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Portada de Tempest de Bob Dylan. Imagen tomada de RhythmCircus.co.uk.
Portada de Tempest de Bob Dylan. Imagen tomada de RhythmCircus.co.uk.

Por José Luis Dávila.

Iba a hacer una nota sobre Tempest, el nuevo disco de Bob Dylan.

Pero, verán, enfrentarse a Dylan es pelear con un dragón. Él es todo ese símbolo de la fuerza, la fiereza, la voz de fuego –rasposa y profunda, la grandeza de otras épocas; y aunque suene a otros tiempos, un dragón nunca dejará de ser espectacular, de avasallar al que lo mira.

Y yo, con, si bien me va, mi pequeña daga, nunca podría atreverme a atacarlo. Él es un hombre que se merece el respeto de todos los que aprecian la música, cualquier música, porque no hay fibra que no toque, ni sentidos que no exalte.

Sólo escúchenlo; descarguen el disco, cómprenlo, incluso ya está en Youtube. Como sea, pero escúchenlo.

Yo me inclino ante él. Yo lo respeto y guardo silencio ante su palabra.

Es lo mejor que se puede hacer, porque al final, Bob Dylan es sólo otro de los nombres de Dios. 

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