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Por Isaac Gasca Mata

Monterrey, Nuevo León, 20 de diciembre de 2022 [00:01 GMT-5] (Neotraba)

Desde tiempos remotos el ser humano ha compilado textos literarios que considera valiosos por múltiples razones. Leyes, cuadros etnográficos, saberes científicos, matemáticos, mitológicos, más un largo etcétera, acompañan la cultura desde siglos pretéritos. Las antologías son un acervo representativo de la totalidad cognitiva que un tema en específico puede abarcar. Es decir, son una parte limitada del enorme crisol de conocimientos que sustenta la vida social. Su labor es aún más específica pues aunado a limitar su tema de estudio también realiza una depuración exhaustiva (o no) para difundir lo que considera lo mejor. Si bien es cierto que las antologías no profundizan, solo exponen, su importancia no es para menospreciar pues el conocimiento heredado llega a nosotros vertido en una gran antología de los temas que trascendieron al tiempo y a sus autores. ¿Qué son las bibliotecas, tanto públicas como personales, si no grandes antologías de una parte del conocimiento acumulado durante siglos? No existe cerebro humano capaz de saberlo todo, y por ello las antologías facilitan la labor de búsqueda, identificación, cognición y catalogación. Pongamos por caso: cómo sería el arte renacentista (y el sustento antropocéntrico que lo precede) sin Las metamorfosis, de Ovidio, una antología de mitos helénicos. O cómo sería el desarrollo de la cultura occidental sin la Biblia, una antología de libros religiosos. Incluso podemos ir más atrás en el tiempo a la época del Código de Hammurabi, surgido en Mesopotamia aproximadamente en el siglo XVIII a.C. y escrito en piedra con caracteres cuneiformes, es el primer compilado de textos legales antologados para procurar el orden jurídico en las cada vez más complejas relaciones humanas en sociedad. Solo sobrevive al tiempo lo mejor, lo más depurado, y las antologías dan cuenta de ello. Son imprescindibles para conocer una parte del todo, son la puerta de entrada a un tópico, el primer vistazo a un panorama sociohistórico de un cronotopo irrepetible.

Letrinas del Cosmódromo de Editorial Agujero de Gusano
Letrinas del Cosmódromo de Editorial Agujero de Gusano

Se pueden hacer antologías sobre música, Historia[1], pintura, viajes, videojuegos, arquitectura (en fotografías para su estudio). En este sentido las artes se prestan a la labor del antologador quien debido a sus gustos personales decide crear una compilación que ofrece como canon personal al público.

Etimológicamente la palabra Antología proviene de las raíces griegas anthos “flores” y légein “juntar”. De ahí que en la antigüedad otro nombre para las antologías sea florilegio. Es decir: un ramo de flores metafórico que aglutina las mejores obras literarias de un autor o varios.

En este punto surge el cuestionamiento ¿qué es lo deleitable y lo deleznable para el antologador? Algunos utilizan rúbricas para calificar las obras, otros se dejan llevar por la amistad y la camaradería y publican a sus amigos, algunos más el simple gusto sin complicaciones academicistas los motiva a reunir, en el caso de la literatura, los textos que a su sentir son dignos de presentarse como una muestra generacional, histórica, temática… del quehacer literario. Cabe aclarar que todos los lectores pueden hacer antologías personales, y seguramente las tienen marcadas en alguna parte de su biblioteca, pero muy pocos son capaces de difundirlas al público pues para crearlas se necesitan medios, recursos, legitimidad editorial. Por eso, algunas antologías se imponen como canon y otras serán olvidadas con el transcurso de los años. Que la antología permanezca o desaparezca depende de muchos factores entre los cuales el capital cultural que sustenta el nombre del antologador, la calidad de la obra de las y los antologados y los medios de difusión a su alcance tienen un peso insoslayable. Algunas antologías pervivirán en el gusto y otras se perderán en el maremágnum del conocimiento humano siempre en expansión.

