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Por Adriana Barba

Monterrey, Nuevo León, 10 de julio de 2020 [00:01 GMT-5] (Neotraba)

Promesa: Ofrecimiento solemne que hace una persona de cumplir con rectitud y fidelidad un determinado deber, empleando para ello una fórmula fija.

Hace varios años fui maestra de este joven de cabello rojo y ojos azul cielo. Forsyth, Illinois su lugar de nacimiento, pero establecido en Arkansas; padre venezolano, madre americana, infancia inestable: el divorcio de sus padres, su medicamento para el déficit de atención y su mal comportamiento en cualquier escuela donde se paraba.

Cuando llegó a Monterrey a vivir con su padre y madrastra casi nadie le conocía la voz. Tímido, no hacía contacto visual con nadie.

Su clase era individual por ser extranjero, no entendía nada de español y sólo cantaba canciones de El Cartel de Santa.

Sus calificaciones de las escuelas de Estados Unidos no le permitían entrar a las universidades a donde fueron todos los de su generación. Entró muy desmotivado a la Universidad Regiomontana.

Unos días antes de terminar el ciclo escolar le propuse hacer una carta, una que pudiera leer dentro 3 años cuándo terminara la preparatoria y partiera a su lugar de nacimiento. Le prometí buscarlo para leerla juntos y ver cuáles de sus sueños se habían cumplido.

Así lo hicimos, la firmó, la guardé en el cajón de las cosas importantes y dejamos pasar el tiempo.

Hoy fue un día lleno de sentimiento. Al ver al joven de 19 años con barba, manejando su Jeep, con un español perfecto y emocionado por leer esa carta que escribió a los 16.

Al leerla no paraba de sonreír. En ese momento le escribió a su amiga de hace 3 años pues decía: “espero que le hables aún a Ana Karen”. Rápido nos tomamos selfie para dejar evidencia del encuentro.

Nos dimos cuenta de que la mayoría de las cosas que pedía a los 16 ahora realmente no importan, cosas que se ganará con el tiempo, con su trabajo, con su esfuerzo.

Las situaciones familiares y emocionales ahora son buenas y está listo para recibir su diploma de preparatoria y partir a Chicago.

Dejará la comodidad de su cuarto en su hermosa casa del sur de Monterrey, colgará las llaves de su Jeep y estará 4 meses en un estudio aprendiendo todo en producción musical, su más grande sueño, seguir haciendo música.

Jacob Díaz. Foto de Adriana Barba.
Jacob Díaz. Foto de Adriana Barba.

En el 2021 se mudará a Los Ángeles, CA, donde trabajará de lo que sea mientras cocina su gran sueño. Solo, lejos de casa, lejos de la comodidad, lejos de la seguridad de tener todo a la mano.

Cuando me estaba contando eso, moría de miedo, ¿te vas a L. A. sin tener algo seguro?

Su respuesta fue, claro que sí, desde abajo lo disfrutaré más.

Y es que los sueños no tienen freno, en esa carta del pasado bien claro lo dijo: “Los Ángeles” y sé muy bien que “Los Ángeles será”.

Esta segunda carta la escribió un Jacob Díaz maduro, centrado, yo quería llorar, pero me aguanté, pide sólo estar en un lugar cómodo en esta ciudad, trabajando muy duro para lograr ese sueño de hacer música, feliz, y una novia regia, porque siempre motivan a lograr los sueños. Que si no es regia, no quiere nada.

Al final termina con una frase que dice que lo importante no es el destino, es el camino.

Le conté historias de gente que conozco que partieron de su casa a perseguir sus sueños y claro el sufrimiento, la tristeza e incertidumbre a veces llegarán, pero la recompensa es mayor. Me encantó verlo tan decidido y amo que sea tan valiente para partir.

Mi siguiente promesa, que cumpliré al pie de la letra, si no muero, es: vernos en Los Ángeles, CA el 28 de junio del 2023.

Después de horas de charla, como todo un caballero me acompañó a mi camioneta, me abrió la puerta y me dijo: nos vemos en Los Ángeles.

No sé si manejaré como siempre o sólo tomaré un vuelo a Tijuana para cruzar a verlo. Pero llegaré, llegaremos.

Yo lo único que pido igual que él, es estar feliz, cocinando mis sueños.

Carta. Foto de Adriana Barba.
Carta. Foto de Adriana Barba.

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