Tres viñetas de Sergio Telles
El agua es el elemento que une estos textos, paradójicamente es un elemento que hace falta en el norte del país. Eso y quizás el amor.
El agua es el elemento que une estos textos, paradójicamente es un elemento que hace falta en el norte del país. Eso y quizás el amor.
Por Sergio Telles
Nuevo León, 31 de enero de 2024 (Neotraba)
TRÄNEN
(Viena, 10 de junio de 2023)
Estoy sentado en un café a espaldas del parlamento austriaco, esperando a que pase la tormenta. Los años son como la lluvia que se estanca en los aljibes, como si aún aguardara inquieta por alguien que esté dispuesto a venir.
No entiendo el alemán, pero en este momento tampoco quisiera escuchar mi propia lengua desparramándose por las vitrinas que exhiben mürbe kipferls y nuss-busserls tibios y apilados en canastas viejas.
¿Qué ha pasado con los abrazos que dolían? Me pregunto en silencio y Dinia, la muchacha austriaca que sirve el café, voltea a verme como si tuviera el don de leer las mentes.
¿Qué ha pasado con las monedas que ya no valen lo mismo?
Un loco golpea la puerta del negocio y me hace la señal de que salga. ¿Lo conoces? Me pregunta Dinia, curiosa, con un inglés más claro que el mío. Le digo que no y sigo escribiendo.
Hace días que las lágrimas me brotan solas…
360 LEGUAS
Estoy en la parte más profunda del mar de días de no verte.
Ya no quedan sonidos que me recuerden tu risa
ni atardeceres anclados a tus puños de sal.
Se han cerrado las fronteras que colindan con tu nombre
para impedir el paso al arrepentimiento
que carga el estandarte de un país mezquino.
Estoy en la parte más profunda donde la brújula apunta al norte que siempre es el anverso de una fotografía de nosotros.
PLESIOSAURIO
Nunca debí desenterrar
esos millones de años que llevabas encima
ni confundir tus aletas con las cálidas manos que me endilgaron al precipicio.
Tus colmillos de porcelana dieron tregua a mi incapacidad de ser feliz
y vimos pasar una nube de polvo por las cortinas de ese cerro insigne.
Allá se mató Jenni, dijiste.
Y yo, desahuciado, no supe ni qué responder…
En tus ojos hay un mar que ya no existe
una marejada sorda que hace más visible lo inequívoco: los dinosaurios jamás amaron a los hombres.
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Lo bonito de las lecturas que es que nos sitúan en diversos lugares, nos llenan de palabras nuevas, nos enriquecen el tiempo, gracias por lograrlo.