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Portada de La sal de los días de Adriana Azucena Rodríguez
Portada de La sal de los días de Adriana Azucena Rodríguez

 

Por Brenda Rodríguez Orea

 

Son ciento cincuenta y nueve páginas las que los dedos del lector deben rasgar, para sumergirse en los trescientos sesenta y seis días, que algunos años deciden regalarnos. Pero no por eso se debe pensar que nuestros ojos leerán el diario frustrado de algún escritor, o el de algún personaje que su mente haya parido. Tampoco hay que pensar que serán las repetidas efemérides de los noticieros o alguna especie de calendario relleno de forma personal.

La sal de los días de Adriana Azucena Rodríguez, no es el planeta que gira en torno a una misma historia. Cada día no es el mismo que el pasado y cada historia es distinta a la que se encuentra dos páginas adelante. Así, se incrementa la posibilidad de que nazca una familiaridad entre el lector y al menos alguno de los días; ya que cada quien interpretará las líneas de este libro, según su propio conocimiento y sentido.

 

Adriana Azucena Rodríguez toma como pareja a uno de los géneros hispanoamericanos más destacables: la minificción; y mediante él, se concibió su obra. Ejemplar que ha de mostrar cómo se pueden interpretar distintos aspectos de cada diminuta narración que abarca menos de una cuartilla. Es decir, que mediante no más que unos simples vocablos (a veces no más de 10) unidos por una misma idea, el lector puede vivir un día del año.

 

La minificción ha sido el género que Azucena Rodríguez ha adoptado y que ha sabido moldear a su estilo. Nacida en territorio de bandera mexicana, el acercamiento que tiene con la palabra, es realmente impresionante. Ya que al tener un doctorado en Literatura Hispánica y trabajando en la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad Nacional Autónoma de México, es comprensible que haya podido desarrollar obras de este tipo de género.

 

Porque en ella, la minificción surge de modo natural, si consideramos que ha ejercido de crítica literaria y claramente está, de narradora. Es por eso que esta obra, se desarrolló con los elementos fundamentales que pertenecen a este género. Azucena utiliza indudablemente la ironía en su cronología literaria. De igual manera, es sorprendente la forma en que juega con el sentido literal y pasa a una ficción inesperada.

 

Pero antes de hablar específicamente sobre cuáles son los recursos que utilizó en su obra, parte fundamental al hablar sobre La sal de los días, es el formato que le asignó. Cada año vivimos doce meses, y así, el libro cuenta con los doce capítulos que corresponden a los nombres que van desde Enero hasta Diciembre.

 

Es interesante el hecho de que no se enfoca en un año o en alguna época específica, ya que le brinda al lector esa oportunidad de no sólo tener que situarse en un contexto o época. A pesar de esto, se encarga de remarcar el número de día por cada mes. E incluso en algunas ocasiones reconoce la posibilidad de que sea un lunes o cualquiera de éstos, y eso dependerá de la narración que se aproxima.

 

Después del digito que corresponde al día, coloca un subtítulo que sirve como preámbulo y muestra la originalidad que tiene Rodríguez para nombrar cada día. O también coloca el nombre de algún hecho o algún autor que tenga relación específica con el día que se hace mención. Ejemplo de esto es:

 

 

30

Tal vez viernes santo

Hoy es la fiesta de los traidores. En la madrugada, a espaldas de todos, nos reconocemos y nos juntamos. Brindamos por nuestro maestro, por los castigos del Infierno que nos aguardan, es decir, nos reímos de esas leyendas infantiles…” (Rodríguez; 2017:43)

 

 

En el caso anterior es muestra del tipo de formato que caracteriza la obra. De igual manera, con este ejemplar se puede empezar a hablar de uno de los recursos: el lector se verá muy feliz tomando su lugar en las obras de Rodríguez, y convertirse en una verdadera minificción. Este recurso parece ser muy visible y fácil de percibir para aquellos quienes escuchan el carro de humor y de sarcasmo, llegar muy sonrientes a invadir con sus burlas. Sin embargo, hay otros quienes lo pasan por alto y no llegan a entender cuál es el verdadero y humorístico sentido que se intenta brindar.

