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Por Christopher Olivas McPherson

Hermosillo, Sonora, 05 de junio de 2021 [00:01 GMT-6] (Neotraba)

Tango en Skai

Lo no-impasible surge de los dedos que rozan al borde del abismo, frente la boca por siempre abierta, los gritos en seis cuerdas. Sobre el aire se halla la parsimonia de las manos que ensordece los gritos en seis cuerdas. Surge el vaivén de pasión y lágrima, desprendiéndose en el grito de las seis cuerdas.
     Danza a media luz cuando brilla en lo profundo la sexta.
     Sincopado paso en quinta, sincopao paso a cuarta, caminata en mástil, giro de izquierda con barrida a las abruptas vocales de la tercera.
     Del brío a segunda asciende el ritmo, del tango a la primera termina la canción.
     Deseando no haber acabado, reverbera en la memoria el jadeo del silencio. No cabe la disonancia del aplauso, el aplauso solo confirma el fin, lo no-impasible del vacío y la oscuridad.

Imágenes de Paracho en Do Mayor

No sé cómo terminar.
     No conozco Paracho. Solo he escuchado a través del polvo y la cuerda tallada el eco y la curva, la lágrima. Y la nota que te he tocao tantas veces, los versos de nylon vibrantes que te he compuesto. Te he tenido mayor en mis manos, y siempre menor en mis sueños. Mi menor preocupación es la sinalefa mayor de tu canto. Del sol voy y vengo. La Menor armonía cae en sí disminuido.
     No conozco Paracho. Pero he afinado círculos en do para sus cantos. No me toca, no me contesta. Retumban mis dedos en su piel resina y dorada. No me toca, no me contesta.
     Y yo no sé cómo terminar.

Libra II: Largo de R. Dyens una tarde

Despierta la muriente luz sobre azules sábanas. Los labios de la noche fueron quemados por los malos hábitos. Quedan en mi espalda las marcas ígneas de la madrugada. En la ajena alcoba, un sol ajeno se posa en la ajena ropa.
     Nace un muro en esta cama dividida. Este cuerpo donde estoy tiene la boca seca, los dedos entumidos y la vejiga llena. Tiene borrosa la mirada y las paredes caen en este cuerpo que siente el frío del piso en cada paso al baño.
     El arreglo de las azules sábanas trastea los buenos días o buenas tardes. Suspira la promesa de que los malos hábitos me desconocerán de nuevo. Por la ventana, la luz rasga mi silueta que vaga por una mesa. Es esa hora de la tarde. Permanezco desvaneciente en una silla:

                  Traspasa el sol
                y su sombra calienta
                 el güisqui viejo. 

El libro olvidado

Pongo el reloj entre las páginas del libro, como si tuviera muñeca y pudiera ver el tiempo, como si contara cada segundo que lo dejo cerrado. ¡Tic!
      La pasta mueve su engranaje, es un mecanismo acumulador de polvo, una mano negra atrapa días y noches. ¡Tac!
      Las letras que se asoman esperan mi regreso. ¡Tic!
      En el crujir del tiempo, un sonido encerrado, de fondo: ¡Tac!, las hojas del libro olvidado hacen ¡Tic! ¡Tac!

Christopher Olivas McPherson nació en 1998 en Hermosillo, Sonora. Ha sido coautor de varias ediciones del Menú poético (Editorial Dedos Sensibles). Ganador del tercer lugar en el Concurso Estatal Literario Prof. Guadalupe María Rico, en género poesía. Becario del Festival Cultural Interfaz Issste-Cultura edición 2018 en Culiacán, Sinaloa. También un poema seleccionado a publicación en la XVI edición del Concorso Internazionale di Poesia e Teatro Castello di Duino. Actualmente es miembro del taller de “El poema en prosa lírico”, impartido por el maestro Manuel Parra Aguilar.


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