Basta escuchar las palpitaciones

Por Javier Gutiérrez Ruvalcaba

Ciudad de México, 28 de julio de 2023 [00:10 GMT-6] (Neotraba)

Todo lo existido se desvanece, todo lo desvanecido se transforma. Únicamente el silencio perdura. Inicia un nuevo ciclo, transformando malicia en estupidez. Fórmula ya manida, entre cochambre permanente. No es zutano ni fulano, es simplemente Jean Cocteau.

Un agorero anuncia su respuesta para evitar que lo denuncien, mientras bebe su Rioja. La oscuridad le rodea, inmóvil, inmaterial, negativa. son las tinieblas de siempre. Detrás de una puerta alguien se persigna insistentemente.

Te diría, en este preciso momento, desnúdate, observa mi arbusto reflejado en tu néctar. Es peligroso desear, la apetencia desintoxica. tan solo respirar resulta un alivio. Pasión enloquecida que ha perdido su libido. Muchos animales corren despavoridos hacia su pubertad.

Llevo el destierro huyendo del tiempo, pero ese plazo es todavía menos adecuado. Me parece que el hombre no parido ocupa su lugar junto al joven príncipe. Nadie cree que examiné hasta el fondo, con mis lamentaciones, el contenido de mis acciones. No saqueé el alba para abastecer mis párpados.

No abro ventanas antes de tiempo. La vieja ilusión es bastante objeción ni me obliga a renunciar a la idea de la muerte. Estoy con mi lámpara alumbrando tu forma de mirar, para que no pases sin verme. Hace tiempo ha ido cuajando en mí la convicción de que tu mirada pasa sin observar. Ya no permito entrar al amor, porque no se trata de la Luz dispersa que huye al instante. Es primavera y pienso en el fragor de las batallas en Ucrania.

Tus visiones se repiten exhaustas, caen en el letargo. Basta escuchar las palpitaciones para percibir las señales de soledad. Serás la primera en eliminar ancestrales rastros primerizos, cuya luminosidad permitirá columbar espasmos engarabatados.

Has hablado con tu voz verdadera, mascullando un francés ininteligible. Veinte años perdida entre galos, obligada a permanecer en una postura incómoda, sin dar explicaciones. Conservas tu libertad de espíritu, rodeada de personajes ilustres, donde uno erráticamente te desea.

Alucinas entre jadeos, cada que tengo la sangre erguida en una flacidez ficticia. A pesar de estar semidesnuda, en el frío observas como me perlo en sudor. Tus pezones miran hacia el norte, goznes placenteros, circunferencias necesarias. tras semanas meditándolo, lo decides, casi con brusquedad. Le echas un vistazo al corazón que con su sístole y diástole se une al trepidar muscular. Semen extraviado en una única succión. Visión sagrada en cada vaivén de caderas.

Obedeces cada uno de los mandamientos, emitidos desde el Edén dionisiaco. Está estipulado en todas las escrituras que la gente más cercana dará salida al rito de iniciación. Otros, solamente consumirán tabaco.

Está lloviendo y el maquillaje se te difumina. Sin mediar palabra guardas el secreto. Estás indecisa si transitar por el camino paralelo, ya con la claridad absoluta. De septiembre a la fecha brincos soterrados das del paraíso al infierno y viceversa. Desaparece para siempre cualquier premonición y el diluvio queda en el olvido. No dejas palabras menguantes ni éxtasis menores.