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Por Camila R.H.

Puebla, México, 01 de febrero de 2021 [00:02 GMT-5] (Neotraba)

A mi mamá, por obligarme a sacudir.

Sacudir es un asco. De mis quehaceres es el que menos prefiero. Parece tan inútil, paso el trapo, le doy la vuelta y el polvo vuelve a su lugar, y cubre la superficie más rápido de lo que la limpié. El polvo es rápido, como el tiempo.

Pero debo hacerlo, lo sé, para dejar la casa limpia. Tal parece, es algo importante. Por eso ocupo mucho tiempo en la limpieza de cada adorno del librero, librándolos del polvo y tal vez del olvido. Además, mi mamá me observa con enojo mientras lo hago.

Me pregunto si nosotros también hacemos eso: librarnos del olvido. Nos quitamos de encima el polvo, buscamos algo valioso dentro de nosotros mismos y luego nos sacudimos.

El arte de desempolvarse, tomar el tiempo de revisarnos para mantenernos limpios, presentables. “Tenemos” que hacerlo, ¿no es así? Como un hábito, el cual olvido más seguido de lo recomendado.

Pero es difícil, demasiado duro. Cuando veo el librero soy consciente del trapo colgado de mi mano y casi puedo ver el polvo descansar, pacífico, sobre la madera. Entonces, doy media vuelta y me alejo. Mi madre vuelve a mirarme feo, advirtiéndome, pero no puedo empezar, siento como si no fuera a terminar nunca. Tener la voluntad suficiente para comenzar me lleva, por lo menos, 15 minutos, y muchas más quejas.

Es lo mismo al indagar en mí: demasiados rodeos, todo para evitar el hipotético librero de mi mente. Pero quiero evitarle al paso del tiempo borrar lo que soy, o eso creo querer. Aunque también creo en la utilidad de esa espesa capa de polvo, escondiéndome algo, alejándolo de mí. Separándolo finalmente de mi conciencia.

Si me desempolvo aquello volverá, lo recuperaré del olvido: con un trapo húmedo y uno seco, como mi madre dice que es la forma correcta de sacudir. Tal vez no los quiero devuelta; seguramente deba limpiar mis pensamientos, aunque sea inútil.

Pues el polvo es rápido y el tiempo también.


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