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Rowena Bali. Foto de Pascual Borzelli Iglesias.
Rowena Bali. Foto de Pascual Borzelli Iglesias.

Por Lizeth Tlatelpa De Roman

Puebla, México, 14 de junio de 2020 [00:01 GMT-5] (Neotraba)

El Agente Morboso” de Rowena Bali se publica por Nitro/Press y el IMACP

El acercamiento a El Agente Morboso de Rowena Bali fue divertido y fuera de lo común. Al salir de la escuela mi atención se centraba en dos aspectos propios de ese día: el clima caluroso y el camino directo a la estación del RUTA.

Detenernos en un puesto de comida fue idea de mis acompañantes. Al sentarnos, cada uno pidió su orden: la mía consistió en una jugosa gordita de salsa roja y quesillo. Entonces me extendieron el libro de portada cereza. Una reseña, fue la propuesta. Eso provocó mi curiosidad tras un vistazo.

¿Cuántos colores puedes nombrar? La respuesta se halla dentro de la percepción de cada ser humano. Probablemente la cantidad distinguible de matices se relacionaría con la apreciación sentimental o simbólica que se forme hacia ellos. De este modo, sin profundizar en teorías del color, Rowena es capaz de conectar a un personaje con su remolino introspectivo, que en pasos presurosos revela múltiples degradados.

Lizeth Tlatelpa De Roman. ¿Cómo se gestó El Agente Morboso?

Rowena Bali. Se gestó hace varios años. Tenía la idea de escribir acerca de un personaje que fuera un fracasado social, inadaptado, que nunca se sintiera conforme con absolutamente nada. No porque tuviera una idea revolucionaria o porque sus aspiraciones personales fueran elevadas: sus tormentas provienen de la insatisfacción, ciertos deseos que son triviales, si se les contempla con detalle.

Lo que quiere mi personaje es alcanzar la belleza estereotipada, la que dictan los medios de comunicación y las marcas de productos para belleza que se encuentran mejor posicionadas, pero principalmente lo que busca y por lo que lucha, es por conquistar a su amor verdadero. Las insatisfacciones en este sentido son totales, una tras otra durante la historia; inclusive en la conclusión, nos damos cuenta que este amor que perseguía el protagonista, nunca lo alcanzó.

Desde el primer momento la clave “tránsfuga” interviene para sorprender al lector. Dicho concepto se vuelve imprescindible por recoger los fundamentos de la historia. Sin nombre propio, la-el tránsfuga es el personaje principal de este libro, donde se narra la travesía de un individuo para convertirse en su yo ideal, con el objetivo de alcanzar el amor. Dicha travesía se lleva a cabo no sólo entre lugares como consultorios o departamentos de lujo, sino también en su cuerpo mismo.

LTDR. ¿Quién es el tránsfuga y qué significa para ti?

RB. El termino tránsfuga tiene varias connotaciones. La que solía escuchar era despectiva, era una palabra que se utilizaba para designar a quienes podían cambiar de ideología política conforme a su conveniencia. Pero en el caso de la novela, este hombre, mujer, etc., es tránsfuga porque cambia de situación, cambia de su vida cotidiana a su vida fantástica; cambia de sí mismo a su yo ideal. Es una novela que tiene muchos toques de novela fantástica porque el personaje se ve inmerso en situaciones fantásticas que provienen de su propia imaginación.

¿Quién es el agente morboso? Es, inicialmente, en los tiempos pasados en que se cuenta la historia, una chica que se tiñe el pelo y tiene aspiraciones de cualquiera que haga lo mismo, pero se siente muy insatisfecha: está metida en las drogas. Hasta que un día conoce una chica y se enamora de ella. Entonces, para poder conquistarla, lucha encarnizadamente en formas imposibles por convertirse en un hombre: se convierte en su rubio ideal, en un rubio caucásico que tiene doble personalidad.