En este sentido, Letrinas del cosmódromo (Ed. Agujero de Gusano, 2022) irrumpe en el panorama mexicano de las letras presentándose como una antología de cuento anticanónica de autores emergentes que tienen “muy diversos estilos narrativos y poéticos”. El libro consta de veintitrés muestras líricas y narrativas que representan la obra de autores nacidos entre 1977 y 2000. No obstante, cabe recalcar que la mayoría de los antologados tienen una edad similar pues nacieron entre 1987 y 1994. Por lo tanto, Letrinas del cosmódromo podría considerarse como un compendio generacional de escritoras y escritores que al momento de publicar cuentan entre 28 y 35 años. Oriundos de diversas ciudades como Chetumal, Puebla, Monterrey, Tijuana, Aguascalientes o Chilpancingo, entre otras, esta veintena de plumas se reúnen, tal como indica la contraportada, en una “colección que tiene como propósito seguir impulsando el trabajo de autores y creadores emergentes”.

El contenido es disímil. Algunas prosas tienen un estilo decadente, como el cuento “Hotel Fabiola”, de Alejandro Carrillo, que narra en primera persona la historia de un adicto que perdió todo a causa de su filiación a las drogas. El cuento tiene fragmentos devastadores que rayan en la poesía:

“Disolver el material con el agua del grifo, arremangar la camisa, amarrar un pedazo de tela o liga cerca de la articulación a manera de torniquete, golpetear un poco la extremidad para que se asome la vena, sacar la jeringa para insulina y absorber cada gota de la cuchara, picar la piel (…) Una vez dentro, un hilito de sangre será la llave que penetrará la solución de la jeringa…” (VV.AA., 2022; 107)

Sin caer en escrutinios morales, el cuento muestra el descenso que experimenta una persona arruinada por el uso de las drogas. Cuánta miseria, cuánta orfandad. Me recordó a la crónica “La calle de los espejos: escenas del infierno en Vancouver”, publicada en el libro 7° Gran Premio Nacional de Periodismo Gonzo (2022), en la que Xavier Zavala escribe: “El lumpen de la ciudad, sus ciudadanos desechables, sus adictos, se balancean sin caerse al caminar, detenidos solamente por las dosis que se acaban de inyectar o fumar. No tienen mucho más en la vida.” (VV.AA, 2022; 105).

Autores de Letrinas del Cosmódromo
Autores de Letrinas del Cosmódromo

Por otra parte, el cuento “Dos y media”, de Ana Nicholson, relata la historia de Kevin, un prostituto al que le falta una pierna pero ostenta un pene enorme, que baila todas las noches en un escenario donde señoras maduras, con hormonas enloquecidas por la menopausia, le gritan a todo pulmón para que se desvista y les baile. Lo apodan el “Dos y media” porque a pesar de que le falta la mitad de una pierna tiene un pene tan grande que de estar completa su anatomía le dirían el “tres piernas”.

“Llegué hasta el club por dos famas: por tenerla de mandingo y por estar carita. Bueno y por la prótesis. (…) Tenemos una rutina con sillas. Él sale primero, le da una vuelta a la silla, se quita el pantalón, se sienta con las piernas abiertas. Luego salgo yo, le doy la vuelta a la silla, me pongo de espaldas, me bajo el pantalón hasta por debajo de la tanga, me empino y me arranco el pantalón. Siempre se escucha un suspiro del susto cuando ven que nomás tengo media pierna, pero casi en seguida se escucha un guau y un grito de emoción.” (VV.AA. 2022; 21)

Cuentos anticanónicos debido a que los protagonistas son lo contrario a lo que la cultura de lo políticamente correcto, tan en boga, autoriza leer. En estos cuentos desfilan seres agónicos, narcotraficantes del caribe, cazadores africanos con argumentos sólidos para contraponerse a la hipocresía de la clase dominante, o coleccionistas de insectos cuya historia resume la violencia cotidiana a la que están obligados los habitantes de un país convulsivo como México, asediados por su ejército. A estos cuentos les falta moderación, sí, pero les sobra rabia. Tal como indica el editorial del Fanzine Sputnik en el número 1 de noviembre de 2022:

“Así es nuestra forma de entender el mundo: a contracorriente. Cuando todo apunta hacia la masificación y el hacinamiento cultural, nosotros seguiremos apostando por la independencia y la autogestión desde nuestra trinchera.” (Sputnik Fanzine). Es casi un manifiesto al que un grupo de escritoras y escritores contestatarios, altivos, que no resignan a la censura actual, se suman para escribir con algún grado de libertad en estos tiempos donde la libre expresión cada día pierde terreno. Atinado el mensaje desde “la trinchera” del fanzine Sputnik.

