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Por Lalo Hernández (@copia_chafa)

Puebla, México, 26 de enero de 2023 [00:03 GMT-6] (Neotraba)

Tuvieron que pasar varios años para recordar que había alguien que se hacía llamar Ismart y quien realizaba eventos de música dentro de la localidad donde estoy encerrado. Entablé conversación con él algunas veces en los eventos que realizaba, donde generalmente llegaban bandas de math rock. Si bien el género no llama tanto mi atención, al ver una que otra banda en vivo hizo que volteara a verlos pues a veces, durante el show, mostraban una improvisación dándole aún mayor vitalidad.

La primera vez que fui a uno de sus eventos habían estado de estelares De Algún Tiempo a Esta Parte, una de las bandas que mayormente había escuchado y que me habían volado la cabeza. Justo por esos días una banda llamada El Toro también estaba dando a conocer su material. Si bien eran del mismo género que DATaEP, este dúo generaba ritmos agresivos, un bajo y una pedalera que le daba mayor efecto.

El Toro: un power dúo de rock instrumental, de la ciudad de Puebla, conformado por Alfonso Polanco en bajo y sintetizador y Javier Castañeda, batería y percusión. Los recuerdos de aquel evento ya son borrosos, así como las bandas que estuvieron en ese momento, posiblemente estuvo DJ Perro, otra banda de math rock, que me ha dado igual donde se presente.

Este dúo existe desde el año 2009 con sus primeras grabaciones “A Bulldozer and a Bersek Bull” y “Previos” del 2012, de ahí hasta el año 2016 y 2017 con “El Toro Vol. 1” y “El Toro Vol. 2: Los Niños del Poder”, en este pequeño lapso tuvieron diferentes colaboraciones con bandas del mismo género como Zeta (Venezuela), Joliette y Karma Dhiluz, ambos de este país pero de diferente estado. Aunque la colaboración con Karma fue aún más experimental pues se reúne el rock instrumental con una carga de Trap que atrapa a cualquiera que lo escucha.

Portada de El Toro Vol. 2 Los Niños del Poder
Portada de El Toro Vol. 2 Los Niños del Poder

El bar donde aconteció el suceso era bastante pequeño, pero al menos casi estuvo lleno. De alguna manera eso le alegraba a Ismart, pues como él decía “ya salía para el pago”, entre la preocupación que sentía aquel organizador por lo menos a la pequeña multitud que estábamos ahí nos sorprendía la ejecución de El Toro, el momento en el que combinan el sintetizador realizando algunos sonidos que no eran de este planeta, el bajo con una distorsión frenética y la batería que nunca se detenía, marcaban la noche, ahogaban las canciones gruperas que siempre se escuchan en aquel lugar, una llamada a Maussan y el señor podía aparecer acusando que El Toro residía en Puebla en algún punto del Popocatépetl y que con su sonido establecían contacto con otras formas vivientes.

Las luces neón un tanto tenues incitaban a alterar los sentidos, pues la noche aun no terminaba.

El Toro Vol. 1

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