Una de esas formas es la de una persona fracasada y la otra, el yo ideal, es un macho, violento y malvado. Las características que adquiere el personaje una vez que se transforma en hombre –con una lucha enorme para llegar hasta allí–, son las de un macho terrible. El Agente Morboso tiene esta intención feminista porque soy una mujer que se declara feminista y tiene un peso mayor para mí el transformar de pronto una chica en un hombre transexual. Pero, por otro lado, loco, perdido, el personaje es un extraviado social.

LTDR. Es un libro que aprovecha el pensamiento del protagonista para generar una inercia de caos en el lenguaje. La confusión se vuelve importante en la novela, ¿pretendías provocar confusión en el lector?

Primera portada de El Agente Morboso.
Primera portada de El Agente Morboso.

RB. No necesariamente busco la confusión del lector. Busqué presentar a un personaje narrador, que además narra en primera persona, que se encuentra muy confundido. Tú te das cuenta de que el personaje no sabe lo que quiere: un día tiene esta sensación de megalomanía y al otro día se siente perdido, inconforme, empieza a buscar transformarse.

Pienso en cierto tipo de personas que nunca se sienten conformes con sus cirugías plásticas, por ejemplo; el caso del agente morboso es precisamente ese, el de una persona que persiguiendo a este ideal femenino busca transformarse, pero no a un nivel profundo sino un nivel físico, siempre superficial.

Recibiendo este lienzo, aún nos aguarda en cada página subsiguiente la visualización del reconocimiento. No requiere imperativamente un nombre, el cruce identitario sobreviene en el protagonista para formular una mezcla u oscilación a partir del ¿quién soy?

El mundo a desarticular converge conforme a una postura privada, de intimidad, donde se expulsan repercusiones violentas e imperfectas del exterior que contribuyen al escape constante. Hace referencia al veloz ahogo de dolor e inseguridad inmerso en el mar estético de la imagen; la voz narrativa funge inicialmente el papel de una joven sometida al proceso de cambios impuestos por el ideal estereotipado.

Su realidad se irá trastocando en proporción a la intensidad de dosis de medicamentos que precise para evadirla. Dicha adicción, pastilla por pastilla, página por página, diluirá las circunstancias hasta intercalarlas en favor a su ficción preferida.

LTDR. ¿Cómo trasladas la tempestad que implica la intimidad de tu personaje a la narrativa?

RB. Es mi proceso personal de escritura. Uno tiene un resumen en su vida: el conocimiento de otras personas, de otras historias leídas en su stock de recuerdos, circunstancias y situaciones. Hechas mano de ese stock, y te preguntas: ¿qué hay en mi stock de tormentas?

Pues hay esa tormenta y esta otra, esas tormentas se las achacas a tus personajes y haces que ellos las vivan. Me gustan los personajes atormentados y tengo un buen stock de tormentas para usarlos cuando haga falta, narrativamente hablando.

Mientras esta declaración de identidad transcurre en la novela, conocerá otros personajes en abatimiento propio como la Psicoterapeuta o la Inglesa, experiencias relatadas a través del escaneo de juicio vanidoso, que a pesar de conformar una mínima parte del abundante listado, la consumirán hasta reencontrarse consigo misma. Acudir a la Cirujana se convierte en el atestiguamiento de las persistentes transformaciones físicas, siendo el objetivo primordial resaltar su figura femenina para continuar sobre la curvatura de innegable naturaleza neutra.

LTDR. En la narrativa nos dimos cuenta que hay esta tendencia a suprimir nombres propios por sustantivos, ¿a qué se debe ello?

RB. Sí, no hay ningún nombre propio en el libro y la razón fue que yo quería que estos personajes fueran muy estereotipados. Están la Bruja, la Psicoterapeuta, la Cirujana plástica…

Todos estos caracteres no están tan profundamente delineados. Si haces una lectura atenta del libro, te darás cuenta de que los personajes son como él, como el personaje principal los quiere ver o los pinta, pero no hay una verdadera profundidad en cuanto a cómo son o quiénes son ellos, salvo algunos momentos en los que muestran tener sentimientos.

