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Portada de "Mind Games" de John Lennon. Imagen cortesía de Edgar Hoover.
Portada de “Mind Games” de John Lennon. Imagen cortesía de Edgar Hoover.

Por Edgar Hoover.

“Mind games” siempre me ha perecido el disco más nocturno de John Lennon, por ello, uno de los más íntimos, sólo después de “Milk and honey”, álbum póstumo que se publicara en 1984, cuatro años luego de su asesinato. Algo en él –“Mind games” me resulta íntimo como para no escucharlo en el día, pues resulta como una especie de preludio a todas las consecuencias que la noche trae consigo.

En todo el disco no se encuentran notas altas o estridentes como las que acostumbró en las primeras grabaciones como solista y aunque el material se dio a conocer en 1973, los experimentos con secuencias las dejó de lado para sonar calmado a ratos con esa persuasión que le identificó hasta ese momento y que fue retomando hasta 1980 con “Double fantasy” y ese toque de hogar con el cual regresó después de cinco años de no ofrecer nada nuevo.

“Mind games”, abre con su homónima, una pieza intensa en la cual el propio Lennon, inquisitivo como siempre, cuestiona a la mente como el motor de todo juicio –político, moral, sentimental- y lo que es capaz de lograr el ser humano con una postura crítica, pero deja en claro que ésta, tomada como un juego, también es propensa a ilusiones e imágenes equívocas donde su complemento termina siendo el amor.

Sin embargo, el álbum se va convirtiendo en una alegoría de ese mensaje, cuando “Aisumasen (I’m sorry)” ofrece uno de los solos con mayor intensidad, siendo una clara alusión a los problemas que ya venía teniendo con Yoko Ono, mismos que ocasionarían su separación por algunos meses.

Aunque “Mind games” no es siquiera tomado en cuenta como un material indispensable en la discografía de Lennon y para algunos casos rescatan una o dos canciones para las colecciones y antologías que a menudo se lanzan sobre el músico británico, destaca la anécdota de “Nutopian international anthem”, tres segundos que simbolizan a Nutopia, república imaginaria que vive en una paz eterna, misma que tendría su embajada en las calles de New York.

Sin importar que buena parte del material que incluye “Mind games” se avoque a intensificar los problemas sentimentales con Ono, lo cierto es que fuera del tono nostálgico –por eso que sea un álbum nocturno-, este disco tiene ratos interesantes con baladas como “Out the blue”, cuyos arreglos tienen semejanza con “Stand by me”, la cual se habría de incluir en el número dos del lado “A” de “Rock ‘n’ roll” un par de años más adelante.

La nómina del disco contribuye con “Only people”, canción que bien puede ligarse con “Mind games”, en cuanto al tema social y a la toma de decisiones que la gente, en general, es capaz de ejecutar sin importar el contexto en que se encuentre, siendo de las pocas que abordan el contenido, pero de una manera bastante superficial, más como un recordatorio que como una exigencia (basta recordar “Power to the people”).

Con apenas doce canciones, “Mind games” es un álbum con ciertas sorpresas en cuanto a las letras, sin que se esperen grandes aportes al trabajo de Lennon como músico, pero contribuye a entender un aspecto sentimental no tan abordado en las composiciones del inglés.

No existen invenciones o giros que lo hagan figurar del todo como un material que sea favorito para algunos, aunque basta decir que asume una postura crítica con el modo de vida que llevaba en ese 1973. 

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