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Por Esther M. García

Saltillo, Coahuila, 24 de noviembre de 2022 [00:01 GMT-6] (Neotraba)

I Escribir es transitar*

Escribir:
Verbo intransitivo. No necesitar un complemento. Andar por el camino solitariamente. Transitar las lindes del poema. Acariciar sus pliegues. Respirar su olor.
Yo escribo. Sola, tránsito por las palabras. Un mar de carne negra hace ondas líneas en el mar albo. No necesito de otro objeto. Yo escribo. Yo soy el objeto. Grito y silencio son yo, intransitiva es la escritura.
Escribir:
Trazar signos que representan ideas o palabras con un instrumento adecuado: un bolígrafo, lápiz o máquina sobre un papel, o cualquier otro soporte. Puedo escribir en cualquier cuerpo. Puedo, por ejemplo, escribir Todesfuge escoriando mi piel. Diseccionando cada fina capa de la dermis, sosteniendo el bisturí como se sostiene un lápiz. En eso consiste escribir. Escribir un nombre, decir un nombre y soportar el desollamiento de la lengua y los labios.
Escribir:
La página en blanco representa el cuerpo sobre el que se trabaja. Un cuerpo desnudo espera sobre una mesa fría. El cuerpo espera a que otro utilice algo para cubrir su desnudez. Ese algo, ¿qué es? Pronombre indefinido, cualquier cosa indeterminada: un ojo, un lápiz, bisturí? o tal vez el cinto con el que tan amorosamente te callaba a golpes tu padre, un cuchillo, una brocha.
Escribir:
Cirugía y suplicio. Contemplación y soledad. El trabajo de escribir es similar al de un verdugo torturando un cuerpo, violando la otredad con los instrumentos del horror. Tú y el otro. ¿Quién es el otro? ¿El otro también soy yo? Algo y otro comparten la indefinición. Yo puedo escribir esto, pero ¿quién dice que estas palabras, que van naciendo del tecleo de mis dedos en la pantalla, no son las que me están escribiendo a mí? Si yo contemplo un cuadro, supongamos, Lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp, veré a los cirujanos contemplar la disección de un cuerpo. Yo contemplo a otros que a su vez contemplan a otro. Mise en abyme.
¿Quién me contempla a mí? 
Escribir: 
Contemplo en silencio lo que escribo. Falsa sentencia. No existe el silencio. Aún en la acústica nada, nada mi respiración. Bombea el corazón sangre que se irriga en bifurcaciones hacia todo el cuerpo. Al escribir esta oración, mentalmente contemplo como el puño sumergido en mi pecho supura sangre. Al leer esa oración, mentalmente has visto como tu corazón físicamente, transita por esa tela invisible, entre los ojos y el cerebro, que es la lectura.
Escribir:
La contemplación y la escritura son uno mismo. Tránsito. Movimiento. Desplazar líneas de signos, formar rectilíneos senderos. Decir algo. Ver algo. ¿Qué? Yo escribo y lo que escribo me escribe a mí. Soy mi propia vouyerista. Contemplar es un acto de Voyeur. Leer es un acto pasivo, una parafilia sapiencial. Cuando leemos vemos de frente el abismo y el abismo devuelve en eco, el rostro de quien lo contempla.

I. Contemplar es escribir con la mirada

Ver las cosas es transitar en ellas, sobre ellas, con ellas. No hablo con mi voz, si no con nuestras voces. Hay trescientos graznidos graznando en las gargantas. Hay trescientos trozos de carne rodeando el lenguaje. ¿Podrías saber, lector, cuál de esos trozos es tuyo? He venido para hablar con mi voz pero solo escucho el eco de múltiples voces. Desde el primer poeta, hasta el que anida el útero. Aquí están todos. Aquí estás tú.
Leemos y vemos las cosas transitando los muros de la niebla. El lenguaje guarda su columna vertebral en las palabras, se tiñe la óleosa piel con una imagen. Todo lector soporta el suplicio de ver reflejada en la lectura, una herida. 
El poema abre tu párpado. La poesía posará sus afilados labios en ti y te dejará ciego. ¿Puedes verlo? Cualquier acto de lectura es un acto de barbarie.

I. El poeta es el loco visionario, el carnicero

Nadie sabe con exactitud qué es un poeta. En el principio se creía que era Dios, el gran mago? luego, el cuerpo mutó y se convirtió en el borracho, el suicida abrazado a un cangrejo. Todo poeta es hombre. Mentira. El poeta es un ser asexuado: alquímica quimera cabeza de mujer, cuerpo de hombre y extremidades de águila o buey.
Si yo pienso en la poesía no la veo como un hilo de ritmo. Veo una víscera secándose al sol. Si yo pienso en un poeta, pienso en un carnicero. El poeta desuella la piel de un poema, separa los pliegues rosados, los tendones. Tritura el hueso y saca la víscera ­el verso­, procede al despellejamiento parte por parte, sin dejar resquicio alguno. Ahora esa piel será de otro. Brillará en oro, la piel en el lector.
Si yo pienso en el poema, pienso en cada corte: trozo y disección son la composición en verso de un cuerpo cualquiera. Corte como línea,
corte como verso,
corte como trazo.
Contemplar
entre los pliegues
la sangre que escurre.
Separar la carne,
         ver en abismo de la dorada grasa 
         el sol que abre su único ojo
 y nos mira.

