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Por Victoria Mariana Escanio Sánchez

Puebla, México, 22 de agosto de 2023 [00:10 GMT-6] (Neotraba)

¿Cuál es el desayuno ideal? En algunos países, la respuesta es sencilla: un gran y blanquecino huevo estrellado acompañado por las dos clásicas tiras de tocino frito a su derecha, una torre de gruesos panqueques bañados por el dulce líquido del árbol de maple o, en su defecto, un plato de leche con una abundante cantidad de Lucky Charms escarchados sobre esta. Sin embargo, en México nos gusta ser diferentes, por lo que aquí damos una respuesta menos conocida: los chilaquiles.

Fotografía de Nahima Aparicio a través de Unsplash
Fotografía de Nahima Aparicio a través de Unsplash

Los chilaquiles son un platillo originario de México que goza de gran popularidad dentro de la escena gastronómica de la nación. Consisten en un montón de triángulos de masa de maíz aplanado (tortillas) bañados en salsa verde o roja, aderezados por una abundante cantidad de crema, queso y cebollita. Por eso, para un buen mexicano, el desayuno ideal no es nada más ni nada menos que unos buenos chilaquiles, emparejados con un vaso de jugo de naranjas frescas y la clásica taza de café, que bien sabemos no puede existir sin el acompañamiento de su deliciosa pieza de pan dulce.

Es que ¿cómo uno podría no fantasear con tan suculento desayuno? Si a cualquiera se le hace agua la boca de tan sólo imaginar ese sabor picosito invadiendo su lengua, seguido por un vaivén de texturas diferentes que provocan los lácteos del platillo y finalizado con los contrastes entre el potente sabor de la cebolla y la cremosidad del aguacate. Sin duda alguna, el más fino regalo para cualquier paladar.

Fotografía de Getty Images a través de Unsplash
Fotografía de Getty Images a través de Unsplash

Sin embargo, ante los ojos extranjeros, la oda del pueblo mexicano hacia los chilaquiles puede sonar exagerada. Pero yo, como orgullosa mexicana, les digo que el arte de degustar este platillo no se limita a llevarse un pedazo de tortilla picante a la boca, sino que va mucho más allá: por cada pequeño mordisco que le das al chilaquil, ingieres un puñado de historia, tradición y cultura de nuestras tierras. Te vuelves uno con todo el cariño que cabe en las manos de las mujeres que diariamente madrugan para hacer tortillas; también con el arduo esfuerzo de los ganaderos rurales que ordeñan a sus vacas para vender leche y con el amor incondicional de las abuelitas que estallan de felicidad cada que saben que sus nietos van a comer a su casa.

Por eso mismo, los chilaquiles son el mejor desayuno que existe, ya que traen consigo la esencia de cada una de las personas que han nacido en territorio mexicano. Por ello, hay que apreciarlos como parte importante de nuestra identidad nacional y, ¿por qué no?, también degustarlos en una rica torta.


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