 

Este remarcado recurso es la ironía, la cual se encarga de transformar el sentido del texto. En lugar de tener un sentido meramente literal, busca darle algún otro que por la sencillez del título no se hubiera pensando antes, y es ahí cuando entra lo inesperado. Lo que es cierto es que a veces la ironía llega con estos ánimos de burla, mas su propósito inicial es contradecir al significado habitual.

 

 

Generalmente el sarcasmo juega un papel natural surgiendo en el momento, y es más fácil de identificar porque se tiene una referencia visual de lo que real y verdaderamente está ocurriendo. Claro, se debe admitir que su uso oral es mucho más amplio que su aplicación a lo textual. Este hecho es de suma importancia, ya que el único recurso visual que el lector tiene es su imaginación. Lo que significa que este sentido de burla es escrito y es muy poca la probabilidad que el lector comience su recorrido por las letras, usando el tono burlesco.

 

 

Lo que permite analizar cómo debe narrar de forma literal para que el lector entienda lo que sucede pero también cómo utilizar la palabra para darle un sentido humorístico. Así lo vemos en Abril:

 

 

“7

Día mundial de la salud

Prometió amarlo en la salud y en la enfermedad. Durante la convalecencia, se fugó con un joven enfermero.” (Rodríguez; 2017: 48)

 

 

De igual manera otro aspecto que merece ser mencionado es la crítica. Nace y se va desarrollando por debajo del agua, de modo cauteloso y con la precaución de no ser tan explícita, utilizando personajes como pretexto para hacer una relación con alguna problemática del año, algún hecho que posiblemente sea trascendental, incluso otro texto del que haya deseado expresar su opinión, o tal vez sólo sea un intento de mostrar su acuerdo con el juicio de otro escritor o de su obra.

 

Es interesante, puesto que al igual que todos los cuentos, novelas y representaciones literarias, el objetivo es transmitir y penetrar en los pensamientos del lector, y Rodríguez mediante la crítica probablemente no busque coincidir con los ideales y opiniones de su leyente, sin embargo demuestra elegantemente sus diferentes y respetables perspectivas de varios tópicos. Y lo hace para algún día del año y en menos de ocho renglones de narración:

 

 

“20

Horacio Quiroga

Empapada, hambrienta, aterrada, la abeja pensaba en la cigarra, sentada junto a ella en el albergue para indigentes: ella por lo menos cantaba. “Pero yo no tengo ningún talento”, pensaba. “Yo sólo quiero descansar bajo el sol y dormir en mi cama al anochecer”. Al volver a la colmena, se dedicó a la política.” (Rodríguez; 2017: 53)

 

 

Una característica que llama la atención al estar presente en varios de los días textuales del año, y que generalmente surge en varias microhistorias, es aquella oportunidad que le dan al lector para interpretar si es el final o si es el inicio de la narración. Pero también le hace explotar su imaginación y en algunos lectores (no podemos clasificarlos de buenos o malos) los ve orillados a crear una continuación o algún principio que concuerde con lo recién leído.

 

Lo que resulta para algunos leyentes confuso y con los pocos renglones de texto, quizá no llegan a asimilar o recibir el verdadero mensaje que Rodríguez intenta expresar. En la otra mano, existen aquellos quienes sí lo logran y es razón de quedar atrapados en la lectura de estas minúsculas historias. Y es que en algunos días sólo se dedica a describir, pensando mucho y escribiendo pistas en poco:

 

 

“22

La más bella historia

Y sin embargo se mueve…” (Rodríguez: 2017; 80)

 

 

Es de esta manera como se puede comprobar que La sal de los días tiene todos los elementos para agradarle al lector que esté en busca de pequeñísimas narraciones, que le podrán hacer reír, analizar o incluso coincidir en la esencia o idea base del texto.

 

Rodríguez ha extraído de su mente, trescientos sesenta y seis diferentes narraciones, donde le coloca su estilo para crear, tal vez, minúsculas pero verdaderamente buenas historias. De modo que puede llegar a ser una buena opción remplazar aquel horrible calendario de cocina, por una de las creaciones mexicanas surgidas en este 2017: La sal de los días.

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