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Cartagena, Colombia, 15 de diciembre de 2023 (Neotraba)

Crónica Amorosa
En la penumbra de un amor extinto,
se marchita el verso, la métrica se extingue.
Rimas huérfanas, sin ritmo ni encanto,
la estrofa se desvanece, la prosa se trunca.

Como un Shakespeare sin su Julieta,
mis letras yacen, sin la musa predilecta.
La trama deshilacha, sin su clímax,
el protagonista, sin su razón de actuar.

Oscilan las metáforas, como en un caos,
el giro inesperado, se convierte en fracaso.
El diálogo calla, los personajes mudos,
la narrativa sufre, sin amor en su fundamento.

Se desvanece el énfasis, la tensión se pierde,
la trama inerte, sin el afecto que concede.
En el tomo del desamor, la historia yace,
capítulos sin amor, en la novela fugaz.
Égida Efímera
En la penumbra lóbrega, contemplaba su desolación,
Una paroxística aflicción, un requiebro del alma.
La anhelada asistencia, un bálsamo ansiado,
En el reducto de su caótico padecer.

Ataviada con la postración, exhausta y lacerada,
Yacía en la disonancia de su padecer efímero.
En el ínterin, la égida de la fe desfallecía,
Disipándose al compás del inexorable tic-tac.

¿Cómo podría el corazón íntegro soportar tal duelo?
¿Cómo podrían las lágrimas, como saetas, traspasar sus entrañas?
Lágrimas, no simples gotas, sino torrentes del ser,
Una catacumba de pesares, un tumulto que desgarra.

Y mientras, en mi ser, el temor exánime resonaba,
Una confluencia de destinos, un crepúsculo compartido.
En la partitura de esta tragedia, la esperanza, un atisbo,
La osamenta de dos almas enlazadas, en simbiosis etérea.

Así, en el caleidoscopio de esta miseria,
Se erige un poema efímero, una alegoría de la existencia.
Donde el crepúsculo cede al alba,
Y el vértice del amor deviene en el faro insuperable.

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