y no es victimización, es una realidad. Si tú te das una vuelta para allá tú podrás constatar lo que digo, cómo viven, cómo son sus casas, cuáles son sus salarios, de los que trabajan, los que tienen oportunidad. Cuál es el porcentaje de los morros que no están haciendo nada más que levantar fierros o botes para venderlos por una dosis de cristal. Sus papás no le apostaron a eso, pero fue para lo que les alcanzó en esta cultura, porque finalmente son producto de la cultura que ahí está establecida, que está enquistada y que no se ha exterminado, la raza ahí es consumo, y es algo normal. O los matrimonios siendo muy pequeños, mujeres pariendo a los 15, el ejercicio de la violencia entre los batos y las morras, los maridos violentos. Machos. Es una cultura que tiene que ver obviamente con el estado, por esta desproporción, por esa desigualdad en cuanto a las oportunidades. No hace falta cómo ir a eso, pero tampoco está mal recordarlo: un candidato a la gubernatura que tiene 15 guaruras y hay 5 súper carros. ¿Cuántos emplean eso mientras al barrio llega alguien con una metralleta y mata a uno o a dos y nunca hubo autoridad?

EM. Y no está demasiado lejos del palacio de gobierno del estado.

CS. No, está ahí, tú te subes a una casa del barrio o sales a lo que es el patio de una casa del barrio o el porche, que ni siquiera tienen, que son así como accidentales; te paras ahí y estás enfrente con Galerías, los Malls esos y ves la postmodernidad. Y mucha raza de ahí del barrio que son yaquis trabajan ahora en el Galerías, en el Mall, y agradecen. El personaje que narra sobre eso y agradece tener trabajo, de ser agradecido porque existe ese complejo donde va y trabaja, y muchas madres del barrio van y trabajan ahí, limpiando, obviamente no tienen un trabajo departamental, están trabajando en la limpieza, en la intendencia.

EM. Es casi como si hubiese dos mundos completamente distintos yuxtapuestos a la mitad del cerro.

CS. Exacto, y en un territorio que era de ellos, que les pertenecía, ponle que no con un fondo legal o no con un título, pero es que sabían que era de ellos porque ahí vivieron y porque ahí crecieron. Crecieron viendo correr un río donde lavaron ropa, fue su recreación, posteriormente ahí estaban las cruces rodeando las enramadas para el sábado de gloria, ahí estuvimos todos niños corriendo y jugando alrededor de los fariseos, que es una herencia cultural de los yaquis y un ejercicio permanente.

EM. Encontrando este ejercicio perpetuo de cómo el clima o el espacio termina por configurar nuestra identidad, y la identidad también como tema recurrente en ambos libros, ¿cree que el sonorense se siente distinto al yaqui? ¿O el yaqui no se siente sonorense? Al mismo tiempo que el sonorense no necesariamente es alguien que se vea muy reflejado con idea general de lo que es un mexicano.

CS. Me parece que es un acontecimiento individual, o sea, no es general, pues hay yaquis muy educados, muy inteligentes, que van a la reflexión, como hay yoris muy educados, los blancos pues, que así se nos denomina. Es algo individual, es una postura individual a partir de la capacidad de reflexión, yo no creo que sea generalizado. Sí creo que hay mucho racismo, sí creo que hay una pugna, hay un pleito, hay una condena contra los yaquis ahorita en este instante, hay una condena contra ellos porque se manifiestan y porque reclaman el territorio, las vías de comunicación o porque reclaman el agua y uno desde su burbuja en la ciudad, esta ciudad cosmopolita, indolente, avienta sentencias, descalifica, los sigue llamando indígenas que significa indigno, los sigue tachando, uno sigue construyendo frases peyorativas. Te digo que es una cuestión individual, no creo que todos seamos así, entonces esto no creo que se generalice, pero sí, los yaquis no han dejado de luchar por sus derechos civiles, individuales o grupales, y los citadinos o lo yoris pocos van a la reflexión, lo demás solemos descalificar.

EM. Pensando a futuro, ¿qué cree que viene para usted como escritor?, Para su obra, ¿tiene algo planeado? ¿Alguna obra? A lo mejor una incursión en otro género.