Pero a final de cuentas, el personaje principal los ve como estereotipos. El que tuvieran nombre o no era secundario. Me gustaba la idea de que la forma de nombrarlos como personajes correspondiera a esta idea de estereotipos.

Nueva portada de El Agente Morboso.
Nueva portada de El Agente Morboso.

Al conocer a la Chica del Lago, descubrirá el anhelo por saborear la inexplorada posición masculina, vistiendo su amor del color almendra en los ojos de tan inolvidable chica. No demora en desnudar una frustración latente manchada de obsesión.

La balanza que declinaba en beneficio de la silueta amazónica que debía cumplir una chica –modelo en que se apoyaba su “mundo ideal”– desistirá ante el retrato de un nuevo personaje aspirado, el chico Caucásico. Sin embargo, las limitantes que pudiesen interferir en su propósito se desvanecerán a medida que dispone de cualquier medio, desplazando toda noción de consecuencias.

LTDR. El manejo del tiempo sigue un ritmo en específico, igual de caótico que el personaje, ¿el tiempo juega a favor o en contra del tránsfuga?

RB. El tiempo del personaje queda muy definido cuando él se autonombra un tránsfuga radical, “todo este tiempo voy a estar cambiando”. Pero mis tiempos están definidos por repeticiones constantes, sus cambios son repeticiones porque todo el tiempo está cambiando y por otro lado, en su circunstancia vivencial, está en un círculo vicioso en el que se inconforma, se vuelve a alegrar…

Es un poco el círculo vicioso del maniaco depresivo. Se puede decir que juega un papel importante, no sé si a favor o contra, simplemente es un tiempo muy peculiar, muy definido por esta serie de cambios repetitivos.

Conocer la ansiedad de una perfección inaccesible lo conducen a adoptar un millonario que cumpla sus caprichos, lo que hoy conoceríamos con el término de sugar daddy. A través de él, un gordo capitalista, invierte en su exigua responsabilidad emocional, presagiando la coloquial práctica de asegurado interés e insensibilidad.

LTDR. Debido al año de su publicación (2008), la boga de tópicos relacionados a la comunidad LGBTQ+ no estaba muy presente. ¿Qué mensaje querías transmitir en un momento en el que no había tanta apertura social a esas temáticas?

RB. Se trata de una novela con ciertos adelantos que ahora, en años más recientes, apenas vemos. Actualmente las autoras se atreven a decir ciertas cosas que yo escribí en su momento sin ningún reparo. No me fijé en lo que fuera a pensar la mayoría; creo que todavía hay ciertos prejuicios que no han sido superados de ninguna manera.

En esos años –y en años anteriores a la escritura de El Agente Morboso–, ya estaban en boga pero esta situación no era difundida, no teníamos esta apertura en los medios de comunicación que nos permitiera darnos cuenta de qué tan presentes están ciertas cosas. Por otro lado, los medios de comunicación potencializan esta capacidad en todos los sectores de difundir su manera de ver las cosas, de ver el mundo, de difundir sus inconformidades. Ya existían las redes sociales y el internet.

Los temas de diversidad sexual no estaban tan verdes cuando yo escribí el libro, pero el tema de la transexualidad, el que particularmente toca mi novela sí se debe a una historia de cuando era aún muy pequeña. Era una niña cuando conocí a un muchacho muy bello que decidió transformarse en una muy guapa y bella mujer.

En cierta manera esta situación marcó profundamente mi stock de historias para contar, y quise contarla tanto en El Agente Morboso como en otro texto que tengo –se llama Indiscriminable, y también estuvo inspirado en una serie de historias de personas que nacieron andróginas.

Rowena Bali y Óscar de la Borbolla. Foto de Pascual Borzelli Iglesias.
Rowena Bali y Óscar de la Borbolla. Foto de Pascual Borzelli Iglesias.

