Entrevista insomne con Karina García
Pensamientos de Diván | Una de las creaciones artísticas que más ha llevado los sueños a su límite es la música. Juan Jesús Jiménez busca esto a través de entrevistar a la violinista Karina García.
Pensamientos de Diván | Una de las creaciones artísticas que más ha llevado los sueños a su límite es la música. Juan Jesús Jiménez busca esto a través de entrevistar a la violinista Karina García.
Por Juan Jesús Jiménez
Puebla, México, 07 de diciembre de 2020 [01:25 GMT-5] (Neotraba)
¿Qué instrumento interpreta una pesadilla? ¿A qué suena un sueño? Pensar en eso puede resultar confuso pero, para guiarnos en los caminos sonoros de la fantasía, Karina García, como una de las artistas en formación más completa y entregada a su pasión que conozco, vendrá a echarnos la mano —u oído— con estas preguntas. Imagine esto, al menos por un instante, como un late night show, y reciba con un gran aplauso a esta enorme artista.
En este punto se prenderían las luces, la banda de jazz daría el ambiente y Karina se sentaría en un sillón negro (para vernos punks), mientras cuento una broma sin gracia, seguida de un silencio incómodo y la pregunta:
Juan Jesús Jiménez. Quisiera saber qué opinas sobre los sueños, ¿cómo podrías definirlos?
Karina García. Podemos entender dos cosas. Primero, la experiencia de una realidad alterna mientras dormimos y, segundo, los deseos y aspiraciones de lo que queremos materializar. Lo curioso al respecto es que ambas percepciones tienen su origen en el mismo sitio: nuestras aspiraciones, sueños, metas, deseos, se materializan en los sueños porque esa es su labor.
Si nosotros nos permitimos darle un significado más profundo a nuestros sueños, se pueden resumir a eso, a generar una imagen material de nuestros deseos. Pueden ser desagradables, absurdos. No pretendo decir que deban ser rechazados, de ahí podemos sacar ideas, otras conclusiones.
JJJ. Entonces, ¿los sueños pueden ser un fomento creativo? ¿De qué forma?
KG. No son lo único pero pueden serlo. Esto porque un sueño es, para mí, una vida alterna. No tiene sustento en lo objetivo y provoca que cualquier experiencia significativa pueda convertirse en un impulso creativo. Puede darse porque buscamos un significado para ello o ese significado viene a nosotros.
Si la vida nos permite convertir la realidad común en arte, entonces imagina lo que podemos sacar de los sueños, aunque no tengan mucho sentido. Dentro de ellos no hay límites, no sentimos miedo nunca y suceden las cosas más fantásticas. Eso es lo más interesante, encontrar inspiraciones de sucesos irreales. Eso convierte al arte en algo único.
JJJ. Imaginemos que se te encomienda la creación de un soundtrack para un sueño, ¿cómo podrías hacerlo?
KG. Deberíamos ser específicos respecto al sueño de quién. Hablamos de un soundtrack, una banda sonora, y cuya función es acompañar el contenido del sueño, tus motivaciones, tus deseos, frustraciones, pensamientos, ideas… Eso ya tiene una esencia personal, un estilo. Respecto a los míos, creo que sólo podría crearlos dentro de mi cabeza.
Yo no soy compositora, soy más de interpretar, por lo cual supondría que mis sueños estarían ambientados en sonidos tenues, muy suaves, en una tonalidad menor, algo muy relajante. Quiero pensar que eso es lo que hay dentro de mi cabeza en estos momentos.
JJJ. ¿Cuál ha sido la experiencia más creativa en tus sueños? ¿Recuerdas alguna?
KG. Realmente no tengo recuerdo de algún sueño donde se haya despertado mi creatividad. Pero es porque cualquier sueño puede provocar ese efecto, si despiertas y lo recuerdas por ser significativo. Puede ser sobre cualquier sentimiento: la tristeza, la felicidad, el amor —si sueñas con alguien especial—, eso se queda dentro de ti un día o varios —tal vez no toda la vida, de ahí que no recuerde muchos. En ese lapso puedes revisar tus sueños y averiguar qué deseas comunicar a través de tu arte.
Si tuviera que decir la experiencia más impactante dejada por un sueño, podría hablarte sobre La Danza Macabra de Saint Saens y mi abuelo. Desde muy chica me gusta la obra, me encanta —la escucho hasta la fecha— y me provoca intriga el violín. En esa ocasión, soñé que mi abuelo tocaba la pieza —también es violinista— y para mí fue algo muy significativo. Probablemente mi mente ligó mi interés por la música con la conexión con mi abuelo y de ahí el sueño, pero en ese momento supe que quería aprender más sobre mi disciplina.
JJJ. Si asignáramos musicalización a los sueños, ¿qué instrumentos podrían interpretar un sueño bello y cuáles una pesadilla?
KG. Cualquier instrumento puede interpretar muchas intenciones, en este caso lo bello y el terror, porque la mayoría son muy versátiles. Si tuviera que elegir, para mí la familia de instrumentos más bellos son los de la cuerda afrutada, por ello elegiría ese tipo de instrumentos para los sueños bellos. Para las pesadillas los instrumentos de metales y percusiones. Son muy intensos.
JJJ. ¿Qué capacidad hay en los sueños para cambiar la realidad?
KG. Yo creo que hay un gran potencial en los sueños para cambiar o mejorar la realidad. Por “cambiar la realidad” no me refiero a algo fantasioso como cambiar las reglas naturales, sino a tu vida, las personas o trascender. Tienen un gran potencial porque es una forma en la cual nuestra mente se antepone a ciertas situaciones. Como un pequeño laboratorio, un pequeño mundo donde nuestros pensamientos condicionales no existen, pues somos libres en nuestros sueños.
Suceden cosas extraordinarias dentro de los sueños. Podemos reflexionar respecto a ello y generar varios pensamientos útiles para cambiar la realidad, son muy importantes.
JJJ. ¿Cuál sería el sabor de helado más extravagante que podrías imaginar? Y, de ser este sabor una canción, ¿cuál sería?
KG. Es un poco difícil imaginar otro sabor de helado, con todos los que existen… debería ser en verdad muy extravagante. Quizás sería uno ridículamente ácido pero soportable. Y, aunque sea ridículamente ácido, sería agradable. Como esos sabores que dividen opinión, de los que les guste a muchos y desagrade por igual.
Quizás sea molesto, pero ahora mismo solo puedo pensar en una sola pieza, Tzigane de Moris Ravel. Es como una combinación de lo inesperado: esperamos algo dulce, cremoso, y esta pieza de Ravel es muy divertida, espontánea, dinámica. A eso sonaría ese helado.