¿Te gustó? ¡Comparte!

Por Alain Cervantes

Puebla, México, 15 de diciembre de 2020 [00:00 GMT-5] (Neotraba)

La fecha en donde dar regalos por mera obligación social está por venir y las acciones aparentemente desinteresadas en las personas no tardarán en aparecer. Los corazones lo saben, por ello, es necesario prepararse para recordar lo bueno, lo malo y lo peor de este año. Y vaya que hay mucho por recordar.

Debemos de reconocer que se extrañarán en la nueva realidad las cenas en donde cada decisión de vida es cuestionada por todo mundo era un mal necesario. Incluso las críticas “constructivas” navideñas nos harán falta.

Se vivió de lo mejor y de lo peor este año; pasamos de reír en los salones o en el lugar de trabajo a llenarnos de polvo en nuestras casas. Debemos aceptarlo, la vida se tornó complicada, tanto que llegamos al extremo de dudar al momento de decir “nos vemos pronto”, pues la última vez que alguien dijo eso se quedó en la espera de ese “pronto”.

Un pescado para navidad y otras dulces memorias es escrito con la finalidad de ser una especie de bálsamo emocional para todas esas familias con uno o más asientos vacíos en la cena de fin de año —y no me refiero sólo a la familia con la que nacemos, sino también a la que escogemos—, para quienes perdieron a un ser amado a causa de la situación actual y para las personas que el espíritu navideño no figura en sus vidas. En el 2020, el año en donde todo pasó, no es de extrañar que la navidad sea algo diferente a todo lo que estamos acostumbrados.

La navidad es un pretexto capitalista para gastar todo lo ganado en el año partiéndonos el lomo, no está de más decirlo. O una mentada de madre para muchos por escuchar villancicos en todos lados. Una excusa para enviarle un mensaje a tu ex o una creencia religiosa, la navidad —desde un punto de vista personal— es la época para redimirse, recordar junto a los tuyos y, en este caso, a José Emilio Meneses Cordero, el hombre de las dulces memorias. Entre ellas, un pescado para navidad —salado, por cierto.

Es cierto, la muerte no espera a nadie y tampoco descansa en épocas decembrinas. Como dicen los cabezas de algodón, “cuando te toca, te toca, ni aunque te quites o te pongas”

Emi, como le dice la familia y amigos, era un padre, hijo, hermano, tío, maestro, director y muchas cosas más —de verdad, muchas cosas más— entre ellas artista, escritor, carpintero, cocinero y un ejemplo a seguir.

Ninguna cosa escrita por mí hará justicia al nombre de un ser tan especial como Emilio, alguien creativo y alegre. Logró mucho a base de su esfuerzo, me sería imposible escribir cada una de ellas con el lujo de detalle que se merecen.

De entre tantas historias, jamás olvidaremos el pescado para navidad, pues siempre había un pescado salado en la cocina en Nochebuena. Emi era el encargado de ello y ahora será una dulce memoria más.

Me gustaría que los posibles lectores tengan la certeza de que la muerte no es un punto final, sino un punto y coma, donde todo lo posterior a ella es algo incierto pero algo real a fin de cuentas.

El día de hoy —no importa cuándo leas ésto, te pido de favor— alcemos una taza de café amargo, como a él le gustaba, en su nombre —y en el de todos aquellos que ya no están aquí—, en su legado, con la esperanza de volver a verlos.

Hasta luego tío, tu familia te manda un fuerte abrazo y un apretón de manos, tan fuerte y animado como sólo tú sabías.

Y a ti, estimado lector, que me acompañas en un entrada diferente a lo acostumbrado, me gustaría recordarte que en esta época del año es cuando todos los corazones se unen. De manera desinteresada o no, no importa, para brindar amor y apoyo a quienes nos rodean.

Te deseo felices fiestas, lector o lectora.

En memoria de José Emilio Meneses Cordero, el hombre que con su basto amor por la educación me hizo enamorarme más de la lectura. Uno de mis ejemplos a seguir. Vivirás por siempre en los corazones de tu familia y amigos.

“Jamás habrá éxito sin trabajo duro”


¿Te gustó? ¡Comparte!