Ya no tengo fuerza para ser civilizada
Una escribe porque desea algo, la narrativa alambrada de poesía de Luna Flores manifiesta un denominador común: la relación con el exterior.
Una escribe porque desea algo, la narrativa alambrada de poesía de Luna Flores manifiesta un denominador común: la relación con el exterior.
Por Zaira Eliette Espinosa
Nuevo León, México, 29 de septiembre de 2022 [00:01 GMT-5] (Neotraba)
#Librosquesuenan
¿Qué permanece en la memoria? ¿Por qué hay situaciones que emergen una y otra vez al pensar en alguien y otras tantas que se nos borran?
Lo anterior son preguntas que abre Andrea Muriel al respecto del libro Ya no tengo fuerza para ser civilizada (UANL, 2022) de Iveth Luna Flores, poeta originaria de Apodaca, Nuevo León.
¿Las respuestas podrían responderse tan solo con la poesía? Se abren más preguntas. Intuyo que este es un libro de un contexto inevitable para la autora, sucede lo que el poeta español José Hierro declaraba “la poesía se escribe cuando ella quiere”.
En ese sentido, Luna Flores nos abre las persianas a la memoria, pero con ese rigor que surge al recordar cuando ni siquiera nos lo proponemos. “Una escribe porque desea algo”, versa Luna Flores. Nos escribe de un flashback constante que reconoce al pie de la letra: marcas de tiempo, huellas de vida. Así la poesía, como medio interlocutor con la palabra y el lenguaje, orilla a esos versos y sus extrañezas.
La infancia y la primera juventud asoman sus crestas por la mirilla de montes desiertos, mecedoras oxidadas, un paisaje percudido de tiempo muerto y vivo a la vez.
¿En qué otro contexto se puede abordar la poesía si no es desde el nicho de la memoria? Luna Flores propone acercamientos naturales, leemos poemas de largo aliento, con pausas oportunas para el imaginario: “La distancia se vuelve una tijera / que corta el cuerpo pegado a las emociones”.
El trato a la nostalgia es como una enfermedad. Contra la enfermedad se lucha, pero la autora dice “Voy a perder el timón de mi tormenta” y se aferra a una idea de sobrevivencia íntima, minuciosa.
En el proceso de dolor habita la abuela, la madre, el padre: “Esperaba a mi padre en la calle Zaragoza / lo reconocí entre la gente / porque parecía un grumo difícil de disolver”.
La narrativa alambrada de poesía de Luna Flores manifiesta un denominador común: la relación con el exterior, la intemperie que, en los hallazgos al recordar, disuade voces y secretos.
Regreso a la idea de que la poesía aflora, se manda a sí misma, y que Ya no tengo fuerza para ser civilizada es también una muestra de expresión orgánica, como para entenderlo cito a John Keats: “Si la poesía no nace espontáneamente como la hoja de un árbol, es mejor que no nazca de ningún modo”.
Dice la autora: “no elegimos el color / que queremos recibir de las personas”, agrego, la poesía de Luna Flores nace de todos los modos posibles, pero, sobre todo, del inminente recuerdo que elije el color de una pálida melancolía.
Ya no tengo fuerza para ser civilizada de Iveth Luna Flores. UANL, 2022.
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