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AMLO. Imagen cortesía de Gilberto González. Manipulación digital por Cyanuro.
AMLO. Imagen cortesía de Gilberto González. Manipulación digital por Cyanuro.

NOTA: LA COLUMNA “LA PALABRA EN PELOTAS CEDIÓ SU ESPACIO PARA QUE ESTE TEXTO APARECIERA. UNA VEZ MÁS NEOTRABA RECUERDA QUE TODAS LAS OPINIONES AQUÍ EXPRESADAS SON RESPONSABILIDAD DE SUS AUTORES Y NO NECESARIAMENTE REFLEJAN LA LÍNEA EDITORIAL DE NEOTRABA.

Por  J. D. Gilberto González Cruz.

Fuimos a  los comicios presidenciales con todas las adversidades en contra. Desde el inicio del proceso supimos que la gran confrontación sería entre Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Enrique Peña Nieto (EPN); Josefina Vázquez Mota (JVM) pagaría las facturas por el mal desempeño de las dos administraciones panistas que hundieron más al país en una crisis marcada por el pauperismo, por la violencia delirante y por la corrupción.

La oligarquía mexicana, cuyos miembros son considerados en las listas de los más ricos del mundo, ungieron a EPN como candidato garante para resguardar sus intereses y para aplicar las políticas y reformas que les permitan aumentar sus ganancias y su poder. En un claro deslinde con el panismo, por su desgaste e inoperancia de la gobernabilidad del país, esta poderosa fracción de la burguesía destinó inconmensurables recursos, junto con dinero del erario del estado de México y de otras entidades gobernadas por el PRI, para forjar la imagen artificial de un candidato fuerte, exitoso y ganador desde las televisoras y otros medios electrónicos. Durante los 6 años de su gubernatura EPN contó a su favor, como franca precampaña, con notas en espacios pagados en los principales noticieros, comentarios, reportajes, spots. Y propaganda en los medios escritos, incluyendo los de espectáculos. Quienes trabajamos en apoyo a la candidatura de AMLO teníamos claro este desventajoso panorama.

Durante la campaña oficial, la dilapidación de recursos aumentó. Durante tres meses los noticieros, las barras de opinión, las mesas redondas, los reportajes promovieron indiscriminadamente la candidatura de EPN y denostaron la imagen de AMLO, repitiendo la campaña sucia y de odio en su contra como en el 2006. Y las encuestas, difundidas en todos los medios, usadas como propaganda electoral, mintiendo en las cifras en las que colocaban a AMLO hasta con 20 puntos de distancia de EPN (!!!). Esto lo sabíamos.

Supimos de la inequidad en propaganda: espectaculares, volantes, trípticos, posters; en el reparto de despensas, en el regalo de electrodomésticos, en la distribución de gorras, playeras, plumas y en la compra descarada de votos con las tarjetas Soriana y con dinero en efectivo en montos que oscilaron entre quinientos y mil pesos por persona.

Sabíamos que por la obsesión delirante de impedir que AMLO llegara a la presidencia, se estaba fraguando un monumental fraude. Sabíamos que el IFE no garantizaba imparcialidad en su desempeño. Sospechamos que el sistema cibernético del IFE era susceptible de ser manipulado a favor del candidato priista. Fuimos conscientes de que el fraude electoral operó desde antes del 1° de julio y no necesariamente en las casillas.

Lo que vivimos fue una confrontación desigual entre el poder de una clase social, dueña de la riqueza del país, que en su ambición de aumentar salvajemente su fortuna, su capital, no permite que un movimiento que busca moderar –ya no digamos detener- su avaricia, llegue al poder.

Ante esta desigualdad de fuerza económica y de poder político y mediático, apostamos a la movilización electoral de la población y a reforzar la defensa del voto en las casillas.

Jugamos a que el 1° de julio emergería una insurgencia popular, que con la participación en las casillas se desbordarían las urnas con votos a favor de AMLO. Fallaron los cálculos. Las cuentas no nos salieron. Íbamos al 2 por uno a favor de nuestro candidato.

Se dijo que teníamos inscritos en las listas del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) a cuatro millones de Protagonistas del Cambio Verdadero que movilizarían a cinco personas cada uno para votar a favor de nuestra coalición, lo que nos garantizaban 20 millones de votos. En una reunión de la estructura de defensa del voto de MORENA se mencionó: “ninguna organización en el mundo tiene un número igual de personas movilizadas a favor de un candidato” (Es imprescindible efectuar un balance autocrítico al respecto).

La verdad es que los 19 millones de votos que se le acreditan a EPN fueron obtenidos, en un buen porcentaje, a través de la compra y la coacción y este hecho por sí mismo puede representar una causal para solicitar la anulación del proceso electoral presidencial.

Puesto que los votantes que fueron acarreados o recibieron dinero o tarjetas-monederos y comprometieron el sentido de su voto, no sufragaron en LIBERTAD, como lo establece el artículo 14 de la Carta Magna, se presume que se violentó el marco jurídico vigente. Se violentó una norma constitucional que está por encima de cualquier disposición del COFIPE.

Hasta el día de hoy AMLO y su equipo de asesores están agotando todo el proceso legal en las instancias correspondientes, para solicitar, finalmente, la anulación de las elecciones presidenciales e impedir la imposición. En esta vía los tribunales tendrán la última palabra.

Pero el movimiento social aglutinado en MORENA y en “yo soy 132” tienen otras vías: La vía de organizarse políticamente, integrando un programa anticapitalista, que cohesione a otros sectores de la población inconformes que no tienen canales de participación; y la vía de la movilización y protesta pacifica y disciplinada.

Los ejes de la movilización son claros: en contra del fraude, por la anulación del proceso electoral presidencial y por impedir la imposición de EPN. En el entendido de que al luchar por estas demandas, estamos luchando en contra de una política económica y social antipopular que ha sido implementada en sus momentos, tanto por el PRI como por el PAN, quienes actúan a favor de esta oligarquía mexicana, que representa a una clase social minoritaria, depredadora, que arrasa con los niveles de vida de la mayoría de la población, que arrasa con los recursos naturales de la nación y rompe con el equilibrio ecológico. Tiene como objetivo central obtener ganancia, acumular capital y poder.

Ante esta barbarie debemos reforzar a las organizaciones políticas y sociales que hoy luchan por la transformación de México, entre las que se incluyen MORENA y “yo soy  132”, para generar una izquierda novedosa, anticapitalista, ecologista, feminista, democrática, para llevar nuestra lucha hacia un cambio de régimen, aunque ello signifique ir más allá de los canales institucionales que, por lo visto, se nos están cerrando.

J. D. Gilberto González Cruz. Foto cortesía del autor.
J. D. Gilberto González Cruz. Foto cortesía del autor.
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