La penetración a una época en que las cuestiones de género equivalían a censurar sus “anomalías” en manos del desequilibrado pudor, parte en subtipos las luchas focalizadas a lo diverso en la comunidad; mismas a las que recurre la autora, desfilando las siglas que actualmente concibe el popular acervo inclusivo: LGBT.

En esta última sigla, la transexualidad busca inserir en la visión binaria del ser, confundir a partir de los prejuicios e insinuar por medio del título el contenido que libere al agente de morbo: sustancia de sexo, crimen, locura, drogas y la ineludible violencia, quien ya aceptó igualdad.

LTDR. De repente parece que el hilo narrativo fluye a manera de confesión por parte del personaje, le es permisible decir todo lo que piensa. ¿Por qué la confesión es un elemento esencial en la narrativa? ¿La confesión es un aspecto ontológico del ser humano?

RB. Yo creo que sí, definitivamente. Cuando uno habla en primera persona tiende a confesar. Este proceso de confesión se da a nivel individual, no siempre conscientemente. Uno dialoga consigo mismo cuando piensa. Conforme ese dialogo se va dando, se cuentan cosas que uno comprende perfectamente.

Cuando uno narra en primera persona se es muy sincero porque el personaje sabe perfectamente quién es y qué es lo que está pensando. Para mí la primera persona es la mejor forma de narrar. Me gusta esta forma intimista y confesional porque es así como me gusta que me hable el escritor cuando lo leo. Cuando soy lectora me gusta entender a profundidad el pensamiento de los personajes; a través de esta comprensión de quiénes son ellos, me puedo –o no– identificar.

Recomiendo su lectura al citar las siguientes líneas: “en otra sesión me explicó que el cerebro era como una maquinita de chicles, que cada color de chicle era como una idea y que había que agrupar las ideas por colores para que la cosa funcionara. En eso no estuve de acuerdo, porque el azar da sentido a las maquinitas de chicles” (cap. 1, pág. 20).

LTDR. El impacto que te ha causado el conocer ciertas tormentas o vivirlas en carne propia, ¿cómo han ayudado a tu crecimiento en la escritura?

RB. Yo creo que, una vez superados los aspectos técnicos de la escritura, aprender a escribir, todo lo que uno pueda vivir con una observación metódica de lo cotidiano. Es lo que más en particular me ha hecho crecer escrituralmente, buscar que mi vida –la forma en que percibo la realidad– sea lo suficientemente minuciosa como para que la pueda contar después. A propósito de las tempestades y tormentas, son sentimientos llenos de intensidad, y esa intensidad los hace notables narrativamente.

Espero que otra mirada se sumerja en el caos de esa máquina cuadrada del lenguaje que es este libro, recorriendo el tiempo simultáneamente ilusorio y realista.

LTDR. ¿Cómo te sientes con el resultado de la publicación en Nitro/Press en colaboración con el Instituto Municipal de Arte y Cultura de Puebla?

RB. En términos de edición y diseño, del objeto en sí mismo, me encanta, estoy muy contenta con el trabajo de Lilia Barajas, con el trabajo de Mauricio Bares, la coedición con toda la Ciudad de Puebla, el IMACP.

¿Cómo me siento con su republicación? Es mi novela favorita, es uno de los libros que más he disfrutado escribir. Los demás también los he disfrutado muchísimo, pero éste fue especial porque aquí fue donde me solté como escritora. Empecé a escribir más a partir de El Agente Morboso y fue mi primer trabajo, mi primera novela. Recuerdo todo ese proceso con mucha alegría y lo quiero mucho, le tengo mucho cariño.

Algo que me gustaría agregar en torno a su publicación es que me sorprende que la reedición haya aparecido en un momento como el que estamos viviendo, precisamente en el 2020, año que vimos interrumpido a causa precisamente de un agente morboso, el COVID-19.

Rowena Bali. Foto de Pascual Borzelli Iglesias.
Rowena Bali. Foto de Pascual Borzelli Iglesias.

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