Un año de colibríes en el Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos
Hasta el 1 de abril de 2022 el museo albergará una exposición multidisciplinaria para concientizar sobre la importancia del colibrí.
Hasta el 1 de abril de 2022 el museo albergará una exposición multidisciplinaria para concientizar sobre la importancia del colibrí.
Por Luis J. L. Chigo (@NoSoyChigo)
Puebla, México, 05 de octubre de 2021 [04:32 GMT-5] (Neotraba)
Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos expone Mundo Colibrí. Un regalo de las américas, arte para concientizar sobre la importancia de dicha ave para el medio ambiente y la sociedad. Se trata de una exposición multidisciplinaria: escultura en barro, sonido ambiente, textiles e infografías. Estará vigente hasta el 1 de abril de 2022.
Financiado por el Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales del FONCA, los artistas reúnen todo tipo de información sobre los colibríes. El montaje tiene como centro visual las esculturas en tamaño real realizadas por Davit Nava y el dibujo botánico de Héctor López. Sin embargo, se completa con la cerámica de Adriana Díaz de Cossío, el diseño gráfico de Julia Bolaños Leñero y los archivos sonoros de colibríes de Macaulay Library, The Cornell Lab of Ornithology. Además de un amplio equipo de asesores y especialistas.
En el recorrido encontraremos una gama de información bastante amplia y cuyo valor nos hace reivindicar el concepto que poseemos de dicho animal. Si seguimos la lectura en orden cronológico, encontraremos una evolución similar a la del ser humano, por ejemplo, su llegada al continente americano por el Estrecho de Bering. De la misma manera, su papel esencial para el medio ambiente y cuestiones de índole social.
En la información destaca la constante de la deforestación para la pérdida de especies. Al ser diminutos pero tener un gasto considerable de energía en el vuelo, la destrucción de su hábitat tiene como consecuencia la falta de alimento. No obstante, la concientización no se realiza a través de remarcar datos negativos. Los detalles sobre las características de la especie abarcan desde el tamaño de los huevos, colores de las plumas y funcionalidad de las patas, hasta la mención de las más de 20 mil especies actuales.
En el espectro social, se apunta su simbolismo en las culturas prehispánicas y representaciones en dicho periodo. Destaca todavía más la mención al caso de Lilia Heber Pérez Díaz, quien iniciara una lucha para lograr una reforma en el código civil para respetar la escritura de nombres en lenguas indígenas. En su caso, el impedimento de nombrar a su hija como Xuu’kx, ‘colibrí’ en mixe, la llevó a este proceso.
Estos y otra cantidad considerable de datos sobre el colibrí conviven con las representaciones en barro sin hornear de las especies endémicas del ave en México, obra de Davit Nava, y las ilustraciones botánicas de plantas que les sirven de alimento, a cargo de Héctor López. En el montaje resalta la accesibilidad para el público infantil pues, a la par de las infografías altas y con descripciones más especializadas, encontraremos en la parte baja infografías pequeñas y con descripciones sencillas y didácticas. De la misma manera, un espacio para jugar con luz e instrucciones para proyectar con ella distintas formas del ave.
El museo indica la asesoría científica de María del Rosario Meneses y la asesoría etnohistórica de Ana Ortiz y Miguel Vassallo. La importancia de este último señalamiento radica en la dificultad del escenario: mientras en el interior escuchamos cantos de distintas especies de colibrí, en el exterior suenan los cláxones de particulares y la Línea 2 del Metrobús.
El edificio donde reside la exposición reabre sus puertas cuatro años después con Mundo Colibrí, al ser remodelado a causa de los daños sufridos por el terremoto de 2017.
En el marco de lo que fue el festival Alas sobre rieles. Construyendo comunidades de paz, el museo expuso en un par de vagones de la segunda sección la obra de la artista poblana Lourdes Gil y Gil, egresada de la Universidad de las Américas. La exposición constaba de más de 10 pinturas en acrílico sobre tela bajo el título de Libre-es.
A pesar de ya no estar disponible en el recorrido general, la obra de Gil y Gil se caracterizaba por la plasmación de las expresiones en distintos animales de distintas especies. La invitación de la artista, a través del museo, es una puerta abierta para comprender la emotividad animal.
Las ganancias de la venta en el Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanas serán donada a asociaciones que procuren el bienestar animal.
Para finalizar el extenso recorrido, en el vivero –probablemente en uno de los espacios menos conocidos del museo–, encontraremos dos murales.
Uno de ellos es el mural con técnica de graffiti de la artista Laura Lastra. En él se representan los nombres de algunas de las especias de plantas que podemos observar en el vivero, titulado Mural Ilustrativo Botánico.
El de mayor formato tiene como temática, precisamente, el colibrí. La intervención de gran formato es una alegoría de festividad y color a través de tres flores y un colibrí. A cargo del artista Alejandro Varela, este mural posee un discurso de día y noche, rescatando el sentido de cosmogonía del muralismo mexicano clásico.
El Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos es conocido a nivel nacional por albergar los testimonios históricos del discurso político de transformación del siglo pasado, algo que difícilmente sucederá con el automóvil o las carreteras. Además, con un poco de suerte, podemos ser testigos del encendido de alguna máquina, lo cual debe realizarse cada cierto tiempo para evitar el deterioro mecánico.
Sin embargo, al ser un museo al aire libre, ninguna recomendación pareciera ser suficiente para invitar al público a realizar el recorrido: podemos observar la historia sin entrar al museo y eso es invitación suficiente para, al menos, el espectador poblano.
Por ello, la recomendación –y al mismo tiempo agradecimiento– es que, si visitas el museo, busques a Reyna y a Karla Álvarez. Ellas fungen como guardias de las instalaciones, pero, al convivir diariamente con las exposiciones y sus investigaciones personales, son las guías adecuadas para tu visita. Con amabilidad, no sólo te explicarán la historia o los componentes de lo que observas, sino también sus testimonios personales de cómo el arte y la historia transforman su realidad y la de muchos visitantes. Vale mucho la pena ser guiados por alguna de las dos.
El Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos está ubicado en 11 Norte 1005, esquina con 10 Poniente, en el Centro Histórico de Puebla. Abierto de 10:00 a 16:00 y los domingos la entrada es gratuita.