La portada del libro a cargo de la artista visual Ox Echegoyen puede estar basada en el cuento “El otro lado”, donde un chico mexicano salta el muro fronterizo hacia Estados Unidos con la intención de recuperar un balón de fútbol. Entre la arena de “de lan of fri” halla un cadáver que le llenará la cabeza de incógnitas y un paisaje desértico tan inhóspito como el planeta Marte.

“Al llegar al montículo donde su traje espacial le indicaba que podría ubicar su objetivo, se percató de una figura que no encajaba con la geometría del paisaje habitual de cachanillas espaciales, rocas porosas y cachoras mutantes. Junto a la esfera que le habían mandado recuperar, del suelo se asomaba el cuerpo de lo que parecía ser un sombrerudo galáctico cualquiera.” (VV.AA. 2022; 14)

Cuentos desesperados, sangrientos, en cuyos párrafos suena una sinfonía violenta tal vez porque la mayoría de autores que participan en la antología aprendieron a vivir en un país que se desangra por guerras intestinas entre el crimen, el gobierno y la historia. El eco del contexto resuena en sus textos.

“Poot y sus hombres se hacen pasar por los integrantes de la Banda MS, los originales se encuentran amordazados dentro de un tráiler a las afueras de Chetumal. A medianoche los impostores subirán al escenario y tomarán sus posiciones, ubicando los puntos hacia los que deben disparar.” (VV.AA, 2022; 31)

Con estas líneas inicia el cuento “Una por otra”, de Saulo Aguilar, en él se describe a un grupo de narcotraficantes de Chetumal que buscan venganza e independencia de los señores del crimen norteño que, cual embajadores de la muerte, impusieron su ley en Quintana Roo.

Portada de Letrinas del Cosmódromo
Portada de Letrinas del Cosmódromo

Los cuentos tocan todo tipo de temas, como las “Minificciones”, de Franco García, o el ingenuo, por no decir inocentón, texto “Muñeca rota”, de Breña Román, donde la visión de una prostituta que aborda el transporte colectivo recuerda las letras rosas de canciones como “Perfume de gardenias” o “Aventurera” de la Sonora Santanera. El primer concierto de rock de un par de adolescentes rurales, el suicidio de un músico joven, el insensato desmadre que realiza un grupo de artistas becados por la universidad… en fin, la antología no tiene textos uniformes; cada loco con su particular visión de mundo converge en un caleidoscopio que muta a la vuelta de la página.

Bajo el concepto de antología de cuento se han creado compendios magistrales en el subgénero como El cuento hispanoamericano (1964), de Seymour Mentón, Latinoamérica criminal (2007), de Daniel Galera, o Bogotá 39. Antología de cuento latinoamericano (2007), de Guido Tamayo, a nivel internacional. Nacionalmente tenemos Norte. Una antología (2015), de Eduardo Antonio Parra, Después del desierto. Antología del nuevo cuento regiomontano (2016), de Carlos Lejaím, o Resaca. Relatos Rescatados (2020), de la editorial Agujero de Gusano. Éste último, junto a Letrinas del cosmódromo, es un compendio coherente con la visión de la editorial hidrocálida: “entendemos nuestra existencia como una comunidad cultural y artística. El arte en la periferia es la razón de ser de nuestras páginas y nuestros esfuerzos. La difusión del trabajo y el talento de los artistas son nuestras turbinas…” (Sputnik Fanzine)

En conclusión, auguro un buen recibimiento para Letrinas del cosmódromo por parte de la comunidad lectora pues los temas que tocan los cuentos defienden la pluralidad, tan golpeada en estos tiempos de intolerancia, y su alta dosis de contracultura asegura que la censura de lo políticamente correcto no permeó el sello que dirige desde Aguascalientes el buen Alex Carrillo.


BIBLIOGRAFÍA

EDITORIAL (Noviembre, 2022) Seguimos en la misma dirección, la difícil, la que usa el salmón. Sputnik Fanzine. Publicación de arte y contracultura. (Número 1)

VV.AA. (2022) 7° Gran Premio Nacional de Periodismo Gonzo. México. Ed. El salario del miedo/Universidad Autónoma de Nuevo León

VV.AA. (2022) Letrinas del cosmódromo. México. Ed. Agujero de Gusano


[1] Heródoto fue un gran antologador


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