CS. Siempre hay una inquietud en el interior, no obstante que escribir cansa mucho y devasta, angustia… y felicita también, ¿no? Porque escribir es un acto de desolación, escribir es un acto de empatía. Es decir, yo, Carlos Sánchez, me pongo en tus zapatos, en cómo te andas gastando la suela de los zapatos ahora reporteando; con un oficio que me parece para locos, el ejercicio del periodismo, desquiciante; porque además somos los confinados, los etiquetados, no bien vistos. Siempre hay un gusano ahí con un deseo de dejar de hacerlo, pero es imposible, porque ya uno es un instrumento de la palabra y la literatura. Yo no sé a bien qué es lo que venga para mí, pero sí sé y estoy convencido de que me gusta ser un lector. Estoy muy convencido de lo que yo ya pude decir en El Mar de Tu Nombre, por ejemplo, me hace sentir satisfecho con el oficio. Yo podría morir en este instante como escritor y no me pasaría nada, yo estaría ya muy feliz. Estoy muy feliz de que exista En El Mar de Tu Nombre, posteriormente Para Ti No Habrá Sol,o Matar,o La Ciudad del Soul,o un libro de dramaturgia que anda por ahí. Ahora mismo estoy escribiendo sobre madres de hijos ausentes, con un paso muy lento porque me devasta ese tema. Pero el tema me eligió, como me eligió el tema en El Mar de Tu Nombre, y uno no puede hacer nada, uno no puede renunciar. ¿Qué es lo que yo creo que viene para mí como escritor en un futuro? Lo digo sin embragues, creo que tengo un nombre ya en la sociedad de escritores, creo que ya pertenezco a un gueto, a una célula, y creo que puede marcar una referencia también en el ámbito cultural. Creo que también esta construcción, este ejercicio de picar piedra tendrá como consecuencia –en años venideros– que se me llame para que yo participe en ciertos espacios para decir cosas, ya sea opinando, ya sea participando o construyendo textos a partir de temas definidos; yo creo que si ya estoy ahí inmiscuido, no voy a poder deshacerme, aunque yo lo quisiera del ejercicio de la escritura y no hay bronca, me resigno, me dejo querer. Y te digo que no voy a poder deshacerme de las premisas que te comenté hace rato; de que escribir es una chinga, que es un acto de desolación y es un acto de empatía. Que te duele ponerte en los zapatos de una madre que está buscando desesperadamente a su hijo que fue levantado.

Durante el proceso de escritura y publicación del artículo original estuvo siempre presente la mirada en segundo orden (del encuentro con Sánchez) de otra voz ajena a la mía, que a través de sus ojos motivó una reflexión y diálogo del encuentro con el autor y del tema de la reedición de una obra, aparte de la plasmada ya en el texto que terminó siendo publicado primero. Para complementar el texto original de la entrevista, hoy las conclusiones de Fernanda Armenta se agregan a una versión ahora reeditada y auto conclusiva del tema y del encuentro con el mismo autor.

Las palabras de Sánchez por Armenta a través de Martínez

Por varios motivos resulta fascinante el ejercicio de plantearse la pregunta ¿qué puedo decir yo sobre esto que no se haya dicho antes?, partiendo por la noción contextual que nos empuja a la enunciación de la misma: habremos de decir algo único para que lo que digamos tenga valor. En un mundo cada vez menos heterogéneo –absorto en la etapa que le siguió a la moderna–, la búsqueda de la individualidad, cada vez más recóndita y específica, resulta el camino a seguir para la humanidad. Idóneo sería que en este punto el lector se pusiera a pensar en los aspectos morales y éticos detrás de este estilo de vida y pudiese llegar a una conclusión personal sobre el asunto –siendo que el mismo es uno que le impacta en amplio sentido– pero, de resultar esta tarea muy abrumante, un despertar de curiosidad por lo próximo a decir bastaría para mantener al escritor entusiasmado y dispuesto a terminar este escrito. Un segundo aspecto a tomar en consideración a la hora de tratar con este planteamiento sería la búsqueda de la respuesta o, de forma más concreta, la consideración de las variables de respuesta; usualmente este punto se ramifica en dos opciones: a) buscar la respuesta que contradiga directamente lo que la masa social –conciencia colectiva– piensa sobre el asunto o b) descontextualizar/extrapolar la respuesta más ampliamente difundida, insertarla en un espacio simbólico alejado, ver cómo ésta interactúa en un ambiente ajeno y sacar una conclusión rebuscada del asunto. Un tercer punto sería verificar por medio de internet –que todo lo sabe– que lo que hayamos dicho sea único y después cruzar los dedos en espera de que el asunto jamás haya sido objeto casual de conversación entre dos o más sujetos ilustrados en cualquier periodo histórico desde que el humano existe. ¡Mucho texto!, ¿qué tiene que ver esto con lo dicho por el admirable Carlos Sánchez? Bueno, superficialmente nada, pero picando piedra lo siguiente: de la conversación con el buen Carlos lo que más me llevo es el valor –casi olvidado– de la reproducción de discursos; especialmente de aquellos que hablan sobre el sentir de grupos enteros, de representación propia, de ti, de mí, de nosotros. Es difícil ignorar el hecho de que esta etapa histórica se caracteriza por lo desechable y esto no sólo se traduce a deshacernos de lo material, lo ideológico se “traspapela” en el cesto de lo “no útil” y es aquí cuando levanto la ceja porque pienso que quedan cosas por decir que ya se han dicho antes, amplificar las ideas de otros símiles en búsqueda de comunión es todavía una opción existente, poder tejer redes de solidaridad es una de las maravillas que nos dota la literatura, es por eso que escribo y creo que es por eso que Carlos Sánchez escribe también.


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