Mosca impertinente
Bavispe nos lleva de la mano por caminos de muerte y nos suelta a unos pasos de un barranco mientras seguimos pasando una y otra página hacia el despeñadero para, voluntariamente, dejarnos caer.
Bavispe nos lleva de la mano por caminos de muerte y nos suelta a unos pasos de un barranco mientras seguimos pasando una y otra página hacia el despeñadero para, voluntariamente, dejarnos caer.
Por Adolfo Calderón Sabido
Mérida, Yucatán, 2 de junio de 2023 [00:01 GMT-6] (Neotraba)
Usted perdone la franqueza y acéptela como lo que es: Bavispe es un bálsamo, un bombeo monocorde, tan igual al corazón de la nana Ramona, pero difiere en que el primero no te deja dormir; las imágenes, creadas con maestría, revolotean en la cabeza, incluso después de cerrar el libro.
Fui víctima del embrujo desde el inicio. Cito: “era un sahuaro enterrado en medio del desierto soportando ventiscas de arena sin poder hacer nada para evitarlo”. Fin de cita.
Un hilo de baba, y que ondea en el aire, es el reloj que alenta el tiempo que lleva su propio paso. Los escenarios huelen a pino de un ataúd, a aroma picante del barniz a medio secar, a claveles cortados del campo, a corona de muertos hecha con papel de china apestosa a pegamento, a café recién colado, a menudo cociéndose sobre una hornilla de leña en el patio. A pies que apestan a leche podrida y boñiga de vaca, a aliento a bocanora y vómito, a pecho oloroso a ungüento, a óxido de sangre mezclada con cagada de animales, a aceite quemado del autobús, a morgue maloliente.
Los personajes, entrañables y divertidos, nunca terminan como iniciaron: sufren, aman, se obsesionan, viven; y podemos incluso verlos claramente: por ejemplo, en el momento en que uno de ellos da vuelta al sombrero Resistol, como al volante de un carro invisible. Son pedazo de alimento frente a un hombre hambriento, que nadie enseñó a comer. La ambivalencia de los personajes de Carlos nos grita a la cara nuestras propias ambivalencias. Ramona, la mamanina, Maximino, la plañidera, Susana y Rosenda, el anciano y su Lupita, se alojaron ya entre mis conocidos.
El tono es el tejido: un derecho y un revés perfecto de la narración. La palabra “silencio” en el cuento “Un hombre bueno” logra, cual conjuro, asirnos a la lectura palabra tras palabra.
La tensión, aparece una y otra y otra vez… te cuento: un personaje justo después de azotar la puerta y a punto de contar dónde empezó todo, el escritor lleva nuestra mirada hacia la cocina, donde el protagonista prepara un café; luego, cuando creemos que vamos a enterarnos, aparece la historia, dentro de la historia, sobre un terremoto, y cuando estamos a punto de olvidar lo que antes queríamos saber, el narrador nos da un upper cut, para dejarnos en la lona, con la línea final. De nuevo, en el cuento, “Gabo”, en un mostrador, un hombre y un anciano discutiendo por un gallo que no canta: una joya.
Hablemos de Nitro Press, la editorial, que siempre va mas allá, sabe bien lo que hace con la edición, hay que decirlo, logra arte encapsulado en 108 páginas.
El lenguaje en Bavispe surge en forma constante, en apariencia simple pero que muestra una complejidad versátil. El escritor nos lleva de la mano como a un niño chiquito por caminos de muerte, y nos suelta, a unos pasos de un barranco, en el que sufrimos acercándonos, y es así mientras seguimos pasando una y otra página, vamos, avanzando hacia el despeñadero, para, voluntariamente, dejarnos caer.
El libro es adentrarse a la lucha moral que termina por cuestionar a nuestro propio cerebro. ¿Quiere usted saber sobre la trama del libro? Discúlpeme, de eso no voy a escribir mucho, tiene que leerlo: una mujer que sufre ante una escasez de muertos, un campesino hablando con un un hombre agonizante, dos amigas y un secreto, sucesos, emociones, descubrimientos interiores dentro de un pueblo: un verdadero manjar emocional.
Retomando el pensamiento de Almería “el cuento nace de la oralidad” la cual da parámetros fijos y claros que hacen posible la existencia de un canon, así, en Bavispe, las palabras surgen como un ritual, la anécdota pasa a segundo plano y surge el conflicto que determina el clímax de la historia.
Julio Cortázar, Borges, Horacio de Quiroga, Edgar Allan Poe, Chejov, desenmarañan sigilosamente la trama, así Carlos René hace lo propio en estos cuentos.
Algo que agradezco es que el autor nos permite ser parte de las historias finales que solo terminan en la cabeza del lector. Es incluso, por momentos, surreal. No intenta dar nada por sentado. Habría que ser más directo y el libro lo es: en la visión de este universo bavispiano, los hechos ocurren por caminos diferentes a los esperados. En este texto se avientan los entresijos de la moral al basurero, sin clichés sentimentales ni juicios aburridos; entonces, además de las imágenes literarias, influye evidentemente el contexto de la pobreza. Es, sin duda, un libro memorable. La alusión a la violencia, una breve mirada a las huellas de las costumbres y formas de odiar. Una economía de palabras envidiable. La realidad que desordena la psique, chamuzca la epidermis, desbarata el lugar común, precisamente, con esta poética en la que el autor nos involucra en el conflicto constante, como en la literatura, como la vida en Bavispe, como la muerte que viaja sobre llantas rodada 25, como un México transformado en Comala y mexicanos convertidos en Juan Preciado, y que, sin saberlo, buscan a sus Pedros Páramo debajo de las rocas.
Encuentro iluminaciones de pasajes sombríos del día a día, amplificación realista, porque este libro representa una fotografía al yo oscuro. Es, desde una mirada objetiva, un microscopio social, un va y ven, constante por los laberintos de la búsqueda del propósito. Hacia adelante, de nuevo: no creas que me olvido de ti, estimado lector, perdona la pasión de mis opiniones, pero entiende que no lo diría si no supiese de antemano, primero, que estoy hablando de un libro de Nitro Press, y que merece una atención pormenorizada de quien les habla y, también, del ganador del Premio Fuentes Mares.
Así que, fascinado por la invención de la realidad, la revelación, las vueltas de tuerca, puedo decirte, amigo lector, que al igual que la muerte, este libro, después de leerlo, seguirá rondando como una mosca impertinente, que por más que la espantes no se irá lejos.