Lección primera

En la niñez tu padre te enseñó un tratado sobre el cuerpo humano. En sus páginas contemplaste el cuerpo en su roja desnudez: miembros completamente desollados? se señalaban los tendones expuestos, los músculos, nervios, o ligamentos. Tramo a tramo, la disección te mostró una nueva forma de contemplar lo bello, pero tu madre nunca lo vio así.

Tu madre veía en esas láminas la inmundicia, el asco, la alteridad profanada por un par de dibujos del renacimiento. Entonces, para apartarte cual Buda del dolor, de lo horrendo del cuerpo, tu madre escondió el libro.

Tu padre pactó un secreto y a escondidas te enseñó los misterios: 

Aquí está el cráneo. 
Esto es un músculo pectoral. 
Allá un tendón del dedo. 
¿Entiendes?
. 
Tienes que aprender a ver las cosas 
como realmente son. 
¿Me escuchas?
.

Tu padre diseccionaba tu niñez. Tu padre te enseñó la poesía del cuerpo. 
Tu padre te aleccionaba: la poesía no es un verso, 
la poesía es una víscera.

Lección cuarta

Primera anotación en el cuaderno:
Juan Valverde de Amusco hizo copias mejoradas del trabajo de Vesalio.
Entre sus más representativas, y polémicas láminas calcográficas, se encuentra la de un hombre desollado sosteniendo su propia piel en una mano y en la otra, un cuchillo.
Está imagen ya sucedió en otra ocasión.
Miguel Ángel pintó en la Capilla Sixtina El Juicio Final con San Bartolomé pero nadie había notado, hasta siglos después, que colgando de la mano del santo estaba la horrenda figura de lo que fuera su piel.
Segunda anotación en el cuaderno:

Las variaciones con el tiempo son mínimas.
La piel inmolada es distinta. Es cierto. Pero sigue siendo piel.
Sigo buscando en algún horizonte perdido de estas imágenes, al primer animal visible de lo invisible con vencidos ojos. 
Pienso: Un enigma es un brotar puro. Pienso: Un cuerpo es un ojo contemplando los instantes de su propia muerte.
Contemplar es la ceguera, la ceguera es balbucir la luz y sus sombras. Hay un ahogado espanto que no se puede expresar, solo se puede ver.

De La destrucción del padre (2019).

Lección quinta:**

Disecciones.

Dentar:


1.	Verbo transitivo. Un verbo que transita / palabra errante / como un útero en estado histérico / por toda la oración //
2.	Hacer dientes o salientes regulares a un objeto, por ejemplo:
La dentición se me dio en la otra mandíbula, la oculta entre el vello y los muslos. Dientes de leche emergen. Vagina dentada. Caninos del diablo. La vida me dio colmillos y
molares para defenderme de las manos que aúllan en la noche. Manos que tocan: toc, toc, en la puerta de mi cuarto y, al abrir, esas manos son las de mi padre.
Plaga:


1.	Sustantivo femenino. Colonia de organismos animales o vegetales que ataca y destruye.
2.	Daño o desgracia que afecta a gran parte de una población y que causa un perjuicio grave. Por ejemplo:
Nubes histéricas. Enjambres de mujeres contorsionándose voluptuosamente. Adoratrices del éxtasis divino de Santa Teresa de la Cruz, Santa Teresa de Ávila, Santa Teresa
enjambre oscuro sobre la gran verga de Dios. Anímulas. Organismos fosforitos ennegreciendo la majestuosa vista de los paisajes de la campiña francesa.
Por ejemplo:
Cinco mil 500 pacientes arqueándose en la Salpêtrière. Llorando una música oscura entre las calles puercas de París y Toulouse, Burdeos, Lyon, Montpellier, Nantes, Rennes, Nimes,
Reims, Amiens, Cannes y Orleans. Colonia de organismos femeninos para grandes experimentos. Avance de la ciencia. Avance del hombre. Avance de la humanidad. Por ejemplo:
Historia e Histeria. La relación entre trauma, la negación de la historia y el surgimiento de distintas versiones para un solo acontecimiento. ¿Quién escribe todo esto? ¿Quién es la víctima?
Por ejemplo:
Cuestionamiento del poder, la regulación del cuerpo femenino. Inversión de signos para construir nuevos significantes. La fragmentación del relato y la idea de que tú puedes manipularlo, invertirlo y negarlo, es un mecanismo histérico de defensa.

De Arco de histeria (2020).


Esther M. García. Foto por cortesía de Manuel Parra Aguilar

Esther M. García (Ciudad Juárez, Chihuahua, 1987). Escritora, poeta, tallerista y gestora cultural mexicana. Licenciada en Letras Españolas. Ha ganado diversos premios literarios entre los que destacan el Premio Nacional de Poesía Joven Francisco Cervantes Vidal 2014; el Premio Internacional de Poesía Gilberto Owen Estrada 2017; el Premio Nacional de Poesía Carmen Alardín, entre otros. Ha sido becaria del PECDA COAHUILA y del FONCA Jóvenes Creadores. Es creadora del Mapa de Escritoras Mexicanas Contemporáneas. Es autora de diversos libros de poesía y narrativa, siendo su trilogía del cuerpo la más representativa y está formada por los libros Mamá es un animal que va de largo por las alcobas blancas, La destrucción del padre y Arco de Histeria, el libro negro.


                                         
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