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Portada de "Al Lado Vivía Una Niña" de Stefan Kiesbye. Imagen tomada de almadia.com.
Portada de “Al Lado Vivía Una Niña” de Stefan Kiesbye. Imagen tomada de almadia.com.

Por David Ullhman.

Cada vez son mayores las ansias por comenzar a leer Otras caras del Paraíso de Francisco José Amparán publicado bajo la editorial Almadía en su reciente colección Negra que hasta el momento nos viene presentado títulos muy entretenidos.

En una publicación ya he tratado el error de la editorial en integrar en la misma colección novelas policiacas y novelas negras, pero me solicitaron dijera la diferenciación de estas. Verán; la novela negra se desprende de la novela policiaca, pero la forma en la que se presentan ambas son muy distintas. La novela negra tiene la característica de mostrarnos imágenes agresivas, llenas de violencia y cargadas de emociones llevadas al límite del desborde y el descontrol de los actores. La mayoría de estas novelas presentan el estado, los sentimientos y los pensamientos de una sociedad en los actos, en ocasiones, cruentos. Por su parte la policiaca presenta sucesos extraños que se tienen que resolver mediante una investigación y un misterio que lentamente se va develando, no sin antes sumergirnos más y más profundo a un nudo del que creemos no podremos salir. He llegado a pensar un poco en la idea de la prolepsis (el flash back pero al revés, o sea, la anticipación a lo que sucederá), algo que se le asemeja o se le acerca mucho, probablemente tenga mucho de esto pero creo que no se da del todo el anticipo del final de la historia y aún se nos permite adivinar.

La colección Negra da su primer paso con el lanzamiento de El percherón mortal [1] de John Franklin Bardin, que siendo una novela policiaca nos sorprende a cada página que damos vuelta. A la par se publica bajo la misma colección Al lado vivía una niña de Stefan Kiesbye, primera novela del alemán que genera imágenes capaces de erizarnos los pelos de la nuca.

La primera mitad del libro es totalmente innecesaria salvo algunos elementos que se mencionan para la segunda mitad. El libro no se divide así, yo lo hago de esta forma porque neta de la primera página hasta llegada la mitad del libro me invadió una hueva avasalladora. La segunda mitad es la mitad de lo bueno, de lo que nos cuenta una historia y que tiene interés. Se obtiene mucha información para entender el texto en su totalidad y se deducen aquellas incógnitas que te plantea tanta violencia en la obra.

La historia sucede en una ciudad de la Alemania de posguerra donde dos bandas de jóvenes pubertos de trece años tienen enfrentamientos verdaderamente violentos. Sé que estoy repitiendo mucho la palabra violencia, pero el libro está lleno de ésta: incesto, muertes, golpizas, hospitales, armas, mentiras, sangre y la pérdida al miedo es mucho de lo que ofrece este texto. Se podría llegar a pensar que es un discurso de iniciación por los personajes que están creciendo y se están enfrentando a un mundo lleno de dolor que recae en sus hombros, pero no es ésta la idea principal. Me parece que lo más importante es la búsqueda por la libertad, por una soltura del yo mismo que está contenida y que busca salir como volcán que va a explotar. Se deja atrás un mundo perdido y se da cara a la realidad de todo un pueblo, de toda una ciudad con sus tradiciones y costumbres que han sido amalgamadas con música rock y pensamientos nuevos y ajenos.

El papel de los personajes esta vez me resulta interesante, por ejemplo, la mujer en la novela podría figurar como el resquicio hacia un pasado que no puede ser olvidado, el texto está lleno de elementos que nos recuerdan la guerra y que nos sitúan en un contexto de posguerra, basta con notar la intertextualidad en las canciones, sus títulos y sus cantantes. Si en la novela Al lado vivía una niña el papel de la mujer es el de la mujer de esos tiempos es porque no se puede modificar los comportamientos o esbozos de un personaje cuando tienes las características de la novela negra, situándolos en un tiempo y correspondiéndolos en sus actos y pensamientos asemejándola o tratando de acercarla a lo realista. Por su parte los chamaquitos son la mirada a un pueblo derrotado totalmente, donde jugaban el papel del hombre defensor que ha quedado sesgado de tajo y que ahora tiene ante sus ojos un escenario inhóspito al que hay que pisar por forzada necesidad.

Les recomiendo este libro por dos cosas: la primera es porque ya superada la primera mitad lo demás es pan comido y lo disfrutas de buena manera. La segunda es porque la idea de la libertad que se imprime en medio de tanto dolor y tantas ataduras resulta interesante verlo resuelto de manera tan explosiva y determinante un tanto caminar hacia adelante sin dudar en dejar lo que no te sirve y tienes que desechar pero no con el mensaje de la superación personal que ya vengo anunciando, sino con el significado del temeroso que no se detiene mucho a pensar en el qué pasará, qué misterio habrá.

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