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Por Juan Jesús Jiménez

Puebla, México, 19 de julio de 2020 [00:00 GMT-5] (Neotraba)

Comenzando esta miniserie de columnas, los primeros titanes creativos que se conciben durante el proceso creativo: Cronos, Océano y Japeto. Como ya dejamos claro, la creación es perseguida siempre por la experiencia y, quien se da valor para enfrentar de frente al enorme proceso que representa la expresión artística, topa con aspectos inherentes al ser humano. Los primeros tres se dan casi al instante de tomar la decisión de expresarse, incluso algunos momentos antes.

Cronos

Asociado muchas veces con el tiempo. Aunque sí es un factor a considerar durante el proceso creativo, uno realmente no lo nota cuando realmente se concentra en lo que está haciendo. Puede pasar que si se disfruta lo que hace, pasen horas enfocado en el mismo punto sin necesidad de dejarlo de lado; así que no, Cronos no será tiempo. Si revisamos su historia en la mitología griega, este titán parece un reflejo del miedo más que de algo como el orden (inherente al tiempo). Debemos recordar que la mayoría de dioses y entidades superiores no son perfectas del todo, tienen actitudes humanas que los aproximan a nosotros.

Cuando derrota a su padre Urano, además de asumir el poder sobre sus hermanos y hermanas, previene que suceda algo similar con su propia descendencia, devorando a sus hijos apenas nacer. Lo impulsa el miedo. Sabe que así como él lo hizo, lo podrá hacer alguien más. El miedo lo impulsa a actuar antes de que siquiera pueda pasar. Al creador le sucede lo mismo cuando mira al espacio en blanco donde va a trabajar su expresión; padece del miedo paralizante de lo que se pueda lograr, o bien, en lo que se pueda convertir su error en la obra. Es común tener este tipo de inseguridades pero si no se atiende, el Cronos-Creador devora furiosamente su obra antes de que exista. Le reprime, la destruye, la borra.

Océano

Otro problema frecuente es la limitación, ya sea su constante aparición o la falta de la misma. Siendo reconocido en los mitos como esa parte del mar no explorada (los torbellinos profundos), Océano es el mayor de los hijos de Urano. Traducido al ejercicio de la expresión, este titán puede ser aliado y enemigo del creador. De tener un límite, se tiene un mayor control sobre la obra; se le puede dirigir mejor que dejándolo fluir indeterminadamente.

Cierto es que, aunque la pasión suele ser un gran factor, es una llamarada breve en lo que debe ser un fuego vivo y constante, trabajo que es reflejado sólo a través del esfuerzo impreso en el medio de expresión. Sin embargo, ponerse límites constantes puede ser también un problema grave del que padezca el creador; de la mano de Cronos (el miedo), limitar qué y por qué se debe limitar la expresión de uno mismo parece una buena herramienta para la objetividad. Y de poco la obra se va recortando, cada vez más hasta que no queda nada.

Océano en sí no es bueno ni malo, es indiferente a la obra y es el creador quien decide su papel de acción dentro de la obra, si de limitante terco o un elemento inexistente.

Japeto

Según la Ilíada de Homero, fue precipitado al tártaro. Uno de sus hijos, Atlas, fue condenado a cargar el cielo por la eternidad y otro, Prometeo, fue condenado a una tortura eterna similar. A palabras de Silio Itálico, estaba enterrado por la isla de Inarime. Es claro que de ninguna forma Japeto tenía una forma de paz tras haber enfrentado a los dioses olímpicos, su destino estaba plagado de sucesos que lo marcarían como el titán trágico. En el proceso creativo, Japeto-Creador es un falso oráculo que predispone esta clase de futuros adversos donde tanto obra como creador son tachados de imperfectos y defectuosos. Es cruel, frío. Podría ser precursor del Cronos-Creador. En definitiva, Japeto es un enemigo natural del que se diga creador. Quizá el peor de todos.

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