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Por Ramsés Oviedo Pérez

Querétaro, Querétaro, 20 de noviembre de 2020 [00:05 GMT-5] (Neotraba)

[En memoria de Max Rojas]

esto es lo que me queda
de tan pinche vida
a esta hora
doloroso
no sé quién soy
y después de haber revolcado
ya mil angustias a fondo
ignoro la conciencia
de mi aullido

gozaba el abandono
los sonidos abismales
que el viento esconde
como joven
sin redes sociales
llevando a rastras
una época indolente
un maldito tiempo
             sin bálsamos
             sin apóstrofos
             sin colores arraigados
un tiempo donde me desgarro al entrever
la hipócrita virtud de los hombres
en esta forastera cotidianidad
poblada de miles de voces
que musitan
promesas

pero declaro:
a mí ya me tiene harto su pinche ardor escatológico
la cuna de llantos más frágiles que la risa

y creer que no sobreviví
a esa mordida
caí puntualmente
en el mugroso corazón
de los hombres
es frío y tortuoso
lo de apiadarse
en el centro cósmico
de una sonrisa
mermelada de amor
pero carajo
se vuelven a desear
los truenos reactivos
de un abrazo
prótesis de esperanza
ilusión enclenque
que alimenta la psique
estupor arremedado
de una chingada flor
abierta al recuerdo
matutino

si esta noche altanera
me diera un instante (más es abuso)
alzado al vaivén
de las estrellas tan bonitas
me quedaría
sin el expediente marginal
de los ojos embelesados
de insomnio

huérfana de albas
y de jardines
mi boca de aullador
rompe a cantar
crónicamente
en silencio
pero
de tanta pendejada
no me queda nada
mis cenizas
no se avientan
al ávido limbo de pandemias

yo
y ustedes
estamos entenebrecidos
luego de aguantar el tumulto
de los culeros
se resiente la noche
en el paradero del viento
y en esa hora
sólo
tienes que oír
las llamadas
a los velorios renegados
y ese es el turno para agonizar

tal es la demanda
la rejija extrañación
la memoria transformada
en un rumbo insondable
yo tuve la premisa
de desfallecer al último duelo
pero me perdí antes
deshuesado de un alma hermana
intenté alumbrar
el tintineo milagroso del corazón
hacía falta
llorar arrebatado
debajo
del teológico trago
de un mezcal
para ablandar
un destino lleno de cuchicheos
de revelaciones sin texto
no creas que tus ojos
aunque despiertos
envueltos en hazañas cabronas
persiguen y coronan
el ímpetu voraz del reloj
son jaladas:
             ladas a la nada
             (de 10 dígitos)

ya no quiero divagar
es la furia     le dicen dolor
no puedo escribir
sin aceptar
el quehacer circadiano
de los chingadazos de diario
el tiempo impostergable
abrasa cualquier moridera

detén tus aires de héroe
aquí la paz se esconde
cruje en las esquinas
las efemérides citadinas
acaban de tantear mis latidos
y yo y mis dolores derramados
por doquier
arrempujando una memoria bestial
diría sórdida observación
que aquí los muertos se sublevan
a trompicones desde esta tierra
ensangrentada
                ¿y qué queda?
nada, no esperes más
los placeres están dormidos
sólo queda esta ceniza
esta ira prolongada
necroescritura viva
que esculca el hueco
de las almas
aullantes
dolientes

Jabín Oviedo (Irapuato, 1993). Estudió Filosofía en la Universidad Autónoma de Querétaro. Tiene colaboraciones en La Santa CríticaPágina SalmónRialta MagazineMonolitoEnquiridionEl Humo. Actualmente es editor de la revista Diseminaciones (UAQ) y coordinador académico de Freire, Cultura, Arte y Humanismos, S.C.


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