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Mónica Lavín. Fotografía por Adrián Bodek.
Mónica Lavín. Fotografía por Adrián Bodek.

Por Rosa Borrás.

La respuesta es: Mónica Lavín.

En efecto, Mónica es una mujer polifacética, una mujer mexicana que nació en la capital del país en 1955 y que inicialmente estudió biología en la UNAM. Siempre le gustó escribir y por ello se dedicó durante muchos años a la divulgación de la ciencia escribiendo artículos, trabajando en revistas (como Chispa), y conduciendo programas de radio. Su amor por la ciencia y la biología y su forma de ver el mundo a través de ellas se hace patente en todo su trabajo. Así, por ejemplo, leemos:

“La piel es el borde, el límite de las entrañas: nos guarda y nos contiene. Es circular, absoluta, llena de repliegues que apuntan al interior. “Tu más profunda piel”, la llamaría Cortazar. Es áspera en los codos y confusa en la nuca, caracolea en las orejas y es orografía en el torso y en el vientre […] Para asirse a la vida pasajera debe confirmar que no es sólo dermis utilitaria, que vibra y palpita, que se enrojece y retrae, que crece, bulle, babea, se inflama. Y reclama al otro. La piel tiene un corazón.”[1]

Al mismo tiempo que se dedicaba a la divulgación de la ciencia, Mónica escribía cuentos que ha publicado en seis libros, entre ellos Ruby Tuesday no ha muerto que recibió el Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen en 1996, Por sevillanas en 2000, Uno no sabe (2003), finalista del premio Antonin Artaud y el más reciente La corredora de Cuemanco y el aficionado a Schubert. Uno de mis libros favoritos de Mónica es Retazos, colección de textos breves sobre los cuáles la autora nos dice: “[son textos breves] que de cuando en cuando y desde mi primer libro, Cuentos de desencuentro, me toman por asalto y, […] piden ser apresados en papel, aplastados, retenidos, fosilizados para compartir su última exhalación con el lector, finalmente el dador de vida”.

Los textos de este bello librito (es pequeño en tamaño), que además contiene dibujos de María José Lavín, hermana de Mónica, abordan temas diversos, hilvanados por dos elementos centrales: una visión femenina y un gusto por lo erótico. Con ambos elementos Mónica nos habla de la vida cotidiana, de la realidad, del deseo, de la tristeza, del placer de estar viva. Y para que se les antoje leerlo, les transcribo aquí un fragmento :

Pensamientos translúcidos

Imaginó su mano traviesa buscando el calor húmedo de su entrepierna. Trepaba por el pubis hasta el borde superior de la pantaleta para zambullirse en su vello alborotado y abundante, sediento.

Conducía con dificultad, lenta, atolondradra, por aquellas visiones precisas. El sol le daba en las piernas, enardeciendo el juego de la mano invisible. Fue al llegar al semáforo  cuando notó…[2]

Mónica Lavín. Fotografía por Barry Domínguez.
Mónica Lavín. Fotografía por Barry Domínguez.

Es entonces el erotismo uno de los temas recurrentes en la obra de Mónica, y al respecto nos dice: “El erotismo es una elevada manera de contravenir a la muerte, un delicado e imaginativo recurso para exprimir vida a la vida, en su transitoria (trancetoria) esencia obliga a recrear el éxtasis mítico, a incursionar en los terrenos de lo íntimo y lo intenso, de lo privado y lo compartible.” [3] Me identifico con la visión de Mónica, nos lo dice desde su voz femenina, desde su más íntima conexión con el ser mujer y creo que por ello mismo nos habla de una gran capacidad de relacionarse con el otro.

Mónica ha escrito también varias novelas, algunas de ellas han sido premiadas y muy difundidas. A mí me gusta mucho Despertar los apetitos, porque habla de dos de mis temas favoritos: la comida y…sí, adivinaron: el erotismo. Esta es una linda novela que narra un viaje en tren por Canadá, con diversos personajes (gourmets, fotógrafos, periodistas, chefs y otros personajes, de diversas nacionalidades) que tienen en común el gusto por la comida, por los viajes y por los apetitos carnales.

Recientemente Mónica ha publicado dos novelas históricas; no histórico-biográficas, no histórico-académicas, más bien histórico-humanizadas: en ellas nos cuenta la vida de dos mujeres a través de las mujeres que las rodearon en su tiempo. Para ello, además de hacer una investigación seria, inventa un personaje femenino que es el que hilvana la vida del personaje principal. “En la ficción hay permiso para crear personajes, situaciones, hechos y ambientes mientras no se contradiga lo que ya se sabe y es comprobable”[4] Así tenemos que en Yo la peor, a Sor Juana Inés de la Cruz nos ayudan a conocerla su maestra de primaria, sus hermanas, la virreina, y nos ofrece al mismo tiempo una mirada sobre las historias de éstas mujeres de la época de Sor Juana. En Las rebeldes, su más reciente novela publicada, es Leonor Villegas, revolucionaria que fundó la Cruz Blanca para apoyar  a las tropas de Venustiano Carranza, el personaje central que en verdad existió y Jenny Page la joven que huye de su casa para ser periodista, la que nos cuenta la historia y nos conduce a lo largo de ésta novela, el personaje ficticio que Mónica nos regala.

Si quieren saber más sobre Mónica Lavín, una de mis mujeres favoritas y a la que le tengo un gran cariño, visiten su página web http://www.monicalavin.com/.

 

 


[1] El corazón de la piel. Mujeres mexicanas @sigloXXI. L&L Ediciones, Imagen y Promoción Cultural S.C. 2003

[2] Retazos. Mónica Lavín. Editorial Praxis, 2007

[3] El corazón de la piel. Mujeres mexicanas @sigloXXI. L&L Ediciones, Imagen y Promoción Cultural S.C. 2003

[4] Mónica Lavín, entrevista por Ángel Vargas en La Jornada, sección Cultura, 2 de mayo 2009

 

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