Visita guiada al Diseño de interiores, de José P. Serrato
Leer este libro es como transitar por una casa, hecha a modo y semejanza de las ideas del poeta. Hay que seguir un trazado que demanda cautela. Una reseña de Adriana Ventura Pérez.
Leer este libro es como transitar por una casa, hecha a modo y semejanza de las ideas del poeta. Hay que seguir un trazado que demanda cautela. Una reseña de Adriana Ventura Pérez.
Por Adriana Ventura Pérez
Guerrero, México, 15 de noviembre de 2024 (Neotraba)
Diseño de interiores (UACM, 2024), el libro que nos convoca, es un texto de alto calibre, compuesto por siete partes a través de las cuales vamos siguiendo la voz poética que traza y moldea, a partir de diversos registros discursivos, la configuración de una conciencia.
De entrada, la propuesta de José P. Serrato puede parecer una reunión de poemas cuyo hermetismo esconde la puerta de acceso. A mi parecer la poesía, en este material, demanda la atención plena de quien se acerque. Y yo celebro que se trate de un libro desafiante, que interpele al intelecto de sus lectores. Hay que leerlo con cuidado y con calma. Se trata de una poesía que interpela al pensamiento. Porque lo que se diseña acá es el interior; un espacio profundo, íntimo y se sabe que lo íntimo se resguarda, por eso hay que entrar con cautela, con paciencia y prestar atención.
Desde la primera parte puede notarse la intención de situar a los lectores entre el afuera y lo que habita dentro. Ante “Una fachada sin número”, como se llama la sección inicial. Aquí encontraremos poemas situados fuera del tiempo, fuera del espacio. La no ubicuidad es lo que predomina. Por eso un poema sobre escribir en las rodillas y no en una mesa ni en un escritorio, como a veces demanda la formalidad doméstica. O aquél que nos describe el desprendimiento de las hojas en los helechos:
Mientras observo se desprende una hoja de helecho que vive en mi ventana,
una hoja muerta que vuela sobre la cabeza del hombre
para que cure el puño después de sus hazañas de mortero,
y estoy convencido de que dará en el blanco.
Una vez que el acceso al interior se ha liberado, se nos invita a la “Sala de venir”, la segunda sección del poemario. En esta parte los poemas se abren como una invitación a transitar, no a quedarse como lo haría una sala de estar, en esta parte los poemas se mueven, circulan en los recuerdos. El abrazo de la memoria, la conversación con las evocaciones, consigo mismo, con los otros es lo que predomina. El hielo poco a poco se derrite para dejar que la voz pase a decirnos desde el poema titulado “Pasillo”, que:
Hay una brecha en mi garganta por la que se ha filtrado un arroyuelo de candados y me suspendo como si estuviera sentado en un alféizar, mirando cada pedazo de primavera desprenderse de nubes, como manto de tibia rabia…
Cada una de las secciones representa un pilar sobre el que se sostiene la construcción del libro. Insisto en definir el interior como la parte más profunda de la conciencia. Cada poema alude al discurso filosófico que se sostiene en la reflexión, la mirada minuciosa de los acontecimientos, de los más triviales y cotidianos. Porque la poesía precisamente es esa ventana que nos deja mirar la vida con detenimiento, para correr la cortina de la realidad y dejarnos atestiguar la maravilla que se oculta tras las rutinas y las prisas. Cito ahora, del poema “Receta de Youtube”, los versos siguientes:
pero pienso en el arroz que se compra por acá
francamente difícil
arroz que después de siete lavadas queda
en pedacería, en polvo, en sombra, en nada
y es más fácil comerlo sucio porque incluso la gente
ha dicho que el estómago
se curte con bacterias de la comida callejera…
Al llegar a la sección de “Centrífuga oficina” es interesante cuestionar el juego de palabras y el sentido que nos lleva a pensar en el movimiento en franca contradicción con lo estático de las oficinas. También creo que los poemas de esta sección permiten entrever los intereses del poeta, la atención que presta a la filosofía, su tendencia a la contradicción mundanal. Su casa, él lo sabe, es él mismo: cada recoveco de su cuerpo, es un sitio que se recorre con ánimo de hallarse. Nos lo confirma la voz poética en el poema “Placa de rayos equis, ye, zeta”:
…las habitaciones de mí mismo son más parecidas al castillo vagabundo que a la basílica que al modelo catedralicio: diversidades, desviaciones, alteraciones comprendidas en el terreno de lo real, material, humano.
Del poemario también me gusta que se ha destinado un lugar para el descanso y no es una habitación. Es tal cual un mueble, una cama. El sitio adecuado para la imaginación, para que se abrace al cansancio, para aplacar las murmuraciones, para que repose el mundo entero, o cuatrocientos, como se enuncia precisamente en el poema “Habitación para cuatrocientos mundos”.
Como en toda construcción que se habita hay siempre un lugar para lo menos vistoso, en Diseño de interiores, la penúltima sección la ocupa “Retrete”, con ese nombre descarnado se designa el sitio al que usualmente llamamos baño. El espacio que lleva a mirar los peores despojos, donde se nos convoca a prestarnos atención a nosotros mismos, por eso el espejo, para la introspección, la cita de cada uno consigo mismo. Más íntimo ninguno y sin embargo existen baños públicos. De esta parte, me quiero remitir a estos versos:
Fui testigo: Y quizá alguien también alguien ha escuchado, me ha visto lavándome los dientes, secar de sudor mi frente, modificar mi peinado, lamentarme. He sido testigo de mí mismo.
Por último, hallaremos “Patio trasero”. En esta sección concluye el trayecto, se cierra la casa. El final se siente como si se nos depositara de vuelta afuera, en el exterior agreste y duro, amargo y triste del mundo. Poemas que hablan un poco desde acá, desde el patio de una casa, ese sitio que es un poco privado y un poco público. Por así se abren camino esas maneras crueles que tiene la realidad de entrometerse en la vida de uno. Uno quisiera resguardarse, cerrar la ventana, pero los poemas de esta sección dicen que no y nos enfrentan a versos que recogen notas de periódicos, gritos de miedo, de guerra, de muertes. El golpeteo de la realidad insiste.
Diseño de interiores es un libro basto, hay lugar en él para la reflexión, la conversación, la memoria, la crítica. Se reproduce a través de la poesía el hacinamiento de los espacios que tienen enraizado el cuerpo a una cadena de circunstancias tan mundanas como profundas. Leer este libro es como transitar por una casa, hecha a modo y semejanza de las ideas del poeta. Hay que seguir un trazado que demanda cautela, que busca un paso dispuesto a la introspección propia.