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Por Sergio Telles

Nuevo León, México, 7 de octubre de 2020 [00:05 GMT-5] (Neotraba)

Cuando anunciaron la cuarentena desempolvé mis discos de Amanda Miguel. Y es que una debe agarrar valor de algún lado porque dicen que el coronavirus lo traen los hombres en la punta de la verga. Y a mí esto de la contingencia me pone más cachonda.

Le llamé a Sandra la karateka para cotillear y me contó espantadísima que el covid esto y que el covid lo otro. Que escuchó de una comadre que hay toque de queda en La Moderna, que está prohibido darle chucky al mayate y que en Soriana ya no queda rollo ni frijol ni tomate guaje. O que en Cadereyta después de semana y media de encierro ya se andan casando los primos. Y yo después de cobrarle la tanda la puse en su lugar: joto te la meten a peluche y ni chistas, así que ya párale a tu desmadre.

Pero vine a creer lo del fin del mundo cuando me confirmó que cerraron el Wateke. Y es que a una le pueden negar los retrovirales en la clínica o la despensa en el DIF, pero que no nos priven nunca de la putería porque nos emperramos. Y cuando hablo de emperramiento es algo así como la rabia que me dio cuando Chantal Andere les prendió fuego a los abuelitos de Marimar. Esa noche no pude conciliar el sueño ni atender a mi exmarido.

Pero el enojo se divide en etapas y la última de ellas es el aburrimiento. Tan pronto acabó de cargar la batería del Nokia, puse recarga y busqué entre mis contactos cuanto chacal me fue posible. Algunos los tenía guardados con nombres absurdos como: el Tostón, el Chucho o Reatanás.

Apenas fueron contestando mis llamadas y yo me puse muy en mi papel. Porque esta chingadera no tiene para fotos ni videos, así que la labia es todo. Y a estos jotos no hay que darles tanto pinole para verlos rabiar. Primero te haces la pendeja y les describes el entorno: que si estás bañándote o acostada con las enaguas abiertas. Y ya luego les vas dosificando la candela que endurece al divino miembro.

Sabes que se alborotan cuando comienzan a preguntar o se meten agüevo en la historia donde en todos los desenlaces posibles estás desnuda, bañada en semen interracial y con cubrebocas. Bien decía güelita Chayo que eso de la labia y el poder de convencimiento se me dan muy bien. Pero en este cagadero virtual sueles ser tan generosa que terminas viniéndote sola en el calzón porque el chacal tuvo que irse a vaciar una placa o se le acabó el saldo. Así que no queda más que abrir otra caguama con las muelas, subir el volumen del estéreo y escuchar a Amanda decir que así no me amarán jamás.


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